⚠️ SPOILER: Marta y Fina – Capítulo 329: “Si volvieras a solicitar la nulidad matrimonial, no me opondría”
En uno de los momentos más conmovedores y emocionalmente intensos del capítulo, Andrés visita a María, quien permanece postrada en cama tras el accidente que la dejó en condición de invalidez. La escena se desarrolla en un ambiente íntimo y cargado de tensión emocional, donde el cuidado y el dolor se entrelazan. Andrés, con ternura pero determinación, insiste en que María intente realizar ejercicios simples para evitar el deterioro completo de su cuerpo. Aunque reconoce lo exhausta que está física y emocionalmente, le pide que haga el esfuerzo de mover los brazos en una dinámica de resistencia.
María, inicialmente reacia y visiblemente desanimada, expresa que no se siente capaz de lograrlo. Andrés, sin perder la calma, le recuerda que él mismo pasó por un proceso de rehabilitación después de su propio accidente automovilístico, en el que también estuvo involucrado el padre de María. Le confiesa que en su momento fue duro, pero poco a poco fue mejorando. Esta referencia despierta una respuesta amarga por parte de María, insinuando con ironía que ambos saben bien quién realmente lo ayudó durante aquel periodo.
A pesar de ello, Andrés no se deja afectar. Continúa hablándole con empatía, intentando mantenerla motivada. Le asegura que los comienzos son siempre los más difíciles, pero que con el tiempo su cuerpo se adaptará al esfuerzo y podrá ver avances. Menciona incluso que muy pronto llegará un nuevo especialista para acompañarla en el proceso de recuperación. Es un momento de esperanza genuina, de querer rescatar la dignidad y la movilidad de María en medio de una situación devastadora.
Ese leve rayo de esperanza provoca una reacción en María, quien finalmente le agradece por no rendirse con ella y por devolverle un poco de fe. Andrés, con ternura, le asegura que nunca perdió la esperanza y que hará todo lo que esté en su mano para que reciba la mejor atención posible.
Pero justo cuando parece que la conversación se ha suavizado, María introduce un giro inesperado: le dice a Andrés que si él volviera a solicitar la nulidad matrimonial, esta vez ella no se opondría. La declaración deja a Andrés visiblemente impactado. Con voz sincera y sin rodeos, María le explica que no se trata de un gesto de amargura, sino de honestidad. Asegura que ya no tiene futuro, que no puede ofrecerle nada y que no quiere que él permanezca a su lado por lástima, culpa o compromiso. Se refiere al hecho de que el accidente ocurrió justo cuando Andrés había decidido echarla de casa, y siente que es una ironía cruel del destino que ahora estén unidos solo por esa tragedia.

Este monólogo de María es un momento de gran profundidad emocional. Sus palabras no buscan reproche ni compasión, sino liberar a ambos de una carga silenciosa. Ella desea que si hay algo que los una, no sea la obligación ni el remordimiento, sino un sentimiento genuino. Le pide a Andrés que piense no solo en ella, sino también en él mismo, y en lo que realmente sería mejor para ambos.
La escena finaliza con un silencio lleno de significado, en el que ambos personajes enfrentan una verdad dolorosa que habían estado esquivando. No hay respuestas definitivas, solo el peso de una realidad que exige decisiones difíciles. La conversación marca un punto de inflexión en su relación, en el que queda claro que ni el amor ni el deber bastan cuando el dolor no se ha sanado y la esperanza apenas resiste.
Este capítulo profundiza en la vulnerabilidad humana, en la culpa, el amor desgastado y la necesidad de honestidad incluso en medio del sufrimiento. Andrés y María quedan retratados como dos personas atrapadas por las consecuencias de un pasado complejo, pero también como seres capaces de enfrentar sus miedos con coraje. Una escena que deja huella y que redefine el vínculo entre ellos.