⚠️ SPOILER
Título: Nunca conseguirás que rompa con Pedro
En una escena cargada de tensión, emociones contenidas y reproches acumulados, Digna llega a la casa de Damián con una actitud firme y determinada. Desde el primer momento, marca distancia: aclara que no piensa quedarse mucho tiempo. Damián, intentando restar importancia a la situación, comenta que no hay apuro porque la cena aún no está servida. Sin embargo, Digna insiste en que tiene prisa y no está allí para socializar.
Enseguida, le pide a la criada, Teresa, que los deje a solas y cierre la puerta, dejando claro que se trata de una conversación privada y de suma importancia. Damián le ofrece sentarse, pero ella rechaza el gesto y va directamente al grano. Le lanza una acusación directa: Irene le ha contado que la joven que Damián ha contratado recientemente para trabajar con Luis no es una simple empleada, sino su hija biológica. Digna quiere saber con qué propósito ha organizado todo esto.
Damián, con su habitual tono sereno y calculado, afirma que su única intención es reunir a una madre con su hija. Pero Digna no le cree ni una palabra. Está convencida de que detrás de esa aparente buena voluntad, lo único que hay es una estrategia más para perjudicar a Pedro. Lo acusa de haber manipulado la situación para que Irene descubriera que Pedro sabía todo sobre su hija y, aun así, se lo ocultó.
Damián, sin alterarse, responde con una nueva manipulación: sugiere que si Pedro guardó ese secreto, tal vez no es tan inocente ni tan confiable como aparenta. Trata de invertir los roles y poner en duda la integridad de Pedro. Pero Digna no cae en el juego. Lo defiende con firmeza, asegurando que confía plenamente en él, en sus razones y en su moral.

Aun así, Damián sigue sembrando dudas. Le dice que ella puede creer lo que quiera, pero que tarde o temprano abrirá los ojos y verá la verdadera cara de Pedro. La presiona con una pregunta punzante: ¿por qué alguien que dice amar y proteger a su hermana le ocultaría algo tan trascendental como el paradero de su hija?
Frente a esa provocación, Digna se lanza al contraataque. Le recuerda que la confianza que ella tiene con Pedro es más sólida que la que él jamás tuvo con Catalina, su difunta esposa. Esa comparación golpea a Damián, que por un momento queda sin respuesta. Pero Digna no se detiene. Visiblemente afectada, comienza a enumerar una larga lista de las faltas y secretos que rodean a Damián: su participación en los crímenes de Gerbasio, su implicación en los delitos de Jesús, la existencia de un hijo que mantuvo oculto y, ahora, un hermano desconocido. La revelación es devastadora, y con cada palabra, Digna marca una distancia emocional definitiva.
Finalmente, le deja claro que no quiere saber más de él, ni de sus razones, ni de sus planes. Pero antes de irse, lanza una última sentencia, tan clara como irrefutable: “Nunca lograrás destruir mi matrimonio con Pedro.” Es una promesa y una declaración de guerra a la vez. Se marcha indignada, con paso firme, mientras afuera estalla una tormenta.
Justo cuando la tensión alcanza su punto máximo, un rayo ilumina por un instante la sala y de inmediato la casa queda sumida en la oscuridad. En el silencio abrupto, Damián grita el nombre de Teresa, pidiendo ayuda o quizá intentando recuperar algo del control que acaba de perder. La escena cierra con una atmósfera de inquietud, resentimiento y un presagio de que las consecuencias de esta confrontación apenas están comenzando a desplegarse.