Spoiler: “Hola amigos, hoy les traigo el avance del capítulo 332 de Sueños de Libertad“
La tensión en la familia De la Reina no da tregua. El episodio 332 arranca con una escena aparentemente cotidiana en la casa: Marta y Pelayo desayunan, pero la conversación pronto revela que nada es tan normal como parece. Pelayo, intrigado por la ausencia de Andrés, comenta que está mostrando una gran dedicación a María, lo cual Marta admite, aunque advierte que, tarde o temprano, su hermano tendrá que retomar sus responsabilidades en la fábrica y volver a respirar fuera de casa.
Gabriel, el supuesto primo, también es motivo de sospechas. Pelayo, con creciente desconfianza, le confiesa a Marta que no le inspira seguridad. Cuenta que durante una visita a la empresa, Gabriel aprovechó un momento en que Damián se ausentó para interrogar a Tasio sobre el laboratorio y los perfumistas del proyecto con Cobeaga. Marta intenta restar importancia al asunto, atribuyéndolo a mera curiosidad, pero Pelayo insiste: ¿y si no es quien dice ser? ¿Y si solo está fingiendo ser parte de la familia para obtener algo?
A pesar de sus dudas iniciales, Marta se muestra más confiada, argumentando que su padre verificó la historia y todo concuerda. Pero Pelayo no cede: ¿por qué aparece justo ahora? ¿Qué quiere realmente? Mientras debaten, Gabriel baja las escaleras y, con una sonrisa amable, se une al desayuno. Marta lo invita a sentarse, y la charla se torna más ligera: hablan de sus planes para el día. Gabriel menciona que hoy tiene poco trabajo y que colabora con una importante empresa de importación llamada La Atlántica. Su tono relajado contrasta con las sospechas que flotan en el ambiente.
En paralelo, la situación de María sigue siendo delicada. Andrés la ayuda a salir al jardín con la intención de que tome el sol y respire aire fresco. Manuela se muestra dispuesta a asistirla, aunque pronto aclara que será Teresa quien la acompañe. Esta idea inquieta profundamente a María, que entra en pánico ante la perspectiva de quedarse sola e indefensa. Suplica a Andrés que la vuelva a subir a su habitación, incapaz de soportar la vulnerabilidad de su nueva realidad.
Andrés, con dulzura, intenta calmarla y le promete que estará atento a cualquier necesidad, aunque tiene que regresar a la fábrica. Sin embargo, al verla romper en llanto, cambia de idea. Le pide a Manuela que informe a su padre que se quedará en casa, priorizando el bienestar emocional de su esposa antes que sus obligaciones laborales.
Más tarde, mientras María está sola en el jardín, aparece Damián con un tono aparentemente amable. Intenta iniciar una conversación, haciéndole ver lo positivo de haber salido al aire libre. Pero sus palabras pronto revelan una intención más compleja: le propone a María que considere ingresar temporalmente en un sanatorio especializado. Su argumento: que allí estaría bien cuidada, tendría atención médica constante, y eso aliviaría también la carga que Andrés lleva sobre sus hombros.

María, al escuchar la propuesta, reacciona con horror. Para ella, no es una solución, sino una amenaza velada. Siente que nuevamente quieren apartarla, esta vez bajo la excusa de cuidarla. Damián intenta mantener una actitud conciliadora, pero sus palabras no logran ocultar del todo su verdadera intención. María lo acusa directamente de querer deshacerse de ella, tal como intentó hacerlo antes de su accidente.
La discusión se intensifica. María se niega rotundamente a aceptar lo que considera una encerrona, y le ordena que se marche. Damián insiste en que lo piense, asegurando que sería solo algo temporal. Pero María, con lágrimas en los ojos, entiende perfectamente lo que implicaría ceder. No está dispuesta a desaparecer de la vida de Andrés ni a permitir que la traten como un estorbo.
Poco después, Andrés aparece con un café para ella. Al verla llorando, se preocupa de inmediato. María le pregunta, dolida, si fue él quien sugirió internarla. Andrés se muestra sorprendido y jura que no sabía nada de lo que su padre le había planteado. Ella le ruega que no lo permita, que no la abandone. Andrés la abraza, intenta calmarla y le promete que jamás la dejará sola.
María se siente culpable por ser una carga. Cree que Andrés se está sacrificando por ella y que su padre solo quiere liberarlo de esa responsabilidad. Pero Andrés le responde con una ternura desgarradora: está con ella porque quiere estarlo. No por obligación. Porque la ama, y porque entiende que su vida juntos ahora es distinta, sí, pero no por eso menos valiosa.
Le acaricia el rostro y le dice que lo que más le duele es que ella haya llegado a pensar que él desea abandonarla. Esa idea, asegura, no puede estar más lejos de la verdad.
Con estas emociones a flor de piel, el episodio 332 profundiza en los conflictos personales y familiares que amenazan con desbordar a todos los personajes. La tensión con Gabriel continúa creciendo mientras la duda sobre su verdadera identidad se hace cada vez más presente. El miedo de María, las sospechas de Pelayo, la fidelidad de Andrés y la frialdad calculadora de Damián se entrecruzan en un capítulo cargado de giros emocionales y revelaciones latentes.
Todo está en juego. Y mientras la casa De la Reina parece un campo de batalla emocional, el capítulo deja claro que el amor, el miedo y la desconfianza conviven peligrosamente bajo el mismo techo.