Spoiler: Alejandro Albarracín y la creciente tensión en Sueños de libertad: secretos que sacuden la colonia

La trama de Sueños de libertad se intensifica con la figura de Don Pelayo, interpretado por Alejandro Albarracín, cuyo personaje se ve cada vez más acorralado en medio de juegos de poder, traiciones encubiertas y secretos familiares que amenazan con desestabilizar todo en la colonia.

En el reciente episodio, se revelan situaciones que han puesto al personaje de Pelayo en el centro de una tormenta. La política, los negocios y la vida privada se entrelazan, empujando al empresario a tomar decisiones comprometedoras y a enfrentarse con figuras de gran peso como Don Pedro, un hombre ambicioso y manipulador que no duda en utilizar cualquier recurso para mantener el control.

La tensión estalla cuando Don Pedro convoca a Pelayo a una reunión privada en las afueras de Toledo. El motivo: exigirle explicaciones sobre sus avances en la investigación de Gabriel, el joven que ha llegado a remover el equilibrio de poder con su presencia carismática y misteriosa. A pesar de que Pelayo insiste en que ha estado indagando en el pasado de Gabriel y que todo parece estar en orden, Don Pedro no se muestra satisfecho. Señala un detalle aparentemente insignificante: Gabriel mintió al decir que su llegada a la península fue por motivos laborales, cuando en realidad vino para conocer a su familia. Este dato enciende las alarmas del poderoso Don Pedro, quien lo interpreta como una señal de intenciones ocultas.

La conversación se torna tensa cuando Don Pedro recuerda a Pelayo todo lo que ha hecho por él, especialmente al allanarle el camino hacia el cargo de gobernador civil. Con firmeza y tono amenazante, le exige reciprocidad. Le recalca que en el mundo de los negocios y la política ningún favor es gratis y que ya es hora de que Pelayo empiece a devolver los beneficios obtenidos.

Ante la presión, Pelayo se esfuerza por mantener la compostura, pero se nota su incomodidad. Alega que Damián, el tío de Gabriel, es muy reservado y que obtener información sobre su pasado no es tarea fácil. Pero Don Pedro no acepta excusas. Le exige que descubra qué ocurrió entre Damián y su hermano —el padre de Gabriel—, ya que la enemistad entre ambos parece esconder algo grave.

En paralelo, la situación en la fábrica se complica. Damián convoca a una reunión urgente con Andrés y Gabriel para tratar un asunto delicado: ha surgido un imprevisto con el nuevo proveedor de lirios, lo que ha generado una amenaza por parte del cliente portugués, quien no acepta retrasos en la entrega. La situación es crítica, pues el proveedor se ha retirado para no poner en riesgo su reputación, y el negocio está en la cuerda floja.

Gabriel, con tono aparentemente ingenuo, se muestra sorprendido, asegurando que el trato con los canarios era beneficioso para ambas partes. Sin embargo, Andrés interviene, sugiriendo que el proveedor no consideró suficiente el beneficio y, además, dejó entrever que la situación se agravó por el cliente portugués, que no aceptó ningún retraso.

Damián corta la discusión, aclarando que la razón principal es la postura firme del cliente. En ese momento, Gabriel lanza una acusación velada hacia Andrés, insinuando que su intromisión pudo haber dañado la negociación. Revela que Andrés se puso en contacto con los hermanos Betancur para asegurarse de que él —Gabriel— había conseguido el trato de forma limpia.

Damián, molesto, regaña a Andrés por tomar esa iniciativa sin consultarlo, ya que eso transmite una imagen de desunión a los socios comerciales. Andrés, por su parte, se defiende señalando que su acción entraba dentro de sus competencias y que no considera que su llamada haya sido determinante en el fracaso del acuerdo. También reconoce que el cambio de proveedor no fue una jugada inteligente.

Para buscar una salida, Damián decide que sea Andrés quien se encargue de arreglar la situación con el cliente portugués, dándole la oportunidad de enmendar su error. Andrés acepta el reto con serenidad y se retira rumbo a la fábrica.

Tras su marcha, Damián le pregunta a Gabriel si hay algún problema entre ellos. Gabriel finge que todo está bien, pero deja entrever que la tensión ha crecido desde que comenzó a intervenir en las funciones de Andrés. Damián, conocedor de la dinámica interna, le responde que en el mundo empresarial estas situaciones son normales y que Andrés debería entenderlo.

Luego, Gabriel se cruza con María, esposa de Andrés, con quien tiene una conversación cargada de ironía y dobles sentidos. María, con sarcasmo, insinúa que las cosas no le van tan bien como aparenta, y Gabriel, con su habitual tono provocador, le responde que en realidad el error ha quedado como responsabilidad de su marido. A continuación, reconoce que la actitud celosa y vigilante de Andrés lo tiene inquieto, sobre todo por su cercanía con Julia y Begoña, lo que no parece agradarle al esposo de María. Ella, con una sonrisa pícara, le advierte que tenga cuidado, pues Andrés no es ingenuo.

En otra escena significativa, Gabriel se encuentra con Julia, la sobrina de Andrés, quien está desanimada porque su tío no podrá llevarla a ver caballos como le había prometido. En un movimiento estratégico, Gabriel se ofrece a dar un paseo con ella por el río, ganándose así su confianza y afecto. Julia, ilusionada, acepta sin pensarlo, y ambos salen juntos, marcando otro punto a favor de Gabriel en su silenciosa disputa con Andrés.

Mientras tanto, se vislumbra un panorama aún más oscuro en los pasillos del poder. Don Pedro le recuerda a Pelayo que hay mucho en juego, no solo en lo profesional, sino también en lo personal. La advertencia es clara: o se alinea con él y cumple con su parte, o podría pagar las consecuencias.

Este capítulo marca un punto de inflexión en Sueños de libertad, donde las ambiciones personales y los secretos del pasado comienzan a colisionar con fuerza. Alejandro Albarracín, con su interpretación de Pelayo, logra transmitir la tensión de un personaje atrapado entre dos mundos: el de la lealtad y el del miedo. Los próximos episodios prometen ser aún más intensos, con verdades que saldrán a la luz y alianzas que podrían romperse en cualquier momento.