MARTA Y FINA – Sueños de Libertad Capítulo 317
Pelayo insiste en llevar a Clara a Madrid por razones ocultas 🔥
En el capítulo 317 de Sueños de Libertad, las tensiones familiares se intensifican cuando las verdaderas intenciones de Pelayo comienzan a aflorar bajo la apariencia de preocupación filial. Lo que en la superficie parece un gesto de afecto hacia su madre Clara, poco a poco se convierte en una conversación cargada de segundas intenciones y propuestas que ella no está dispuesta a aceptar sin cuestionamientos.
La escena se abre con un momento aparentemente tierno: Pelayo se interesa por el bienestar de Clara, le pregunta si necesita algo, demostrando una cercanía que ella percibe como inusual. Aunque nota la dulzura en su actitud, Clara no tarda en cambiar de tema, desviando la atención hacia la reciente reunión de su hijo con Quiroga. Pelayo le responde con entusiasmo: el encuentro ha sido más positivo de lo que esperaba. Le revela que Quiroga está bien conectado con figuras influyentes, lo que abre posibilidades para sus planes futuros.
Pero Clara, siempre perspicaz, no se deja deslumbrar. Le recuerda que las relaciones políticas, si no se cultivan con constancia y honestidad, tienden a enfriarse y desaparecer, como ya le ha ocurrido a Pelayo antes. A pesar de la advertencia, él insiste en que esta vez será distinto: promete mantener viva la conexión y no desaprovechar la oportunidad.
La conversación da un giro inesperado cuando Pelayo propone que Clara y Marta se muden con él a Madrid. Lo presenta como un gesto generoso, una oportunidad para estar juntos y en un entorno más favorable. Sin embargo, Clara reacciona de inmediato con un rotundo rechazo. No necesita muchas palabras para percibir lo que realmente hay detrás de la propuesta. Sospecha que su hijo intenta manipularla, disfrazando sus verdaderas motivaciones de preocupación familiar.
Pelayo no se rinde. Argumenta que en Toledo no está ocurriendo nada significativo y que la acción verdadera, la posibilidad de influir, de avanzar, está en Madrid. Para él, no se trata solo de un cambio de residencia, sino de estar “en el lugar correcto, en el momento justo”. Clara, sin dejarse impresionar, lo escucha, pero mantiene su postura: no está convencida, ni por las promesas ni por el aparente cuidado.
Para reforzar su argumento, Pelayo le cuenta que él y Marta están en contacto con Miguel Ángel Vaca y su esposa. Según él, Vaca está considerando abandonar un cargo político que Pelayo ambiciona ocupar, con el apoyo de Quiroga. A su juicio, ingresar al mundo de la política es el camino que le brindará la estabilidad y el poder que tanto busca a largo plazo.
Clara, sin embargo, le resta importancia al asunto. Con claridad, le dice que ese cargo es irrelevante, un puesto menor en comparación con los verdaderos centros de poder. Lo que importa, enfatiza, sucede en Madrid, pero no en el plano político que Pelayo imagina, sino en uno más profundo, más auténtico.

Intentando tocar una fibra más emocional, Pelayo le sugiere a Clara que podría vivir con él en su gran casa de Madrid. Le insinúa que tal vez se siente sola, que podría necesitar compañía. Clara no lo desmiente del todo, pero su reacción es más compleja. Le reprocha que se haya enterado a través de su suegro de un reciente encuentro de Pelayo con Darío, un hombre que fue parte de su pasado y con quien ella no deseaba mantener más vínculo. Le deja claro que esa historia terminó antes siquiera de comenzar.
Pelayo, herido por el comentario y la desconfianza, vuelve a insistir en su ofrecimiento. Afirma que no quiere controlarla, como ella teme, sino protegerla. Argumenta que Marta, aunque vive con ella, no está cumpliendo con ese rol como debería. En su visión, su propuesta no solo representa un nuevo inicio, sino una forma de cuidar a su madre, de compensar quizás el tiempo y la distancia que los ha separado.
Sin embargo, a lo largo de esta conversación cargada de matices, Clara comienza a ver con claridad las verdaderas motivaciones de su hijo. Sabe que detrás de cada frase amable, de cada gesto aparentemente desinteresado, hay un plan cuidadosamente diseñado. Pelayo no solo quiere su compañía: quiere asegurarse de tener control sobre ella y sobre Marta. Y más allá de eso, quiere usar su influencia para ganar terreno en un mundo político que lo fascina pero que aún le queda grande.
A medida que avanza el episodio, lo que parecía un diálogo íntimo y sincero, se convierte en un enfrentamiento velado. Una madre que ya ha vivido demasiado como para caer en trampas, y un hijo que aún no entiende que el poder, cuando se persigue sin principios, puede costarlo todo.
El capítulo 317 de Sueños de Libertad deja claro que, en esta historia, las ambiciones no siempre se visten de arrogancia; a veces se disfrazan de amor. Pelayo ha puesto sus cartas sobre la mesa, pero Clara todavía tiene las suyas muy bien guardadas.