La Promesa – Viernes 23 de mayo
Leocadia le revela sus verdaderas intenciones a Lisandro
Este viernes en La Promesa, los secretos más oscuros comienzan a salir a la luz y las verdaderas ambiciones se revelan sin rodeos. El capítulo 601 se convierte en una pieza clave de esta historia, donde las tensiones se multiplican, los conflictos se intensifican y las alianzas ocultas muestran su verdadero propósito.
La joyería Job vuelve a ser epicentro de un descubrimiento crucial. Curro, decidido a seguir el rastro de la verdad, le informa a Pía que Jacobo figura como uno de los clientes habituales de la joyería. Este hallazgo no es menor: las piezas compradas, junto con otros indicios, podrían vincular directamente a Jacobo no solo al atentado contra un joven, sino también a la trágica muerte de Hann. La investigación da un vuelco que amenaza con derrumbar los últimos restos de la fachada de los Luján.
Al mismo tiempo, la figura de don Lisandro de Carvajal y Cifuentes se vuelve más peligrosa que nunca. Gracias a su astucia y capacidad de infiltración, ha logrado descubrir los secretos más comprometedores de la familia Luján. Estos secretos, celosamente guardados durante años tras los muros del palacio, ahora están en sus manos como armas listas para ser usadas. El duque confronta a Alonso, y de este tenso enfrentamiento emergen verdades que podrían escandalizar a toda la corte: el matrimonio clandestino de Catalina, la desaparición sospechosa de Eugenia, y muchos más secretos que podrían cambiarlo todo.
Mientras tanto, en el plano emocional, Rómulo intenta reabrir una conversación con Emilia, ansioso por entender las razones de su repentina desaparición. Quiere llegar al fondo de sus emociones, comprender qué heridas siguen abiertas y por qué ella se resiste a volver a su lado. Sin embargo, el reencuentro, lejos de traer paz, despierta viejas heridas. Un malentendido amenaza con destruir lo poco que ambos habían reconstruido, y su relación vuelve a pender de un hilo.
En el ámbito espiritual, la trama también se complica. El padre Samuel, normalmente una figura de serenidad, se muestra completamente alterado tras recibir una carta del obispado. La misiva parece afectarlo profundamente, llevándolo a un estado de angustia y confusión. María Fernández, preocupada, lo confronta con valentía, pidiéndole que comparta lo que le aflige, con la esperanza de aliviar su carga. Pero Samuel guarda silencio, sumido en un conflicto interno que podría tener implicaciones más grandes de lo que parece.
De regreso al juego de poder central, Leocadia continúa con su estrategia de manipulación. Se muestra amable con Eugenia, buscando acercarse y sonsacarle información sobre lo que Cruz pudo haberle confiado durante su reclusión. Pero Eugenia no cae en la trampa. Ha recuperado su lugar como esposa del capitán y, con más fuerza que antes, le deja claro a Leocadia que su hermana empieza a sospechar de sus verdaderas intenciones. Leocadia, al verse confrontada, no da marcha atrás.
En una escena clave, Lorenzo, bajo las órdenes de Leocadia, empieza a preparar un plan para hacer que Eugenia sufra una recaída mental o, si eso no funciona, lograr que sea internada nuevamente en el sanatorio. La frialdad de esta maniobra muestra hasta qué punto están dispuestos a llegar para deshacerse de sus obstáculos. Sin embargo, esta oscura colaboración muestra grietas. El duque, cada vez más inquisitivo, enfrenta a la marquesa y le exige que le revele qué busca realmente.
Y es entonces cuando Leocadia se quita definitivamente la máscara. Sin rodeos, le confiesa: “Lo quiero todo.” Afirma haber estado moviendo los hilos durante años, siempre desde las sombras, y que ha llegado su momento. Para ella, ya no hay vuelta atrás. Ahora es tiempo de reclamar el poder que cree merecer, y no piensa detenerse por nadie.
En otra línea narrativa, el sargento Burdina aparece inesperadamente en el taller de motores, lo que deja a Toño completamente descolocado. La presencia de la Guardia Civil no es un simple acto rutinario: representa una amenaza directa a los intentos de Toño y Manuel por rescatar el negocio familiar, que ya viene golpeado por otros problemas. La tensión crece a medida que Burdina se aproxima a los secretos que los mecánicos quieren mantener enterrados.
A la par, Curro y el sargento López intentan descifrar las joyas más complejas de la joyería Job, sin lograr aún entender todo lo que esconden. Cada pista los acerca más a la verdad, pero también los expone al peligro. La investigación avanza a contrarreloj, mientras los culpables se vuelven más desesperados.
Finalmente, Catalina y Adriano, que habían planeado dejar La Promesa, deciden postergar su salida. Saben que Lisandro aún ronda por el palacio, y entienden que irse ahora podría poner en riesgo no solo su bienestar, sino también su amor. Optan por la cautela: esperar hasta estar seguros de que Lisandro ha abandonado realmente la escena… o al menos hasta que consigan hacerlo creer.
Cuando todo parece tambalearse, una pregunta se impone con fuerza en lo más profundo del palacio:
¿Hasta dónde están dispuestos a llegar Leocadia y Lisandro en su alianza secreta para apoderarse del destino de los Luján?
El capítulo 601 se presenta como un episodio determinante, en el que cada personaje debe decidir entre la lealtad y la supervivencia, entre el poder y la verdad. La Promesa entra en una nueva etapa, donde los secretos no solo se revelan, sino que comienzan a devorar a quienes los ocultan.