Marta and Fina: Dreams of Freedom (Chapter 338)
Why are you wearing that? And on both arms?
En este capítulo, se desarrolla una conversación cargada de emociones entre Marta y Fina, en la que se evidencia la complejidad y la profundidad del sufrimiento de Marta tras su reciente intento de suicidio. La charla se convierte en un momento de intimidad y preocupación genuina, donde se mezclan la fragilidad, el deseo de proteger a los demás y la inocencia infantil, que contrasta con la cruda realidad que Marta está intentando ocultar.
La escena inicia con Fina observando con sorpresa los vendajes que Marta lleva en ambos brazos. Con la inocencia y la preocupación genuina propias de alguien que quiere entender y ayudar, Fina pregunta directamente: “¿Por qué llevas eso? ¿Y en los dos brazos?” Esta pregunta simple y directa es un momento clave que revela mucho más de lo que aparenta, pues pone en evidencia no solo las heridas físicas, sino también las emociones ocultas que Marta guarda para sí misma y para los demás.
Marta responde con cautela, tratando de disfrazar la verdad para evitar alarmar a Fina y a los presentes. Ella inventa una historia sobre un accidente doméstico: cuenta que hace un par de días tuvo un día muy difícil, que se levantó para tomar una pastilla y se cayó, haciendo que una lámpara se rompiera. Explica que los cortes en sus muñecas fueron provocados por los vidrios de esa lámpara rota. Minimiza la gravedad de las heridas, describiéndolas como rasguños superficiales y atribuyendo la sangre a una apariencia exagerada. Esta explicación es claramente una forma de Marta para proteger a Fina de la verdad dolorosa y, quizá, para protegerse a sí misma de enfrentar su realidad de frente.
Fina, aunque acepta la explicación de Marta con la confianza que caracteriza a su inocencia, no puede evitar sentir una inquietud latente. La conversación entonces se suaviza cuando Marta pregunta a Fina cómo le va en la escuela. Fina responde con honestidad infantil que la escuela le resulta aburrida, un comentario que abre un espacio para que Begoña, también presente, intervenga. Begoña intenta recordar a Fina tiempos en los que se mostraba entusiasta por sus estudios, mencionando un proyecto anterior sobre Brasil en el que ambas habían colaborado con entusiasmo. Esto sirve para traer un momento de alegría y nostalgia a la conversación.
Fina admite que aquel proyecto fue divertido, pero expresa su frustración por no comprender el propósito de muchos de los temas que ahora estudia. Su duda es común en muchos jóvenes, que cuestionan la utilidad práctica de lo que aprenden en la escuela. Marta, en un intento de motivarla, le explica que la educación es fundamental porque le permitirá, en el futuro, elegir una profesión y tener libertad para tomar sus propias decisiones.
Pero pronto Fina revela su verdadero sueño: quiere ser actriz. Este deseo introduce un aire fresco y esperanzador a la conversación, mostrando la vitalidad y las aspiraciones que la juventud puede tener a pesar de las dificultades que enfrentan quienes las rodean. Marta la alienta, recordándole un papel que Fina interpretó en una obra escolar, donde destacó actuando como Cenicienta. Marta expresa su ilusión por verla de nuevo en escena, idealmente en un papel principal.

Emocionada, Fina dice que le encantaría interpretar a Blancanieves y menciona que planea proponérselo a su profesora, doña María Antonia. Este intercambio es un bello reflejo de la inocencia, la esperanza y la ilusión que aún pueden coexistir en medio de circunstancias difíciles.
Sin embargo, la conversación toma un giro cuando Begoña apura a Fina, diciéndole que se les hará tarde. En ese momento, Fina vuelve a preguntar a Marta por los vendajes en ambos brazos, con una mezcla de curiosidad y preocupación. Begoña interviene rápidamente para ofrecer una explicación creíble, aunque incompleta: asegura que Marta sufre de tendinitis, una inflamación causada por un esfuerzo excesivo o un mal movimiento. Sugiere que tal vez fue un esfuerzo al levantarse de la cama lo que provocó el dolor.
Fina, con su típica inocencia y empatía, comparte que ella misma tuvo tendinitis por jugar tenis y amablemente le ofrece un remedio casero: sumergir la mano en agua caliente con sal. Marta, aunque consciente de que su dolencia no es más que una coartada, acepta el consejo con gratitud y promete probarlo. Este gesto demuestra la necesidad de Marta de mantener cierta normalidad y el apoyo que recibe, aunque sea de manera sencilla y limitada.
La despedida entre ellas está cargada de ternura, con Fina manifestando el deseo sincero de volver a ver a Marta pronto, sin tener ni idea de la profundidad del dolor que esconde aquella supuesta tendinitis. La escena finaliza con la yuxtaposición de la inocencia infantil y la dura realidad emocional que Marta enfrenta en soledad.
Este capítulo pone de manifiesto la fragilidad humana, el esfuerzo por ocultar el sufrimiento y la importancia del apoyo afectivo, aun cuando no se pueda comprender del todo la magnitud del dolor ajeno. A través de esta conversación, se percibe la lucha interna de Marta, quien no está lista para revelar su verdad y prefiere proteger a quienes la rodean, mientras que Fina representa la esperanza, la pureza y los sueños que aún permanecen vivos a pesar de las sombras.
En definitiva, esta charla revela las distintas formas en que las personas afrontan el dolor: Marta con el silencio y la simulación, Fina con la curiosidad y la ingenuidad, y Begoña con la preocupación práctica y el deseo de cuidar. Es un momento clave para entender el estado emocional de Marta y el tejido de relaciones que la sostienen, aunque sea de manera imperfecta.