⚠️ SPOILER – Begoña se acerca a Gabriel, Andrés estalla ⚠️
El capítulo 350 de Sueños de Libertad marca un antes y un después en las relaciones y lealtades de la colonia De la Reina. El vínculo entre Begoña y Gabriel deja de ser una simple colaboración para convertirse en un motivo de tormento para Andrés, quien comienza a ver confirmados sus peores temores. La tensión acumulada explota cuando lo ve con sus propios ojos: un gesto de cercanía entre su esposa y el abogado basta para sembrar la semilla de los celos. A partir de ahí, nada volverá a ser igual.
Mientras Gabriel intenta convencer a don Pedro de retirar la denuncia contra Diosdado, apelando a la imagen de la empresa y al valor de la compasión, el empresario se mantiene firme, reafirmando su autoridad con una negativa contundente. Para él, el orden y el respeto están por encima de la clemencia. La negativa deja a Gabriel con una amarga sensación de derrota, pero también con la tranquilidad de haberlo intentado, especialmente por Begoña.
El rechazo de don Pedro no solo representa un fracaso profesional, sino también el inicio de una desconfianza aún más peligrosa. El propio Pelayo recibe la orden directa de investigarlo. Don Pedro no tolera elementos incontrolables en su estructura de poder, y Gabriel ha cruzado una línea. Así se pone en marcha una maquinaria de espionaje y manipulación que amenaza con destruir al abogado desde las sombras.
Por otro lado, Damián De la Reina empieza a tejer su propia red de control disfrazada de generosidad. Se acerca a Luis con una oferta imposible de rechazar: liderar una nueva colección de perfumes conmemorativos. Cuatro fragancias, una para cada estación, con carta blanca creativa y todos los recursos a disposición. Incluso le entrega una reliquia familiar simbólica: una botella de licor destilado por su padre y él en los inicios de la empresa. Pero bajo esa fachada amable se esconde un plan más siniestro. Luis lo presiente, y Digna lo confirma: Damián nunca da nada sin pedir algo a cambio.
Al mismo tiempo, Cristina rompe definitivamente con su pasado. El regreso de Beltrán trae consigo un ultimátum: dejar su trabajo y volver a Madrid para convertirse en la esposa sumisa que él desea. Pero Cristina, harta de sentirse controlada, le planta cara. Rechaza la propuesta con firmeza y rompe el compromiso. La conversación termina con un portazo simbólico: el cierre definitivo de una etapa. Irene la consuela con un abrazo que sella su decisión y le devuelve la fuerza para mirar hacia adelante.
En el lado más íntimo de la colonia, Luz atraviesa una crisis creativa. Su artículo científico, aunque correcto, carece de alma. Begoña, con su instinto empático, le propone una solución brillante: escribirle a su antiguo mentor como si estuviera contándole sus descubrimientos. Una carta que le permita reconectar con la pasión que la llevó a ser médica. Luz lo ve claro: es el impulso que necesitaba para recuperar su voz.
Mientras tanto, la tragedia emocional golpea a Gema con fuerza. Al llegar a casa, encuentra a Teo preparando una maleta: el niño quiere huir con su tío, convencido de que allí encontrará el amor que siente que le falta. Gema, rota, escucha cómo él le grita que no es su madre, que la odia. El vínculo, ya dañado, se quiebra por completo, sumiéndola en una soledad desgarradora.
De vuelta en la perfumería, el apoyo de Gabriel a Begoña se transforma en algo más que solidaridad. Ella, al saber que él trató de ayudar a Diosdado sin éxito, le agradece profundamente su esfuerzo. La calidez del gesto, la mirada cargada de emoción, todo se da en un pasillo… justo cuando Andrés los observa desde la sombra. Celos, inseguridad y rabia hierven dentro de él. Más tarde, estalla: acusa a su esposa de estar demasiado cerca de Gabriel, de permitirle avanzar. Ella no se queda callada. Lo enfrenta con una verdad dolorosa: Gabriel hizo lo que Andrés no se atrevió. Lo que debería haber hecho un hombre valiente y justo. La discusión marca un punto de quiebre entre ellos, una herida que parece difícil de cerrar.
Y mientras unos vínculos se desmoronan, otros florecen en la penumbra. Damián e Irene, en una conversación honesta, descubren afinidades y una creciente conexión emocional. Hablan de Cristina, del valor de romper con lo que hace daño, y poco a poco se sienten más cerca. Lo que comenzó como una relación profesional se tiñe ahora de una complicidad que podría derivar en algo más profundo.
Finalmente, Pelayo y don Pedro celebran su reciente éxito político en un club privado. Con la caída del principal rival de Pelayo, todo parece sonreírle. Pero don Pedro no olvida favores. A cambio, exige que investigue a Gabriel. Quiere conocer su pasado, encontrar sus puntos débiles. La orden es clara: destruirlo si es necesario. Pelayo, ya demasiado comprometido, acepta. Así se sella un nuevo pacto con el poder… a costa de un hombre que solo ha intentado actuar con justicia.
La suerte de Gabriel de la Riva está echada. Las piezas se mueven en el tablero, y el próximo jaque puede llegar sin aviso. La colonia De la Reina arde por dentro, y nadie está a salvo.