⚠️ Spoiler: “En esta escena cargada de emociones” ⚠️

En un momento lleno de tensión contenida y vulnerabilidad, María y Andrés mantienen una charla serena pero impregnada de emociones profundas. María, percibiendo un cambio en él, le pregunta si se encuentra bien. Andrés trata de minimizar lo que siente y justifica su actitud diciendo que solo está agotado después de una jornada complicada. Sin embargo, ella no le cree del todo y confiesa que teme ser una carga, como si su cercanía física fuera un sacrificio más que una elección. Andrés intenta calmarla, asegurándole que no es así, aunque admite que el día ha sido mentalmente pesado, especialmente por lo ocurrido en el dispensario.

Ante la inquietud de María, Andrés le revela que Don Pedro ha exigido una respuesta contundente frente al robo, buscando transmitir autoridad desde la empresa. Esto ha generado una gran presión sobre todos los miembros del consejo directivo para adoptar esa línea dura, aunque algunos no estén completamente convencidos. María no titubea: cree que es fundamental defender la seguridad de la fábrica y que los responsables deben enfrentar las consecuencias de sus actos.

Andrés, sin embargo, menciona que no todos comparten esa visión, y nombra a Begoña como una de las voces disidentes. El simple hecho de escuchar su nombre provoca una reacción inmediata en María, quien sarcásticamente la llama “Santa Begoña”. Intuye que Andrés está alterado por haber tenido que contradecirla, aunque él insiste en que no se trata de eso. Explica que está en una posición incómoda, presionado por las expectativas y bajo constante observación tras su reincorporación a la fábrica.

María, con determinación, le aconseja que aprenda a manejar esas presiones, que no puede dejarse influenciar por las emociones de los demás, ni siquiera por las de Begoña. Le recuerda que su deber principal es con la empresa. Andrés parece tomar nota de sus palabras, aunque en su rostro aún se adivina cierta inseguridad.

La conversación concluye y Andrés se dispone a cambiarse. María le dice que no le importa que lo haga allí mismo, aunque luego intenta mostrar independencia diciendo que puede sola llegar a la cama. No obstante, al quedarse sola, intenta alcanzar su silla de ruedas, pierde el equilibrio y cae al suelo, sin sufrir daños. Y justo en ese instante, ocurre algo sorprendente: María se lleva las manos a las piernas y percibe algo que no había sentido en mucho tiempo… ¿una señal de sensibilidad?

Confundida y sin querer compartirlo aún, guarda silencio. Andrés entra alarmado y corre a ayudarla, levantándola con cuidado y llevándola hasta la cama. Él le pregunta si está bien, y María le responde que sí, que solo pensó que podía hacerlo sin ayuda. Una vez acostada, le pide un vaso de agua y sus zapatillas. Mientras él sale, ella aprovecha el momento de intimidad para volver a tocarse las piernas. Hay una mezcla de sorpresa, esperanza e incredulidad en su gesto. No sabe si fue real o producto de su deseo, pero algo dentro de ella ha cambiado.

Este instante, silencioso y lleno de simbolismo, marca un posible punto de inflexión en su recuperación física, pero María decide guardárselo para sí misma… por ahora.