Spoiler: Marta regresa y decide quedarse con Fina – Sueños de Libertad
En el capítulo más reciente de Sueños de Libertad, los sentimientos más profundos y las decisiones más valientes se entrelazan en una escena cargada de emociones entre Marta y Fina. Cuando todo parecía perdido y el destino apuntaba hacia caminos separados, el amor verdadero vuelve a imponerse.
Todo comienza con una inesperada visita. Fina, aún despierta en plena noche, se sorprende al escuchar una voz familiar: “¿Pero, qué haces aquí?”. Marta ha regresado. Sin saber si Fina aún estaría en casa, notó una luz encendida y decidió tocar la puerta. Fina, desconcertada y a la vez emocionada, le pregunta qué hace trabajando tan tarde. Marta, con su tono de siempre pero con una carga emocional evidente, responde que ya estaba por irse a dormir, pero prefirió adelantar el trabajo para evitar la pereza matutina.
Fina no puede evitar expresar su sorpresa: “Yo te hacía en un avión rumbo a Londres”. Marta entonces confiesa lo impensado: ha decidido no tomar ese vuelo. Su nombre, apenas pronunciado por Fina, se entrelaza con una música que acompaña la confesión. “Íbamos camino del aeropuerto cuando empezaron a resonar en mi cabeza las palabras que me dijo mi hermano… No puedo asumir la responsabilidad de traer una criatura a un matrimonio que es una farsa”.
Con esa frase, Marta revela el punto de quiebre. Las palabras de Pelayo, su hermano, le han calado hondo. La hicieron abrir los ojos. Comprendió que llevar adelante un matrimonio basado en conveniencias familiares y sociales, solo para formar una familia, sería una condena. No solo para ella, sino también para el hijo que traería al mundo. “No es justo. Sería una condena”, repite, dejando entrever lo mucho que ha reflexionado.
Fina la mira en silencio, impresionada por la honestidad de su compañera. Marta prosigue: “Yo me enamoré de la idea de tener una familia contigo… Me ilusioné tanto, que no atendí a la realidad”. Se nota en sus palabras una mezcla de dolor, arrepentimiento y lucidez. A pesar del esfuerzo que ambas pusieron en hacer que esa ilusión funcionara, la sociedad, Pelayo e incluso sus propias dudas, les hicieron ver que criar un hijo juntas no sería sencillo, ni justo.
“Ni Pelayo, por más que diga, ni la sociedad, nos iban a dejar criar a ese hijo como nosotras queremos”, afirma Marta con claridad. Y luego, una de las frases más reveladoras de la escena: “Ese niño habría tenido un padre y una madre, y ya está. Por eso me bajé del coche… porque no podía permitir que el amor de mi vida, mi mujer, acabase siempre arrinconada”.
Fina se conmueve al escucharla llamarla “mi mujer”. Marta no lo dice a la ligera; para ella, esas palabras son sagradas. Reconoce lo que significan, y la valentía de decirlas en voz alta lo cambia todo. Marta agradece que Fina la siga queriendo, a pesar del error que estuvo a punto de cometer. Pero Fina no la deja hundirse en la culpa: “Las dos estuvimos a punto de hacerlo. Tú nunca estuviste convencida del todo. Solo querías convencerte de que podía funcionar”.
Esas palabras son el reflejo de una verdad que ambas conocían, pero que ninguna quería enfrentar. Marta, con voz temblorosa, admite otra dolorosa realidad: “Eso significa que quizá nunca podamos tener hijos”. El silencio que sigue es profundo, pero no incómodo. Ambas saben que se tienen la una a la otra para llenar ese vacío. Sin embargo, Fina le advierte: “Si dices la palabra ‘vacío’, me preocupas”. Marta asiente y confiesa: “Reconozco que me hacía más ilusión de lo que yo creía ser madre, y quizá esa sea una espinita que tendré que llevar dentro”.
La sinceridad en el rostro de Marta conmueve a Fina. Ella se muestra arrepentida de haberle compartido los comentarios de Pelayo, pero Marta le quita importancia: “No es eso. Me he quedado pensando en lo que ha dicho mi hermano… pero me he dado cuenta de que no es nuestra vida una condena”.
Y entonces, con una intensidad que traspasa la pantalla, le dice a Fina: “Poder estar contigo no es una condena. Sentir el calor de tu piel no es una condena. Poder besarte no es una condena. Para mí, amarte es vivir… y lo demás me da igual”.
La declaración de amor es total. No hay reproches, ni miedos, ni máscaras. Solo la verdad del amor entre ellas. Entonces Marta le propone lo que tanto han soñado: “Pasemos esta noche juntas. En nuestro refugio. En nuestra casa”.
Ambas se miran, sabiendo que todo ha cambiado. Que ya no hay vuelta atrás. Que, a pesar de las renuncias y los obstáculos, se eligen, se aman y se aferran a lo único que realmente importa: estar juntas.
Con esta escena, Sueños de Libertad nos regala uno de los momentos más emocionantes y sinceros de toda la serie. Una prueba de que el amor, cuando es real, se impone incluso a las convenciones, a las dudas y al miedo. Marta y Fina han encontrado su hogar la una en la otra, y están listas para construir su futuro juntas, aunque el camino sea incierto.