“SUEÑOS DE LIBERTAD”: LA DECISIÓN DOLOROSA DE ANDRÉS DEJA A JULIA DESECHA… ¡POR BEGOÑA!

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La tensión crece en Sueños de Libertad, y esta semana un giro inesperado en la historia deja al público sin aliento: una decisión devastadora de Andrés sacude los cimientos emocionales de Julia, quien termina completamente abatida… pero el golpe final no llega directamente de él, sino de la persona que más confianza le inspira: Begoña.

La historia comienza con una Julia ilusionada. Tras los últimos días en que ha sentido una conexión más fuerte con Andrés, su figura paterna, la niña cree que por fin ha encontrado en él un apoyo firme, alguien en quien confiar sin reservas. Para ella, Andrés no es solo un referente familiar, es el refugio que tanto necesitaba tras la pérdida de su padre.

Sin embargo, Andrés lleva tiempo enfrentando una disyuntiva interna. La situación en la fábrica, los problemas de herencia, y sobre todo, la presión que está recibiendo de su entorno por las acciones de Julia, lo empujan a tomar una decisión que cambiará su relación con la pequeña para siempre. Aunque le duele profundamente, Andrés decide que lo mejor para todos es desvincularse legalmente de cualquier responsabilidad sobre Julia y renunciar a sus derechos sobre las acciones que ella heredó.

La noticia cae como una bomba. Begoña es la primera en enterarse, y aunque entiende los motivos de Andrés, no puede evitar sentirse dolida. Ella ha sido testigo del lazo especial que une a Julia con él, y sabe que este paso, aunque sea racional, arrasará emocionalmente a la niña.

Begoña, con la sinceridad que la caracteriza, decide no ocultarle la verdad a Julia. Cree que merece saberlo cuanto antes, aunque eso signifique romperle el corazón. En una conversación cargada de tensión, le explica que Andrés ha decidido alejarse de ciertos compromisos familiares, y aunque intenta suavizar la noticia, Julia rápidamente entiende que eso significa que ya no contará con él como antes.

La reacción de Julia es desgarradora. Su rostro se transforma: de la sorpresa pasa al llanto, luego al silencio. No entiende cómo Andrés, a quien tanto admira, puede haberla apartado así. Aún peor, siente que Begoña —la persona en quien más confía— le ha traicionado al no haberle contado antes ni haberla defendido.

Entre lágrimas, Julia le reprocha que no la protegiera, que no haya impedido que Andrés la “abandone”. Begoña, dolida pero firme, le asegura que nunca dejará de cuidarla, aunque Julia ya no quiere escucharla. Se encierra en su cuarto con el alma rota, sintiendo que ha perdido a dos de las personas más importantes de su vida en un solo día.

Mientras tanto, Andrés, solo en su despacho, también sufre. Mira una foto de Julia y se le humedecen los ojos. Sabe que ha causado un daño irreparable, pero se repite a sí mismo que era necesario. Cree que, al liberarse de las acciones y de cualquier conflicto de intereses, protegerá a la niña de futuras guerras familiares. Lo que no sabe es que su “decisión responsable” ha dejado a Julia con una herida que no sanará fácilmente.

Los efectos no tardan en notarse. Julia comienza a comportarse de forma diferente. Se muestra distante en la escuela, irritable con los demás niños, y evita cualquier contacto con Begoña. Ni siquiera María logra que se abra. La niña se encierra en sí misma y empieza a hacer dibujos donde se representa sola, sin figuras adultas alrededor.

Begoña, desesperada, intenta hablar con Andrés para que reconsidere. Le dice que no se trata solo de papeles o responsabilidades legales, sino del vínculo emocional que han construido. Andrés, aunque afectado, se mantiene firme. Le pide a Begoña que sea ella quien esté para Julia, que él “solo la haría sufrir más si sigue cerca”. Begoña se va con el corazón encogido, sabiendo que no puede hacer más que estar al lado de Julia, incluso cuando esta ya no quiera escucharla.

En un momento especialmente emotivo, María entra al cuarto de Julia y encuentra uno de sus dibujos: una casita vacía, sin padres, sin hermanos, sin amor. Solo ella, en el centro, con lágrimas en el rostro. María rompe a llorar. Se da cuenta de que la niña no está simplemente triste: está completamente destrozada. Teme que Julia comience a perder la confianza en los adultos, justo ahora que más la necesita.

La historia continúa y se intensifica: Pelayo se entera de la decisión de Andrés y explota, acusándolo de cobarde. Entre ambos se desata una discusión feroz, en la que también salen a relucir secretos del pasado. Por su parte, don Pedro ve una oportunidad y comienza a mover hilos para quedarse con el control total de las acciones de Julia, ahora que Andrés se ha apartado.

Mientras tanto, Julia encuentra consuelo donde nadie lo esperaba: en Teo, el niño que también ha tenido que enfrentar cambios drásticos en su vida. Ambos empiezan a compartir sus miedos y se apoyan mutuamente. La dulzura de esta nueva amistad contrasta con el caos que los adultos han generado.

Pero la gran pregunta queda en el aire: ¿logrará Andrés redimirse? ¿Podrá Julia perdonar tanto dolor? ¿Y qué papel jugará Begoña en todo esto, ahora que la niña la siente como parte de la traición?

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