🟣 Spoiler: Bueno, pues hazlo por Andrés, por lo menos…
La escena entre Damián y María es un cruce tenso, cargado de reproches, manipulación emocional y una gran carga simbólica. Mientras María se concentra en un rompecabezas —que compara con la vida misma, una tarea que requiere encajar cada pieza en su lugar correcto—, Damián irrumpe tras varios días de silencio, intentando recuperar la conversación con una actitud amable. Pero María lo frena en seco: quiere saber directamente a qué ha venido.
Damián le revela que pronto habrá una junta en la que se votará una propuesta presentada por Luis: lanzar una nueva fragancia masculina. Al oírlo, María se muestra intrigada y cuestiona cómo afectará esto a los proyectos actuales, lo que Damián interpreta como una muestra del conflicto habitual entre las distintas facciones de la empresa: los De la Reina, los Merino y don Pedro. Esta vez, sin embargo, afirma que todo se centra en lo empresarial, no en lo personal, y le deja claro que el voto de María será determinante. De él dependerá a qué bando apoya.
Para presionarla, Damián recurre a la vieja táctica de recordarle los favores pasados: dice que él y su familia se han preocupado por su bienestar. Pero María no se deja manipular. Él le pide que lo haga, al menos, por Andrés, quien —según él— está entregando su vida para cuidarla. Entonces, María lanza una revelación amarga y demoledora: “Andrés se está dejando la vida por atenderme… y yo casi pierdo la mía después de una discusión con él.” Con esta frase, le muestra su dolor y resentimiento, dejando claro que no ve en Andrés al salvador que Damián pinta.
María sigue con una declaración descarnada: en esa casa, ha aprendido a pensar solo en sí misma, como hacen todos los demás. Ya no se deja guiar por lealtades, ni por ideales familiares, ni siquiera por los afectos. Solo vela por su propio bienestar. Damián queda desconcertado, creyendo que María solo velaba por Julia. Ella le confirma que sí, piensa en su hija, pero que primero está ella misma.
Finalmente, cuando Damián le pide una respuesta definitiva sobre el voto, María responde con inteligencia calculada: le parece muy bien la idea de lanzar una fragancia masculina, ya que Julia saldría beneficiada. Así, logra posicionarse estratégicamente sin comprometerse del todo. La conversación termina con María volviendo a centrarse en su rompecabezas, dejando a Damián sin saber exactamente cómo interpretarla. Una vez más, demuestra que, como pieza del juego, María es tan vital como impredecible.