🟣 Spoiler: Una despedida cargada de tensión en Sueños de libertad
En su última tarde en Toledo, el señor Kobeaga busca despedirse formalmente de don Pelayo antes de regresar a París. Aunque se esperaba que su estancia durara más, confirma que su decisión está tomada: la fragancia presentada por el perfumista ha sido todo un acierto. No tiene dudas. Es justo lo que buscaba y se siente seguro confiando en el talento local. Agradece profundamente tanto a Pelayo como a su esposa por haberle presentado a un creador que, de otro modo, habría pasado desapercibido. Considera un honor haber colaborado con un auténtico genio de la moda.
La conversación parece cordial hasta que Kobeaga, con una mezcla de sinceridad y atrevimiento, lanza un comentario que cambia el tono del encuentro: le entristece regresar sin haber podido conocer más a Pelayo en lo personal. Sutil pero directo, le lanza una invitación a cenar esa misma noche. Pelayo, sorprendido y algo incómodo, rechaza tajantemente la propuesta. Le recuerda que no son iguales y que, aunque algunos sentimientos puedan ser difíciles de reprimir, eso no justifica ciertos comportamientos.
Kobeaga insiste en que no buscaba ser cruel con su propuesta, pero Pelayo lo acusa de sí haberlo sido. La tensión aumenta. Kobeaga, sin embargo, sugiere que a veces el miedo a lo que uno realmente desea lleva a algunas personas a actuar con frialdad, incluso negándose a sí mismas. Pelayo, firme, lo advierte con severidad: sus insinuaciones pueden ser muy peligrosas en un país como España, donde comportamientos como el suyo aún se pagan caros.
La conversación culmina con Kobeaga deseándole felicidad con su “maravillosa esposa”, en una despedida que, lejos de ser amable, está impregnada de reproche, tristeza contenida y un subtexto cargado de sentimientos no correspondidos. La música acompaña una escena que deja claro que, detrás de los tratos comerciales y las apariencias, hay emociones mucho más complejas que nunca llegaron a florecer… y que, quizás, nunca tuvieron la oportunidad.