Hola amigos, hoy les traigo el avance del capítulo 341 de Sueños de Libertad
El capítulo comienza en la casa de la familia Reina, donde Andrés está ayudando a María con unos ejercicios para sus brazos. Mientras le pregunta si siente menos dolor, María admite que ya nota más relajación, aunque confiesa que al principio se asustó porque los sentía muy agarrotados. Andrés le explica que las molestias que siente son normales por el esfuerzo y que los masajes le ayudarán a mejorar, pero lamenta que María haya rechazado la ayuda de Begoña. María, visiblemente molesta, le responde con firmeza que no permitirá que Begoña la toque, sin importar lo que diga Andrés.
Andrés intenta justificar su insistencia diciendo que, ahora que está ocupado en la fábrica, no puede estar tan pendiente de ella y que necesita toda la ayuda posible para su recuperación. María se muestra incrédula y pregunta si Andrés volverá a insistir con la idea de la clínica especializada, a lo que él responde que no permitirá que ella se mude de casa. Sin embargo, María estalla, gritando que no quiere ver a Begoña porque es la persona que más la desestabiliza y la hace sentir mal.
Con paciencia, Andrés intenta razonar con María y le sugiere que contrate a una enfermera que la cuide de manera integral, para los masajes, terapias y ejercicios. María pregunta preocupada si él estará todo el día trabajando, y Andrés la tranquiliza asegurándole que estará con ella en casa. Más calmada, María reconoce que se siente mejor con Andrés cerca, y él le recuerda que está bajo la estricta vigilancia de don Pedro, quien no le perdona nada y lo tiene entre ceja y ceja desde que su padre fue a exigirle cuentas por no haberse hecho cargo del atropello. Afortunadamente, el primo Gabriel intervino para solucionar ese problema, aunque María responde con sarcasmo que Gabriel ha entrado “por la puerta grande” y que ya está en todos lados. Andrés admite que, aunque no le guste, Gabriel le salvó el pellejo.
Preocupada, María le aconseja que no permita que don Pedro lo acorrale ni que Gabriel siga resolviendo todos sus problemas. Le recuerda que puede volver a trabajar si lo desea, pero Andrés se muestra inseguro porque María está sola y él no puede concentrarse con esa preocupación. Finalmente, María acepta la idea de contratar a una enfermera, reconociendo que será lo mejor para todos. Andrés se muestra entusiasmado y agradecido, pero María le advierte que no aproveche la ayuda para desaparecer y dejarla sola.
Mientras continúan con los ejercicios, la escena cambia a Marta, quien enfrenta su realidad y decide hablar con Fina sobre lo sucedido con Pelayo. Marta llega a la habitación de Fina y comenta que las chicas le dijeron que la encontraría allí. Fina se muestra contenta por la visita, pero Marta adopta un tono serio y explica que necesita hablar con ella porque está abrumada. Fina, preocupada, le pregunta qué sucede y Marta le confiesa que Pelayo le propuso tener un hijo.
Fina reacciona con sorpresa y disgusto, preguntando de dónde salió esa idea, especialmente porque con Jaime lo hubiera entendido antes de que supieran lo suyo, pero con Pelayo no. Marta explica que parece que Pelayo cree que para ser gobernador civil no solo es necesario estar casado, sino también tener hijos. Fina, furiosa, afirma que lo hace solo por esa razón. Marta interrumpe para señalar que él ve ese paso como una forma de proteger la imagen de ambos y su matrimonio ante la sociedad.
Fina pregunta preocupada de qué necesitan protegerse, y Marta la tranquiliza diciendo que Pelayo siempre teme que alguien descubra la verdad sobre ellos y que tener un hijo ayudaría a disipar rumores y sospechas. También menciona que Miguel Ángel Vaca ha insistido en que los valedores para el cargo deben ser hombres con familias tradicionales y valores arraigados. Fina, disgustada, cuestiona si Marta realmente está dispuesta a tener un hijo solo para protegerse y para que Pelayo pueda ascender en política.
Con dulzura, Marta responde que la única persona con la que estaría dispuesta a formar una familia es con Fina, y que esta decisión debe ser consensuada entre las tres personas involucradas. Fina la interrumpe, incrédula, preguntando si Marta realmente le está pidiendo que acepte ser madre solo como un trampolín para la carrera política de Pelayo, y lo compara con tener un hijo como quien se compra un sombrero para verse bien. Marta admite que piensa igual que ella. Fina concluye que opinan lo mismo, pero confiesa que le preocupa que las exigencias de Pelayo nunca terminen y que jugar con algo tan serio como la descendencia es muy diferente a protegerse.
Más tarde, fuera de la fábrica, Alonso Cobeaga se encuentra con Pelayo y le dice que está contento de poder despedirse ya que regresa a París al día siguiente. Pelayo se sorprende, pensando que Alonso estaría más tiempo. Alonso explica que la fragancia presentada por el perfumista fue excelente, así que no hay razón para quedarse más. Pelayo lo felicita, pero Alonso, con cierta tristeza, comenta que lo que empaña su regreso es no haber tenido oportunidad de conocerlo más a fondo.
Pelayo, incómodo, intenta bajarle el tono, pero Alonso insiste y revela que será su última noche en Toledo. Con picardía, le propone cenar juntos en un restaurante o en su hotel. Pelayo, perdiendo la paciencia, le dice que no es como él y le pide que entienda eso. Alonso responde con comprensión, mencionando que no siempre es fácil ser fiel a lo que uno siente o desea y que eso a veces despierta crueldad interna. Pelayo se disculpa si sonó cruel, pero Alonso lo contradice diciendo que fue intencional y que hay personas que prefieren protegerse atacando, aunque eso implique negarse a sí mismos.
Molesto, Pelayo le advierte que tenga cuidado con sus insinuaciones, recordándole que están en España y no en París, donde esas actitudes se pagan muy caras. Antes de alejarse, Alonso le recomienda no desperdiciar su vida y vivirla plenamente, deseándole felicidad con su esposa maravillosa.
De vuelta en la casa de la familia Reina, Raúl llega con un ramo de flores para María, quien le pregunta el motivo de ese detalle. Raúl confiesa que le vino a la mente la forma en que ella le habló esa mañana y que solo quiere que esté bien. María, molesta, responde que no está bien y que estaría mejor si la ayudara a sentarse en el sofá. Raúl la toma en brazos y la acomoda, mientras ella se disculpa por su mal humor. Él le sugiere que debería salir a tomar aire, pero María duda de poder hacer algo. Raúl propone retomar la idea de pasear por el campo o algún camino, prometiendo cuidarla mucho. María sonríe, bromeando con la idea de subirse a su espalda.
Mientras conversan y Raúl acaricia su rostro, Begoña baja las escaleras y los ve muy cerca. Al percatarse, Raúl se levanta rápidamente y se despide, dejando sola a Begoña con María. Begoña, curiosa, pregunta qué pasa con Raúl y si le regaló las flores, pero María, molesta, niega haberle pedido ese gesto y acusa a Begoña de espiarla, recordándole que ella se acostó con su marido y que Julia los vio. Begoña responde con firmeza que no está juzgando, solo está preocupada por María.