⚠️ Atención por favor, empezamos – SPOILER ⚠️
Esta semana en La Promesa se nos plantea una celebración inesperada: se avecina una fiesta en honor a un nuevo título nobiliario que el Duque ha otorgado a Adriano y Catalina. Este evento marca un posible punto de inflexión en la trama, aunque algunos podrían sentir que la historia se está haciendo algo pesada y predecible.
Nos encontramos ante episodios que podrían volverse duros de seguir, especialmente si lo más destacado es esta fiesta. Muchos esperan que al menos ocurra algo sorprendente, un giro que nos saque del letargo narrativo. Si todo gira en torno a personajes como Lisandro, la cosa pinta floja: un personaje que prometía mucho al principio pero que ha terminado siendo prácticamente irrelevante. Su conexión con Leocadia y su papel como infiltrado ha resultado decepcionante, ya que no interactúa con los personajes clave como Manuel o Curro.
Curro, por otro lado, es el eje de este capítulo. Tras confesarle todo a Esmeralda, vemos una faceta más humana de ella, revelando información interesante. Sin embargo, hay lagunas: ¿cómo es posible que una mujer tan influyente como Esmeralda no supiera nada sobre el escándalo que rodeaba a Curro? La escena, aunque potente, se siente coja, sobre todo por la confusión final de Curro.
Después de esto, Curro y Lope conversan sobre la revelación. Las imágenes a través de la ventana, con Lope en un entorno casi carcelario, parecen anticipar lo que vendrá. ¿Veremos pronto a alguien entre rejas? Tal vez. Aunque esperemos que no caigan en repeticiones de tramas ya vistas.
Otro giro interesante llega con la joyería: Esmeralda destapa una conexión entre Vera y un tal Juan Iglesias, que podría ser su familiar. Aunque el apellido no coincida, hay indicios que apuntan a una vinculación. Aquí se reactiva una subtrama antigua que fue cancelada tras la salida de Ana Garcés: aquella en la que el Duque de Carril engañaba a Manuel y Curro, llevándolos casi a la ruina. Que esa historia resurja ahora, con Vera y la joyería, puede traer algo de dinamismo.
También se recuerda al personaje olvidado de Marcelo, el supuesto marido de Teresa, del que nunca más se supo. Quizá estos hilos sueltos comiencen por fin a cerrarse.
En cuanto a lo romántico, los encuentros entre Curro y Ángela siguen igual: hay química, sí, pero las escenas se repiten. Miradas, tensiones, casi besos… pero todo se queda en nada. La trama de Ángela lleva ya tiempo estancada y podría haberse resuelto en dos episodios, pero continúa arrastrándose.
Finalmente, hablamos de Rómulo. Su salida ya no es un secreto, tras contárselo a Catalina y, por extensión, a todo el palacio. Alonso tarda más en atar cabos, pero al fin lo comprende. Parece que quiere convencerlo de quedarse, pero muchos deseamos que Rómulo continúe con su vida lejos de la Promesa. Ya ha cerrado su ciclo: ha reencontrado el amor, ha cumplido su papel, y ahora es momento de dar paso a nuevos personajes.
Y si se va, que se lleve a Ricardo también, y que entren caras nuevas. Incluso se propone el regreso de Salvador como mayordomo, lo que abriría posibilidades para un nuevo triángulo amoroso. Aunque, honestamente, puede que ya estemos saturados de enredos de ese tipo.
Ojalá que la fiesta que se avecina no sea solo vino y canapés. ¡Queremos acción! Que el veneno que mencionaron en capítulos pasados tenga consecuencias reales, no solo experimentos con plantas. Que haya riesgo, drama, sorpresas. Que pase algo.
Por ahora, esto es todo. Os leo en comentarios y os deseo un feliz viernes, promisers.