⚠️ SPOILER – Sueños de Libertad | Luis pide ayuda a las chicas de la tienda, pero se marcha enfadado
En una escena tensa y cargada de malentendidos, Luis, todavía recuperándose físicamente, llega a la tienda con la esperanza de recibir ayuda para conquistar a una de las clientas más exigentes: la señora Miranda. Sin embargo, lo que comienza como una petición de colaboración, termina en un desencuentro que lo deja frustrado y molesto.
Todo inicia con un ambiente cordial. Carmen y Fina reciben a Luis con amabilidad, celebrando que su recuperación haya sido positiva. Él, algo apurado, les explica que Tasio le recomendó acudir a ellas, creyendo que podrían ofrecerle información útil para ganarse el favor de la señora Miranda, una clienta difícil de complacer. Las mujeres recuerdan lo exigente y caprichosa que puede llegar a ser esta señora, y no dudan en advertírselo: sus gustos son tan cambiantes que ni ella misma parece saber lo que quiere, y rara vez se muestra satisfecha con lo primero que le presentan.
Luis comenta que ya ha preparado una fragancia que contiene madera de agar, un aroma que, según tiene entendido, gusta a la señora Miranda. Sin embargo, Carmen y Fina le explican que ese tipo de esencia, aunque acertado, no es suficiente. Le aconsejan ajustar las proporciones, cambiar la mezcla, experimentar con variaciones… pero sugiere todo esto con total humildad, reconociendo que no saben nada sobre la técnica de elaboración de perfumes.
Luis, en lugar de tomar estas sugerencias como apoyo, comienza a mostrarse irritable. Les responde de forma cortante, afirmando que evidentemente no tienen idea de su oficio. La tensión sube de inmediato. Carmen y Fina, con el temple propio de quienes conocen bien a sus clientas, le recuerdan que su experiencia en la tienda es amplia y profunda: conocen los gustos, hábitos y hasta las fechas importantes en la vida de cada una de sus compradoras.
Cuando Luis expresa que hasta el momento no ha recibido ninguna ayuda útil, Fina se indigna. Carmen, en un intento por ofrecerle algo tangible, menciona que podría enseñarle su valiosa agenda de clientas: un cuaderno confidencial en el que tienen anotados nombres, direcciones, teléfonos, preferencias, e incluso detalles personales que afectan las decisiones de compra. Aunque esta base de datos representa un activo clave para la tienda, Carmen considera por un instante que podría ayudarle al perfumista a entender mejor el perfil de la señora Miranda.
Pero justo cuando Carmen se dispone a enseñarle la agenda, Fina la detiene en seco. Le recuerda que esa información es privada y que para compartirla necesitarían el consentimiento de todas las personas involucradas, incluidas sus compañeras de trabajo. El acceso a esa libreta no es algo que se pueda ofrecer tan a la ligera.
Luis, visiblemente irritado por la negativa y por no recibir lo que esperaba, pierde la paciencia. Con un tono despectivo y apurado, les reprocha que su visita ha sido una pérdida de tiempo y se marcha indignado, sin agradecer ni reconocer el esfuerzo de las chicas.
Este intercambio deja al descubierto varios conflictos latentes: por un lado, la frustración de Luis por no encontrar una fórmula ganadora que lo posicione ante la señora Miranda y, por otro, la falta de reconocimiento hacia el trabajo de las dependientas, quienes conocen a fondo a su clientela y manejan una información que podría ser muy útil, si se usara con respeto y colaboración.
Más allá del desacuerdo puntual, esta escena deja entrever el carácter impetuoso y perfeccionista de Luis, que se encuentra bajo presión por las exigencias del negocio y de figuras como don Pedro, mientras intenta demostrar su talento. Por otra parte, también revela la firmeza de Carmen y Fina, quienes defienden con dignidad su trabajo, sus métodos y la privacidad de sus clientas, sin dejarse avasallar.
Este momento de Sueños de Libertad es un claro ejemplo de cómo las tensiones en la fábrica y en los negocios personales empiezan a fracturar las relaciones entre personajes que antes colaboraban con relativa armonía. Luis, a pesar de su esfuerzo y pasión por la perfumería, empieza a dejarse llevar por la ansiedad y la exigencia de resultados inmediatos, olvidando el valor de la escucha y la humildad.
Carmen y Fina, lejos de tomarse la situación como un ataque personal, se mantienen firmes. Lo que para Luis fue una pérdida de tiempo, para ellas fue un momento más donde quedó en evidencia que no basta con tener una fórmula; se necesita también respeto, empatía y voluntad de trabajar en equipo. Así, mientras Luis se aleja cada vez más encerrado en su frustración, las chicas de la tienda demuestran que su conocimiento del entorno y de las personas es un capital tan valioso como cualquier esencia exótica.
