El hombre más rígido de la casa ha hecho lo impensable. Kazim ha cocinado por primera vez y lo ha hecho con cariño. No por sus hijas… sino por Ferit.
Pocas veces en su vida Kazim ha cocinado para alguien. De hecho, sus hijas no recuerdan haberlo visto nunca en la cocina. Por eso, cuando Ferit y Seyran bajan por la mañana y lo encuentran amasando pasteles de Antep con sus propias manos, se quedan sin palabras.
Esme, Suna y Hattuç tampoco pueden ocultar su sorpresa. Kazim no solo está cocinando; lo está haciendo con dedicación. Y lo más llamativo: no lo hace por ellas, sino por su yerno.
Después del conflicto con los Korhan, Kazim ha decidido apoyar a Ferit de una manera que nadie esperaba. Ha querido tener un detalle que hable más que cualquier palabra. Aunque nunca ha sido un hombre afectuoso, esta vez algo ha cambiado.
Para Kazim, Ferit se ha convertido en ese hijo varón que nunca tuvo, pero con el que, poco a poco, está construyendo una bonita relación.
