Joaquín se esfuerza por ganarse la confianza del pequeño Teo
(Un encuentro tierno, con fiebre incluida 😢🥺)
En este capítulo de Sueños de Libertad, vivimos un momento entrañable y a la vez preocupante protagonizado por Joaquín y el pequeño Teo, quien ha llegado recientemente a la colonia. Lo que comienza como un intento por integrarlo al grupo y hacerlo sentir bienvenido, termina en una inesperada señal de alerta que revela que algo no va bien con la salud del niño.
☕ Un café, presentaciones y una gaseosa de bienvenida
La escena transcurre en la cantina, donde suelen reunirse los operarios de la colonia. Es un ambiente animado, cálido, casi familiar, y Joaquín llega acompañado por Teo, el ahijado de Gema, quien desde ahora vivirá con ellos. Al llegar, Gaspar, el encargado de la cantina, los recibe con su habitual simpatía y buen humor. Se interesa de inmediato por el pequeño, preguntándole si es uno de los nuevos operarios, y Joaquín le explica que no, que es un nuevo miembro de la familia que acaba de llegar.
Gaspar, queriendo hacer sentir a Teo bienvenido, le ofrece una gaseosa y una tapa de boquerones en vinagre. Aunque el niño responde con cierta timidez, acepta la invitación con cortesía. Joaquín, en su intento de acercarse a él y hacerlo sentir cómodo, también pide una gaseosa para acompañarlo y lo invita a sentarse a su lado. Todo parece ir bien, con un aire de cordialidad y afecto en el ambiente.
🧥 Malestar repentino y preocupación creciente
Sin embargo, cuando Joaquín le propone a Teo que luego pasen a ver a Gema en la tienda o quizás visitar a Luis en el laboratorio, el niño responde con algo inesperado: dice que quiere irse a casa y que no se siente bien. Joaquín se alarma al notar que Teo tiene frío, y al tocarle la frente, se da cuenta de que está ardiendo en fiebre. Lo que iba a ser una jornada de integración se convierte en una situación preocupante.
Joaquín, muy atento y sin perder la calma, intenta consolar al pequeño y actuar con rapidez. Pregunta si le duele algo más, pero Teo no da muchos detalles. En ese momento, Gaspar regresa con las gaseosas y los boquerones, pero Joaquín ya está enfocado en otra cosa: necesita ayuda médica urgente para el niño.

📞 Un dispensario vacío y una solución casera
Ante la situación, Joaquín le pide permiso a Gaspar para usar el teléfono de la cantina y llamar al dispensario, buscando ayuda inmediata. Gaspar, sin dudar, le da acceso y se muestra tan preocupado como él. Sin embargo, la situación se complica aún más cuando descubren que el dispensario está cerrado y no hay nadie disponible en ese momento para atender a Teo.
Ambos adultos quedan un poco desconcertados. Gaspar intenta tranquilizar a Joaquín —y al propio Teo— compartiendo una anécdota personal: cuando él llegó a la colonia, desde su Galicia natal, lo primero que le pasó fue enfermarse de paperas. Trata de quitarle peso a la situación, usando el humor y la empatía, pero la preocupación se mantiene latente.
Como no hay otra opción inmediata, Gaspar sugiere una solución casera: un vaso de leche caliente con miel. Aunque no es una cura definitiva, es un gesto de cuidado y atención que demuestra la humanidad con la que los personajes de la colonia tratan a los suyos, incluso en medio de la incertidumbre.
🤝 Un gesto que crea lazos
Esta escena no solo revela la preocupación genuina de Joaquín por Teo, sino también su esfuerzo sincero por ganarse su confianza. Joaquín no es solo un adulto responsable de acompañarlo, sino alguien que quiere conectar emocionalmente con el niño, hacerlo sentir en casa, demostrarle que no está solo. Y aunque la fiebre de Teo cambia los planes del día, también deja claro que este vínculo recién nacido será clave en los próximos capítulos.
Es un momento en que lo simple —una bebida, una conversación, una mano en la frente— se transforma en algo profundo. La colonia no es solo un lugar de trabajo, sino también una red de contención, donde los afectos crecen en los gestos cotidianos, incluso cuando las cosas no salen como se espera.