Spoiler: Luz y Begoña deciden ayudar a Sandra, movidas por la compasión y la justicia
En una escena cargada de humanidad y solidaridad, Luz y Begoña protagonizan un emotivo momento en el dispensario, donde se revela su compromiso con el bienestar de Sandra, una joven en situación desesperada que no cuenta con recursos ni apoyo familiar tras un reciente escándalo.
La conversación comienza cuando Luz contesta una llamada telefónica en el dispensario. Al otro lado de la línea está Sandra, la hija del hombre que intentó robar el centro médico semanas atrás. Luz reconoce su voz de inmediato y, tras colgar, Begoña, que ha presenciado la llamada, le pregunta con preocupación qué ha sucedido. Luz le explica que Sandra, a pesar de encontrarse muy débil, logró salir de la cama, caminar hasta el bar más cercano y usar el teléfono para comunicarse con ellas. El motivo de la llamada no era otro que disculparse por lo que hizo su padre y dejar claro que ella no tenía idea de sus intenciones.
Begoña, conmovida, pregunta por el estado de salud de la joven. Luz no duda en describir la gravedad de la situación: Sandra está en muy mal estado, visiblemente angustiada, con una voz apagada y ronca, y con una tos persistente que hace temer una recaída en su ya delicada enfermedad pulmonar. Ahora que su padre está en prisión, Sandra se encuentra completamente sola y desprotegida, lo que agrava aún más su situación médica y emocional.
Las dos mujeres coinciden de inmediato en la urgencia de intervenir. Ambas entienden que, aunque Sandra no tenga dinero ni familia que la respalde, eso no puede ser excusa para dejarla a su suerte. Begoña, con la calidez y determinación que la caracteriza, sugiere pagar ella misma los medicamentos si es necesario. Luz, sin pensarlo, se ofrece a cubrir la otra mitad. No dudan en comprometerse personalmente para garantizarle a Sandra el tratamiento que necesita.
Begoña pregunta entonces si hay algún registro médico en el dispensario que contenga datos sobre la dolencia de Sandra y su dirección. Luz le asegura que esa información debe estar archivada en la carpeta de los expedientes antiguos, por lo que podrán localizarla y actuar con rapidez.
La escena termina con un firme propósito compartido: ayudar a Sandra, sin importar los obstáculos ni el contexto social o económico. Movidas por la empatía, pero también por un profundo sentido de justicia, Luz y Begoña se convierten en el ejemplo de cómo la verdadera medicina va más allá de los tratamientos y se expresa en gestos de compasión hacia los más vulnerables. Esta acción solidaria no solo refleja su humanidad, sino que también aporta un rayo de esperanza dentro de una historia marcada por la exclusión, el dolor y la falta de oportunidades.