MARTA Y FINA – SUEÑOS DE LIBERTAD 299: LA SOSPECHOSA AUSENCIA DE DON AGUSTÍN INQUIETA A GEMA
En el más reciente episodio de Sueños de Libertad, las emociones están a flor de piel. Gema no logra disimular su creciente ansiedad: el esperado don Agustín aún no ha hecho acto de presencia. Su tardanza empieza a generarle un profundo malestar. La tensión se refleja en cada uno de sus gestos, mientras su mente se llena de interrogantes sobre la posibilidad de que todo el proceso de adopción se venga abajo.
Joaquín intenta mantener la calma y transmitirle tranquilidad. Le recuerda que aún no es la hora exacta pactada, que tal vez el retraso es circunstancial y que no hay motivos sólidos para alarmarse. Sin embargo, Gema no logra serenarse. Siente en el fondo que algo no va bien. Desde que hablaron con don Agustín, percibió cierta vacilación en él, algo que no logra quitarse de la cabeza. Su gran temor es que el hombre haya dado marcha atrás en su decisión.
Joaquín insiste en restarle importancia a esas dudas. Asegura que, cuando discutieron los términos de la adopción, simplemente expresaron un deseo legítimo: conocer más sobre los orígenes del niño antes de dar el paso definitivo. Según él, don Agustín lo entendió sin problema alguno y se mostró comprensivo. Para Joaquín, lo que plantearon fue razonable y no tenía por qué malinterpretarse.
Pero Gema sigue sintiendo que algo se les escapa. Tiene la inquietud de que quizá don Agustín, aunque no lo haya mostrado, se sintió cuestionado o desconfiado. Joaquín, en un intento por apaciguar la conversación, revela algo que complica aún más las cosas: le dio una suma considerable de dinero a don Agustín.
La revelación impacta a Gema. No sabía que la transacción había tenido un precio tan alto. Sorprendida, le pregunta si en realidad fue necesario pagar para que el proceso siguiera adelante. Joaquín lo confirma con serenidad, asegurándole que esa posibilidad ya la había contemplado desde el inicio y que incluso se lo había mencionado antes. Lo ve como un mal necesario para alcanzar su objetivo: formar una familia.
Pese a sus reservas, Gema desea con sinceridad que ese dinero haya servido para facilitar el proceso, y expresa su preocupación de que no sea el inicio de una cadena de pagos inesperados. No quiere que la adopción se convierta en un negocio sin fin. Joaquín le garantiza que no habrá más exigencias económicas. Además, se niega a revelar la cantidad exacta, argumentando que él se encargará de todo para evitar que ella se altere innecesariamente.
Pero el silencio no calma a Gema. La duda sigue latente: ¿realmente pueden confiar en don Agustín? ¿Es alguien dispuesto a ayudarlos por convicción o simplemente un intermediario más interesado en lucrarse que en el bienestar del niño?
Joaquín trata de despejar esas incertidumbres. Le recuerda que don Agustín es una figura clave en su zona, que conoce los procedimientos mejor que nadie y que, de momento, es su única alternativa viable. Aunque sus métodos puedan ser cuestionables, ha sido eficiente y tiene los contactos necesarios para llevar la adopción a buen término.
Sin embargo, la ausencia prolongada de don Agustín, combinada con el hecho de que recibió una suma de dinero, siembra un manto de sospechas. ¿Y si ha desaparecido? ¿Y si nunca tuvo intenciones reales de ayudarlos? ¿Y si ha jugado con su ilusión más profunda: ser padres?
La conversación entre Gema y Joaquín deja al descubierto no solo las tensiones del momento, sino también las grietas emocionales de una pareja que, pese a sus esfuerzos, camina sobre un terreno lleno de incertidumbre. Gema representa la sensibilidad y la cautela; Joaquín, la decisión y el pragmatismo. Pero en ambos, el deseo de construir una familia es igual de fuerte.
Este episodio plantea preguntas incómodas pero necesarias sobre los límites morales a los que se puede llegar en la búsqueda de un hijo. La sombra de la ilegalidad y la manipulación se cierne sobre la trama, y deja abierta la posibilidad de que lo que comenzó como un sueño pueda tornarse en una pesadilla.

Mientras tanto, la figura de don Agustín se vuelve cada vez más ambigua. Su rol en la historia empieza a generar tensión entre los espectadores: ¿es realmente un facilitador, o alguien que se aprovecha de la desesperación ajena? Su ausencia no solo preocupa, sino que activa todas las alarmas en quienes conocen lo vulnerable de la situación.
En medio de esta incertidumbre, lo único claro es que Gema y Joaquín están cruzando una línea peligrosa. Lo que debía ser una etapa de ilusión y esperanza se convierte en una montaña rusa emocional que amenaza con desgarrarlos desde dentro. La confianza mutua se tambalea, y la tensión sube al compás del reloj, que sigue avanzando sin señales del hombre al que le han confiado su futuro.
El episodio termina con una atmósfera densa y preguntas sin respuesta: ¿Aparecerá don Agustín? ¿Qué intención oculta? ¿Será esto el principio de un problema mayor o simplemente un retraso pasajero? ¿Cómo afectará esto a la estabilidad de la pareja?
En Sueños de Libertad, las ilusiones siempre conviven con el riesgo. Y este capítulo es una muestra perfecta de cómo el anhelo más puro puede verse manchado por secretos, dinero y temor.