⚠️ Spoiler: “Y luego ella hará lo que le dé la gana” – La decepción de Damián ante la lealtad cambiante de María en Sueños de Libertad

En una conversación cargada de tensión emocional, Damián se desahoga con Gabriel sobre una situación que lo tiene profundamente contrariado: la propuesta de lanzar una fragancia masculina en conmemoración del 25º aniversario de la banda de la Reina. Esta iniciativa, impulsada por Luis y apoyada por Pedro, se convierte en el eje de una discusión que deja entrever las grietas en las alianzas familiares y el juego de poder que se libra dentro de la empresa.

Damián no oculta su molestia. Para él, el respaldo de Pedro a la propuesta de Luis no es un gesto de apoyo genuino, sino una maniobra calculada para desautorizarlo. Lo percibe como un intento deliberado de restarle importancia dentro de la fábrica, una prueba de que su influencia está menguando. Esta lectura no solo lo irrita, sino que lo hiere en lo más profundo de su orgullo, pues Damián siempre ha considerado que su palabra pesa dentro de la empresa.

Gabriel, testigo de la amargura de su tío, intenta intervenir de manera conciliadora. Le pregunta si puede ayudar de alguna manera, buscando tender un puente entre el malestar de Damián y una posible solución. La respuesta de Damián, sin rodeos, revela la verdadera raíz de su preocupación: necesita el voto de María.

Esta revelación sorprende a Gabriel. Él recuerda que, en una ocasión anterior, María se puso de parte de Damián y gracias a su intervención se frustraron los planes de Pedro, permitiendo que Gabriel ingresara a la empresa. Parecía que María era una aliada confiable. Pero Damián, con visible desilusión, le aclara que esta vez todo ha cambiado. María ya le ha asegurado que votará a favor de Pedro y los Merino.

Ese cambio de postura golpea a Damián como una traición. Lamenta con ironía que su nuera haya vuelto a comportarse como antes, refiriéndose al tiempo en que no se podía confiar en sus decisiones. Damián siente que desde que Jesús le delegó la representación de Julia, María ha abandonado a quienes la han cuidado, alineándose de nuevo con “ese miserable”, en clara alusión a Pedro o a la familia Merino. La decepción se mezcla con la indignación.

Damián no entiende cómo alguien a quien cuidan en casa, a quien empujan en silla de ruedas, puede actuar con tal autonomía sin tenerlos en cuenta. Su dolor radica en sentirse desplazado por una mujer que, desde su punto de vista, debería mostrar más gratitud o al menos mayor consideración hacia quienes la rodean. La define como “muy enrevesada”, subrayando la percepción de que sus acciones son difíciles de descifrar y quizás guiadas por motivaciones ocultas.

Gabriel, intentando entender mejor el trasfondo, le pregunta cuál ha sido exactamente la justificación de María. ¿Acaso no decía siempre que actuaba por el bien de Julia? Damián, aún molesto, le transmite la respuesta textual que ella le dio: María cree que la idea del perfume masculino es magnífica y que Julia se beneficiará directamente. Esta afirmación, lejos de calmarlo, parece confirmarle a Damián que María está utilizando el argumento de Julia como una pantalla para seguir sus propios intereses.

A medida que la conversación avanza, se hace evidente que la posición de Damián dentro del entramado empresarial está debilitada. No solo porque Pedro gana terreno con propuestas como la de Luis, sino porque incluso personas que antes estaban de su lado, como María, ahora le dan la espalda. María, desde su silla de ruedas, se convierte en una jugadora clave que, con decisiones estratégicas, demuestra tener más poder del que algunos quisieran admitir.

Para Damián, el hecho de que ella no haya sido influida por la atención y el afecto que recibe en el entorno familiar lo desconcierta. Esperaba que ese vínculo emocional la inclinara a apoyarlo automáticamente. Pero María, astuta como siempre, ha optado por otra vía, quizá motivada por una visión a largo plazo, o simplemente porque sabe cómo manejar las piezas del tablero a su favor.

El cierre de la conversación no ofrece consuelo para Damián. Al contrario, deja claro que se siente traicionado, vulnerable y fuera de control. La imagen que emerge de María no es la de una mujer manipulada o agradecida, sino la de una estratega fría y calculadora, que no teme tomar decisiones que incomodan a quienes la rodean si eso le permite mantenerse firme en su rol.

En Sueños de Libertad, esta escena es mucho más que una discusión sobre un nuevo producto. Es un retrato de cómo los lazos familiares se entrelazan con las estrategias empresariales, cómo la desconfianza se instala entre quienes deberían formar un frente común, y cómo personajes como María, aparentemente secundarios por su situación física, terminan siendo los que inclinan la balanza del poder.

Con esta decisión, María no solo confirma su independencia, sino también su influencia. Aunque no lo diga en voz alta, deja en evidencia que ya no se deja llevar por lo que esperan de ella, y que tiene sus propias prioridades, que muchas veces no coinciden con las de Damián. Esto, en última instancia, altera por completo el equilibrio de fuerzas en la empresa y añade un nuevo matiz a la figura enigmática de una mujer que, a pesar de estar sentada, está muy por encima de muchos que aún caminan erguidos.