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Título: «¡Yo maté a Jesús!» en ‘Sueños de libertad’, avance capítulo 341, 2 de julio

En el capítulo 341 de Sueños de libertad, el calor de Toledo es solo un telón de fondo para una jornada cargada de tensiones, decisiones difíciles y revelaciones estremecedoras que sacuden por completo los cimientos de la familia De la Reina.

Mientras María intenta recuperarse física y emocionalmente tras su accidente, Andrés insiste en contratar una enfermera para que la ayude, encontrando una férrea resistencia por parte de su mujer, cuya independencia y orgullo la mantienen enfrentada incluso a quienes intentan cuidarla. Sin embargo, María cede ligeramente, dispuesta a escuchar una propuesta alternativa de Begoña, aunque el gesto le sabe más a derrota que a alivio.

En la empresa, la llegada del abogado Gabriel de la Vega marca el inicio de un nuevo y peligroso capítulo. Su primer contacto con Cristina, cargado de tensión y seducción, despierta emociones contradictorias en la joven, que, a pesar de estar en una relación con Beltrán, se siente claramente desestabilizada por la intensa presencia del recién llegado. Irene, testigo silenciosa de este primer encuentro, empieza a sospechar que Gabriel no ha llegado solo por motivos laborales.

En el laboratorio, Cristina y Luis logran una hazaña profesional al conquistar al exigente diseñador Cobeaga con su nueva fragancia. El éxito es rotundo: Cobeaga los invita a París para la presentación oficial del perfume. Es un triunfo compartido que fortalece la complicidad entre los dos perfumistas, aunque Cristina no logra ignorar el efecto perturbador que Gabriel ha causado en ella.

Fuera del ámbito profesional, las relaciones personales se tensan. Pelayo recibe una invitación ambigua de Cobeaga que rechaza tajantemente, harto de que otros intenten definir quién es. Pero su verdadera tormenta personal está en casa: presiona a Marta para tener un hijo, sin saber que ella guarda un amor profundo y prohibido por Fina.

La conversación entre Marta y Fina es desgarradora. Fina, herida por la posibilidad de que Marta ceda a las exigencias de su marido, se siente traicionada, no solo por la idea de un hijo, sino por el silencio de Marta, que oculta verdades más profundas que suponen una amenaza para su amor. Por primera vez, el abismo entre ellas se siente real e insalvable.

La tensión también alcanza a Cristina, que en la cantina recibe una nueva atención de Gabriel. Un gesto aparentemente trivial —devolverle una servilleta caída— se convierte en una escena cargada de erotismo contenido. Claudia y Fina bromean, pero Cristina se siente invadida, con sentimientos encontrados y una creciente inquietud. El recuerdo de Beltrán no logra calmarla, y la presencia de Gabriel amenaza con desestabilizarla aún más.

En la gran casa de los De la Reina, Begoña presencia una escena que cambia su percepción por completo: ve a Raúl y María en una intimidad que no puede catalogar como inocente. Más tarde, confronta a María, quien no niega ni confirma nada, pero su silencio es más revelador que cualquier confesión. El secreto entre Raúl y María ha sido descubierto… al menos por Begoña.

La noche llega, y con ella, la esperada cena en casa de los Merino, que se convierte en un campo minado emocional. Joaquín lucha por mantener la compostura ante la presencia de don Pedro, el hombre que representa la ruina de su padre. La tensión se desborda cuando don Pedro menciona, con soberbia e insensibilidad, a Jesús, padre de Joaquín. Las palabras son el detonante de un estallido devastador.

En un arranque de ira, dolor y acusación, Joaquín señala directamente a don Pedro como el responsable de la muerte de su padre. Grita la palabra que ha estado reprimiendo durante años: asesino. Y justo cuando el silencio amenaza con sepultar a todos los presentes, Digna rompe su propio muro de dolor y lanza la confesión que lo cambia todo: ella fue la responsable de la muerte de Jesús. No fue un asesinato violento, sino el peso de una verdad que lo empujó al abismo. Su confesión destruye la imagen de madre que Joaquín tenía, pero libera una verdad que llevaba demasiado tiempo oculta.

Mientras tanto, en otro rincón de la ciudad, se revela el verdadero rostro de Gabriel. En una conversación tensa e inquietante con María, el abogado destapa sus verdaderas intenciones: continuar con el plan de venganza que había ideado con Jesús de la Reina antes de su muerte. Gabriel chantajea a María con un secreto devastador —la muerte de Víctor Zárate y su implicación en ella— y le ofrece una única salida: colaborar con él para destruir a Damián o enfrentar una condena segura.

Acorralada, María no responde, pero su silencio es un pacto tácito. Así, dos confesiones —una nacida del amor y la culpa, otra forzada por el miedo y la ambición— se convierten en el punto de no retorno. En Toledo, los secretos dejan de ser susurros para convertirse en gritos. Y Sueños de libertad entra en una nueva fase: la guerra silenciosa ha comenzado, y nadie saldrá ileso.