Spoiler: Esta escena muestra una conversación entrañable, cálida y muy significativa entre Fina y Claudia, que refleja el cariño, la complicidad y la admiración mutua.
Todo empieza cuando Fina llega algo cansada, cargando un sobre con unas fotos que ha estado tomando últimamente. Claudia la recibe con afecto y curiosidad, interesada en saber qué trae consigo. Fina le explica que tuvo que cerrar la tienda sola porque Carmen se fue de repente: su hermano tuvo un accidente, aunque no fue grave, se lastimó levantando unas cajas y ahora debe guardar reposo usando un collarín. Ambas sienten tristeza por la situación y Claudia recuerda que hace poco ese mismo hermano la ayudó con unos muebles. Fina, entre risas, comenta que no tardó en coquetearle, a lo que Claudia responde con humor que eso no le sorprende, pues ese carácter seductor parece ser una característica familiar, igual que el temperamento fuerte de Carmen, que se enfada rápido cuando su hermano se mete en líos.
La charla cambia de rumbo y se centra en Marta. Fina cuenta que Marta pasó brevemente por la tienda solo para saludar, ya que quería acostarse temprano, pero lo que realmente importa es que Fina trae consigo unas fotos muy especiales: retratos de Marta y de los terrenos de Montesquinza. Claudia recuerda que Montesquinza era el hombre que intentó engañar a la madre de Pelayo y, al ver las fotos, se queda impresionada. Le parecen hermosas no solo por lo bien que Marta salió, sino también porque Fina tiene un talento artístico real.
Fina minimiza el mérito diciendo que Marta es muy fotogénica, pero Claudia insiste en que el verdadero mérito es de Fina, ya que esas fotos no lucirían igual sin su estilo y sensibilidad. Le sugiere que debería tomarse la fotografía más en serio como un hobby que le dé alegría y la haga sentir útil. Fina duda y comenta que no tiene conocimientos técnicos, que todo lo hace por instinto, pero Claudia la anima, explicando que la técnica se puede aprender, pero la sensibilidad no, y que eso es algo que Fina tiene de sobra. Como amiga, Claudia no quiere que Fina deje pasar la oportunidad de aprovechar ese don.
Con humor, Fina dice que no sabría a quién fotografiar, y que si empieza a tomar fotos a los trabajadores de la fábrica, podrían pensar que les está tirando la onda. Claudia se ríe y le lanza una propuesta inesperada: que le haga retratos a ella, pues le gustaría tener fotos tan bonitas como las que tiene Carmen. Fina responde que esas las hizo un fotógrafo muy bueno, pero Claudia insiste en que Fina puede hacerlo incluso mejor.
Finalmente, Fina acepta con una sonrisa y promete que al día siguiente, durante un descanso, le tomará las fotos. Claudia se emociona y le agradece mucho, mientras que Fina se alegra de poder compartir algo tan personal con ella. La escena termina con ambas hablando sobre lo guapa que es Marta y deseando que las fotos que tomen juntas sean igual de lindas.
Es una escena que transmite ternura, una amistad verdadera y un momento especial de descubrimiento para Fina, quien comienza a confiar un poco más en sí misma y en su talento artístico.