Spoiler: Marta toma una dura decisión sobre su futuro con Pelayo – Sueños de Libertad

En un giro decisivo en Sueños de Libertad, Marta se ve obligada a enfrentarse a sus verdaderos sentimientos y a plantearse el rumbo de su vida junto a Pelayo. Lo que parecía ser una conversación trivial en el coche, termina convirtiéndose en una confesión trascendental que cambiará por completo el futuro de ambos.

Todo comienza con un comentario aparentemente sin importancia de Pelayo. Con tono relajado, le cuenta a Marta que han cambiado de planes respecto a su alojamiento: “Marta, que no te lo he comentado, pero al final no vamos al Saboy. Vamos a otro hotel que me ha recomendado Miguel Ángel Bac. Dice que está muy bien, que tiene unas vistas impresionantes”. Sin embargo, sus palabras no provocan el entusiasmo que esperaba. Marta, visiblemente incómoda y con una urgencia emocional repentina, le interrumpe de inmediato: “Pelayo, por favor, para el coche”. Él, desconcertado, pregunta incrédulo: “¿Pero qué dices, Marta? ¿Aquí?”. Ella insiste sin dudar: “Para el coche. Aquí. Sí, sí, sí, sí”.

El silencio que sigue está cargado de tensión. Marta respira hondo, sabiendo que lo que va a decir marcará un antes y un después. Entonces, con voz firme pero afectuosa, le ofrece a Pelayo un consejo, como quien habla desde una herida aún abierta: “Si yo estuviera en tu lugar, sabiendo lo que supone este matrimonio de conveniencia, jamás tendría un hijo con alguien que no amo”.

Pelayo intenta defender su relación. Le recuerda que su matrimonio no va mal, que no es como lo que él vivió con María. Pero Marta lo mira con serenidad, sabiendo que la verdad va más allá de las apariencias. “Podrías terminar ahogándote, cargando con una responsabilidad tan grande…”, le advierte. Y no se refiere solo al acto de ser padres, sino a vivir una mentira constante, fingiendo ante un niño que existe un amor que no hay.

Ambos saben que su unión no nació del amor, sino de intereses, de la necesidad de aliar a dos familias poderosas. “Al fin y al cabo, estáis casados para unir el poder de ambas familias, pero no por amor”, dice Marta con una mezcla de tristeza y resignación. Y entonces lanza la pregunta crucial: “¿Qué es lo que un hijo necesita?”. La respuesta queda flotando en el aire, como una herida abierta: necesita verdad, amor genuino, estabilidad emocional.

Pelayo, preocupado por la súbita emoción de Marta, intenta calmarla: “Marta, ¿estás bien? ¿Qué te pasa?”. Pero ya es tarde. Ella ha tomado una decisión: “No podemos tener un hijo tú y yo, Pelayo. Sería un error”.

Él, atónito, no logra entender por qué ahora, después de tantas conversaciones donde el tema ya parecía acordado. “¿A qué viene esto ahora? ¿Es por Fina? ¿Has hablado con ella?”, pregunta, buscando una explicación. Marta niega: no ha hablado con Fina, pero sabe que, aunque ella los apoye, acabaría quedando al margen. Y eso sería injusto.

Marta va más allá y pone palabras a lo que ambos han evitado admitir: “Yo nunca haría nada para apartar a Fina, pero ella terminaría apartándose sola. Y haría bien, porque no tiene por qué aceptar una situación tan cruel”. La cruel realidad es que, al traer un hijo al mundo dentro de un matrimonio sin amor, condenarían no solo a Fina al sufrimiento, sino también a ese futuro niño.

Pelayo intenta justificar que podrían criar a ese hijo sin que se entere de nada, pero Marta lo detiene: “Ese es el problema: crecería en una familia llena de mentiras”. Ella sabe muy bien lo que eso implica. Habla desde la experiencia, desde cicatrices que aún no han sanado. “Sé por experiencia propia lo devastador que puede llegar a ser”, confiesa con la voz rota.

Pelayo, intentando apelar al lado positivo, le dice que ese hijo sería muy querido, que podrían hacerlo feliz. Pero Marta no cede. “No podría ser feliz si su madre no es feliz. Y yo no puedo ser feliz, Pelayo”, le dice con claridad. Ambos saben que Fina siempre estará en medio, que incluso si no está físicamente presente, su sombra estará siempre acechando.

Marta, con profunda honestidad, reconoce lo evidente: “Fina siempre te sobrará, especialmente cuando seas gobernador civil. Fina siempre va a ser la espada de Damocles sobre tu carrera. No me lo vas a negar”.

Pelayo no puede rebatirlo. Ella ha dicho en voz alta todo lo que él ha tratado de evitar. El silencio que se impone es definitivo. Ella lo siente, pero ya no hay vuelta atrás.

La escena culmina con una música melancólica que acompaña las emociones desbordadas. Marta ha tomado una decisión valiente y difícil: no traerá un hijo al mundo bajo un techo de mentiras, aunque eso signifique romper con todo lo planeado. Prefiere renunciar a una maternidad pactada antes que condenar a un niño a crecer entre falsas sonrisas y corazones divididos.

Este momento marca un punto de inflexión no solo en la relación entre Marta y Pelayo, sino en todo el equilibrio de poder, afectos y lealtades que rodea a sus vidas. Lo que parecía un futuro asegurado, se desmorona bajo el peso de la verdad. Una verdad dolorosa, pero liberadora.