EUGENIA OBLIGA A LORENZO A CUMPLIR LA PROMESA – Review Capítulo 596 Serie #LaPromesa
En el capítulo 596 de La Promesa, Eugenia toma una decisión tan inesperada como firme: se instala en la habitación de Lorenzo, su esposo, exigiéndole que cumpla la promesa de amor eterno que le hizo en el altar. Esta jugada, completamente inesperada para Lorenzo, pone fin (al menos temporalmente) al plan que había urdido con Leocadia para internar nuevamente a Eugenia en el sanatorio mediante un presunto envenenamiento. Su llegada, lúcida y segura de sí misma, hace saltar por los aires las conspiraciones de quienes quieren silenciarla. Lorenzo, visiblemente perturbado por esta repentina “mudanza conyugal”, no tiene más remedio que soportar la presencia de Eugenia en su dormitorio, mientras su rostro refleja una mezcla de frustración y derrota.
Este giro se produce justo cuando un nuevo personaje llega a la finca: Lisandro, el duque de Carvajal y Fuentes, quien supuestamente ha sufrido una avería en su automóvil traído de América. El problema mecánico es la excusa perfecta para alojarse en La Promesa unos días, aunque queda claro que su presencia responde a motivos más turbios y deliberados. El duque encarna lo peor del clasismo, con una arrogancia que combina la soberbia de Ayala con la malicia de Lorenzo, llevada al extremo. Desde su llegada, despierta tensión, sobre todo cuando arremete verbalmente contra Martina. Curro, incapaz de permanecer indiferente, interviene en defensa de su prima, aunque esa intervención termina por delatar su verdadera identidad ante Lisandro: no es un simple sirviente, sino el bastardo de los Luján.
Sorprendentemente, Lisandro aprueba que Curro haya sido degradado al rol de lacayo por orden de Alonso, lo que parece sellar definitivamente el destino del joven, al menos por ahora. Ni Manuel ni otros miembros de la familia se oponen ya a este castigo. El problema se vuelve estructural: ¿qué tendría que pasar para que Curro recupere su posición nobiliaria? ¿Esperar a que Lisandro se marche? ¿Intervención real? Parece poco probable. El relato deja entrever que el sufrimiento de Curro seguirá durante muchos episodios.
Además, para mantener a Lisandro alejado de los secretos de la casa, como los bebés de Catalina y su matrimonio oculto con Adriano, la familia decide alojarlo en el ala opuesta. Se esfuerzan por que no oiga ni vea nada extraño. Pero el narrador plantea una crítica lógica: ¿por qué no trasladar discretamente a Catalina y los bebés a otra zona como el ala del servicio, donde nadie curiosea? Todo parece una excusa argumental poco elaborada para justificar la tensión sin demasiada coherencia.

La trama de la joyería, que en episodios anteriores parecía prometedora, se estanca. Curro, Ángel y López visitan el establecimiento buscando pistas sobre el intento de asesinato de Curro, sabiendo que está vinculado a doña Cruz. Sin embargo, en lugar de seguir investigando, la línea narrativa se diluye. Aunque se descubre que la joyería era propiedad de Cruz, no se profundiza en quién ejecutó el crimen ni en cómo podrían haberlo ordenado desde la cárcel. El interés de la escena se reduce a un beso entre Curro y Ángela, retomando su rol de novios ante la presencia de Trinidad. Esto, según la crítica del narrador, resulta insuficiente: el espectador necesita claridad y desarrollo, no pistas inconexas.
En paralelo, el romance entre Martina y Jacobo sigue su curso, pero sin generar el más mínimo interés más allá de los propios personajes. Se sugiere incluso que las escenas románticas de los jóvenes se están desplazando a la zona del servicio para evitar miradas indiscretas de la familia, lo que lleva al comentarista a bromear con que al final todos acabarán viviendo allí.
Finalmente, todo apunta a que Lisandro no se irá tan pronto, y su presencia puede tener implicaciones profundas. Su conexión con Leocadia todavía no está clara, pero hay indicios de que comparten un pasado que podría ser relevante, aunque no se llegue a afirmar que él sea el padre de Ángela, como algunos fans han especulado.
Con Eugenia instalada en la habitación de Lorenzo, la tensión doméstica se dispara. Mientras ella celebra su mudanza como una victoria emocional y conyugal, Lorenzo parece al borde del colapso, como si quisiera lanzarse por el balcón, recordando la famosa escena de Jimena cientos de episodios atrás.