🔒 Spoiler: “Begoña regresa herida y la tensión crece entre silencios, sospechas y nuevos vínculos”
La noche caía lentamente sobre la casa, pero Manuela no podía encontrar paz. Caminaba de un lado a otro por el salón, completamente inquieta. Su mente solo tenía un pensamiento: Begoña no había vuelto. Había salido con seguridad, prometiendo que regresaría para la cena, pero las horas pasaban y no había ni rastro de ella.
Mirando a Andrés, con una mezcla de ansiedad y frustración, Manuela confesó su preocupación:
—Begoña dijo que volvería para cenar. No entiendo por qué no ha regresado aún… ¿Tú crees que le haya pasado algo?
Andrés, aunque intentó calmarla con la voz, no pudo ocultar la tensión en su rostro. Respondió de forma breve y seca:
—Es posible.
Lejos de tranquilizar a Manuela, esa respuesta aumentó su angustia. Ver que ni siquiera Andrés podía fingir seguridad le hizo imaginar lo peor. Preocupado por la situación, Andrés decidió salir a buscarla. No dio explicaciones detalladas, pero su forma de actuar dejaba claro que no podía quedarse de brazos cruzados.
Manuela trató de convencerlo de que descansara, pero al ver que no podía detenerlo, se dirigió ella misma a la cocina, intentando distraerse con alguna tarea doméstica. Mientras preparaba algo para comer, no dejaba de repetir en voz baja:
—Ojalá regrese pronto… ojalá no le haya pasado nada.
Fue entonces cuando apareció María, que percibió al instante la tensión que reinaba en la casa. Con una mirada acusadora hacia Andrés, fue directa al grano:
—Dime la verdad, Andrés. ¿Y si lo que está pasando nos pone en peligro a nosotras?
Andrés intentó mantener la compostura. Le aseguró que se preocuparía de igual manera si fuera cualquier miembro de la familia, pero María no se dejó convencer. Su tono se volvió más cortante, lleno de desconfianza:
—Deja de engañarte, Andrés. Si estás tan preocupado, ¿por qué no llamas a la Guardia Civil en lugar de salir tú solo a buscarla?
Sus palabras dejaron al descubierto algo más que la simple preocupación por Begoña. Era evidente que entre María y Andrés había heridas sin cicatrizar, desconfianzas acumuladas y emociones no resueltas.
Pero antes de que la conversación subiera de tono, la puerta se abrió de golpe.
Begoña apareció junto a Gabriel. Caminaba con dificultad, cojeando ligeramente, pero intentaba minimizar el asunto con una expresión cansada:
—Me he torcido el tobillo, pero estoy bien.
Gabriel reaccionó de inmediato:
—Voy a buscar algo de hielo.
Begoña, mirando a Andrés, comentó con naturalidad:
—Menos mal que Gabriel estaba conmigo.
Al escuchar esto, Manuela sintió un gran alivio. Hasta ese momento había pensado que Begoña estaba completamente sola. Saber que alguien la acompañaba le quitó un enorme peso de encima. Pero no todos compartían esa serenidad.
María soltó un comentario sarcástico, cargado de desconfianza:
—Vaya, si habéis sido discretos…
Begoña, sin darle demasiada importancia, respondió con tranquilidad:
—Fue algo improvisado. Gabriel se unió a mí en el último momento.
María, aún molesta por la tensión que había vivido, no se contuvo:
—Si lo hubiera sabido antes, me habría ahorrado este mal rato.
Manuela, al borde de las lágrimas, expresó lo que todos sentían pero no todos sabían decir:
—Gracias a Dios que estás bien…
Begoña sonrió levemente, restando importancia a lo sucedido. Su actitud calmada contrastaba con el torbellino de emociones que se había generado en la casa durante su ausencia.
Finalmente, Andrés y María decidieron retirarse a descansar. El ambiente comenzaba a calmarse, pero la noche había dejado huellas. Porque más allá del esguince de tobillo y de la preocupación inicial, había algo más que flotaba en el aire: la evidente cercanía entre Begoña y Gabriel.
Aquel pequeño incidente sirvió como puerta de entrada a una nueva dinámica entre ellos. El simple hecho de que él hubiera estado con ella en ese momento de necesidad, de que la cuidara y le ofreciera ayuda, creó un lazo emocional que ahora todos podían percibir.
Andrés lo notó. María lo percibió. Y Manuela, en su sensibilidad, lo intuyó.
Esta noche no solo trajo preocupaciones y silencios. También reveló gestos, miradas y palabras que podrían cambiar el rumbo de más de una relación en la casa.
💔🏠 Una torcedura del destino: lo que comenzó como una preocupación, terminó marcando el inicio de una conexión inesperada entre Begoña y Gabriel.
¿Está naciendo algo más profundo entre ellos?
¿Cómo lo tomará Andrés?
¿Y qué hará María con esa creciente tensión?
El corazón de la colonia late más fuerte que nunca.
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