Spoiler: La confesión de María destroza su matrimonio y enciende la furia de Damián
En los próximos capítulos de Sueños de Libertad, la tensión estalla en una de las escenas más cargadas de dolor y reproches. Damián entra en la habitación de María con pasos firmes y una mirada que no presagia nada bueno. Aunque su tono es suave al pedir permiso, la atmósfera se vuelve pesada al instante. María, resignada, le permite el paso, sabiendo que esa visita no es por cortesía.
Damián empieza preguntando cómo se encuentra, pero María, con frialdad, le responde que está mejor y que no necesita ayuda. Sin rodeos, le pregunta si ha venido a pedirle su voto para algún asunto familiar, pero él lo niega. Dice que está allí por otro motivo: Raúl. El chófer ha renunciado a su trabajo, y aunque María intenta minimizarlo, Damián deja claro que no cree que la decisión haya sido solo profesional. Insinúa que María es la causa.
Entonces, sin filtros, Damián la acusa de haber utilizado a Raúl emocionalmente. Le lanza una dura afirmación: que lo usó para llenar su vacío, para suplir la ausencia de cariño en su matrimonio, y que luego lo desechó sin más. María, herida, le pregunta si realmente cree que ella es así, pero él no se detiene. Le dice que es manipuladora, que solo causa daño a quienes se le acercan.
Finalmente, Damián le pregunta directamente: “¿Tuviste algo con Raúl?” María, al borde del llanto, lo admite. Dice que se sintió sola, que Andrés estaba completamente volcado en Begoña, que ni él mismo —Damián— la quería en esa casa, y que lo que vivió con Raúl no fue amor, sino una necesidad desesperada de sentirse querida.
Damián, furioso, le dice que ya lo sospechaba. Cree que ella ha destruido a Raúl como antes hizo con Víctor. Justo en ese momento, Andrés irrumpe en la habitación tras oír los gritos. Quiere saber qué ocurre, y Damián no tarda en ponerlo al tanto. Le cuenta todo, acusando a María de actuar por celos y de buscar distracción en brazos ajenos mientras él se consumía en una relación desequilibrada.
Damián no se guarda nada. Lo acusa de ser un hombre débil, sometido a los caprichos de su esposa. Andrés intenta defenderse, pero la rabia contenida explota: le lanza en cara a Damián todos sus errores pasados, y especialmente la carta falsa que escribió fingiendo ser el padre de María para forzar su matrimonio. Lo echa de la habitación a gritos.
Damián se va furioso. Andrés también está a punto de marcharse, pero María, deshecha en llanto, le ruega que se quede. Le pide perdón, asegurándole que terminó todo con Raúl antes de que pasara a mayores. Sin embargo, las heridas ya están abiertas. Andrés, con el alma rota, le dice que no quiere escuchar más… y se va.
María queda sola, hundida en el dolor, en una escena que marca uno de los momentos más devastadores de la temporada. El pasado vuelve a cobrar factura, los secretos salen a la luz y las consecuencias son, esta vez, irreversibles. ¿Será este el fin de su matrimonio? ¿Podrá María reparar el daño o ya es demasiado tarde?