Spoiler: «Me sentía sola» – Secretos, traiciones y un matrimonio al borde del abismo
En un intenso y desgarrador episodio de Sueños de libertad, los cimientos del matrimonio entre Andrés y María se tambalean ante la revelación de una traición que ya no puede ocultarse. María, acorralada y quebrada emocionalmente, se justifica con una confesión que no calma, sino que enciende aún más el conflicto: “Me sentía sola”, dice, como si esas cuatro palabras pudieran explicar todo lo que vino después.
Se refiere al vacío que sentía mientras Andrés se entregaba por completo a Begoña, sin reparar en su esposa, y mientras ella se sentía rechazada por el propio padre de él, quien en su momento quiso echarla de casa. En esa soledad, María cayó en brazos de otro hombre, buscando consuelo donde no debía. Lo más doloroso para Andrés no es solo la infidelidad, sino el hecho de que, según su padre, este patrón se repite: ya había pasado algo con Víctor, y ahora con el chófer. Una cadena de errores que deja claro que el resentimiento de María por la relación pasada entre Andrés y Begoña sigue marcando sus actos.

En medio del caos, el padre de Andrés toma la palabra sin piedad, juzgando con dureza a su nuera, tachándola de manipuladora que usa a los hombres que la rodean como distracción para su propio vacío. Asegura que María no se conforma con tener a Andrés rendido a sus pies, y que incluso disfruta de la destrucción que va dejando a su paso. María intenta defenderse, pero la tensión estalla cuando él la acusa directamente y señala la falta de dignidad de Andrés, diciéndole que se ha convertido en una sombra de lo que fue: un criado más en su propia casa, un esclavo de los caprichos de su esposa.
Andrés intenta detener la discusión, pero las palabras de su padre siguen hiriendo: “Esperaba mucho más de ti”, dice. “No te reconozco, hijo”. El reproche alcanza su punto más doloroso cuando le recuerda que ese matrimonio ni siquiera habría existido si él —el padre— no hubiese enviado una carta haciéndose pasar por el progenitor de María. Una artimaña del pasado que, lejos de haber sido enterrada, resurge para agravar la humillación.
María, entre lágrimas, intenta retener a Andrés. Le suplica, le dice que lo siente, que todo ocurrió porque se sentía vacía, abandonada. Le jura que la relación con el otro hombre había terminado antes del accidente. Pero ya es tarde. Andrés, destrozado, no quiere seguir escuchando. Ya no. Su corazón está roto y su decisión parece tomada.
El capítulo se cierra con una atmósfera de desesperación. La música marca un final cargado de impotencia. Las promesas rotas, el dolor no dicho, los errores del pasado y las palabras no perdonadas se entrelazan para empujar a Andrés y María hacia un abismo del que quizás ya no haya retorno. Lo que parecía una relación en proceso de sanación, se desmorona con una verdad que no encuentra redención. ¿Podrán perdonarse alguna vez? ¿O esta confesión será el punto final de su historia juntos?