Spoiler: Un golpe inesperado, un triángulo complicado y más que una simple herida

En el nuevo episodio de La Promesa, una escena cargada de ironía, tensión emocional y un toque de humor nos da un vistazo al enredo sentimental que se gesta en la colonia desde el primer momento. Todo comienza con la llegada de un joven herido —con el labio partido y una actitud más resignada que dolida—. Al ser recibido por una compañera, ella no tarda en hacer la pregunta obvia:
“¿Pero qué te ha pasado?”

Él, sin rodeos, responde que tropezó… pero enseguida matiza: no fue un accidente cualquiera, sino un encuentro con un “novio celoso”. La respuesta lo dice todo. Su interlocutora lo mira con cierta mezcla de burla y advertencia: vaya forma de comenzar en la colonia, metiéndose en líos sentimentales apenas pisar el lugar. La situación es clara: intentó acercarse a una joven comprometida… y acabó con un puñetazo en la cara como respuesta.

Ella le ofrece ayuda con la herida, mientras aprovecha para lanzarle más de una pulla cargada de doble intención. Porque claro, además de curarlo, lo pone en su sitio. Le dice con claridad que si va detrás de chicas con pareja, tendrá que asumir las consecuencias. Y aunque él asegura haber aprendido la lección, reconoce que la culpa ha sido suya y que todo fue una historia sin sentido que, además, no tenía futuro. La chica en cuestión, dice, está comprometida. Y como bien le advierte su compañera: si esa es la situación, entonces solo puede terminar mal.

Pero ahí no queda todo. Al continuar la conversación, ella le pregunta directamente si la chica misteriosa es Cristina. La reacción del herido lo delata de inmediato: sí, es Cristina. Y aunque ella no dice mucho, su “vaya” cargado de significado lo dice todo. Él, anticipándose a lo que cree que piensa, lanza:
“Ya sé lo que estás pensando: que es demasiado joven para mí.”
Pero su compañera responde con inteligencia y algo de picardía: eso lo dijiste tú, no yo. Lo que realmente le sorprende es la velocidad con la que se ha metido en problemas sentimentales. Porque apenas ha llegado… y ya está recibiendo golpes por tonterías amorosas.

Él insiste en minimizar lo ocurrido: asegura que lo de Cristina “no significa nada”, que fue solo una tontería. Pero ella no está tan convencida. Le recuerda que no es común recibir un golpe por una tontería, que algo más tuvo que haber. Entre bromas y cuidados, le aplica una crema para la inflamación, mientras él suelta otra frase con carga emocional:
“Hoy eres la segunda persona que me da donde más me duele.”
Una confesión que, más allá del chiste, deja entrever que su herida no es solo física.

La conversación se torna más íntima. Él trata de despejar dudas y afirma que no tiene ningún interés en Begoña. Pero su compañera no le cree del todo. Le dice con claridad que ella ha notado que Begoña no le es indiferente y que a ella también le hace gracia él. Es decir, que hay más tensión ahí de lo que él quiere admitir.

Y aunque ella intenta centrarse en su papel de cuidadora —buscando la crema, aplicándola, dando instrucciones para que se la ponga antes de dormir— la conversación mantiene ese tono de doble juego emocional: por un lado, se preocupa por él, pero por otro le recuerda sus errores con cierta dureza. Incluso le dice, entre broma y verdad, que para el orgullo herido no tiene remedio.

Él, sin embargo, mantiene su aire encantador. Agradece la atención y, con un guiño coqueto, suelta:
“Si me curas tú, no estoy tan seguro de que no me convenga meterme en líos.”

La escena se cierra con una recomendación seria: que hable con Cristina, porque la joven debe estar nerviosa tras todo lo sucedido. A pesar del tono distendido del momento, es evidente que hay más en juego. No es solo un rasguño o un malentendido romántico. Hay emociones implicadas, atracciones cruzadas y, sobre todo, la amenaza constante de que los rumores comiencen a circular en la colonia y compliquen aún más las cosas.

Este fragmento del capítulo nos deja varios puntos claves:

• El protagonista ha empezado con mal pie, involucrado con una mujer comprometida.
• La relación con Cristina, aunque él insiste en restarle importancia, es más complicada de lo que parece.
• Hay una tensión no resuelta con Begoña, que no pasa desapercibida para los demás.
• Y, como era de esperar en La Promesa, el pasado, los celos y los enredos personales amenazan con estallar en cualquier momento.

Así, mientras el joven intenta recomponerse del golpe literal y emocional, el espectador queda con la certeza de que esto no ha terminado ni de lejos. Porque, aunque él diga que ha aprendido la lección… en este lugar, las emociones no se curan con crema, y los líos del corazón siempre dejan cicatriz.