Spoiler: Una boda imposible, una fuga probable y un capitán que delira — La Promesa se pone al rojo vivo
En La Promesa, los guionistas nos han regalado una de las tramas más surrealistas, hilarantes y peligrosamente locas de los últimos tiempos. Todo gira en torno a Lorenzo, el inefable capitán Garrapata, quien en su intento desesperado por lavar su imagen propone algo que ni en sus peores pesadillas Leocadia habría imaginado: ¡casarse con Ángela! Sí, como lo oyes. Así, sin anestesia ni sentido común.
Este “acto de redención” del capitán no es otra cosa que un burdo intento por mantener su estatus dentro de la nobleza. Asegura que su decisión es para limpiar el nombre de Ángela tras el escándalo con don Facundo, pero todos —incluidos nosotros los espectadores— sabemos que detrás de esa pose de caballero reformado se oculta el mismo hombre de siempre: controlador, manipulador y hambriento de poder. Y claro, con una debilidad muy marcada por jovencitas a las que pueda manejar.
Pero Ángela no es una marioneta. Es una joven brillante que estudia derecho, de carácter firme, con una historia que demuestra su valentía, como cuando se enfrentó al mismísimo marqués de Andújar y lo dejó noqueado. Así que pensar que aceptaría casarse con Lorenzo es como esperar que un gato se deje bañar sin resistencia: absurdo e imposible. Ella no ha olvidado el desprecio de su madre, el chantaje emocional del capitán ni el juicio constante de la alta sociedad. Y aunque vive atrapada entre esos muros, su espíritu sigue siendo indomable.
En medio de este caos, surge una propuesta que nos hace suspirar: Ángela le plantea a Curro que se escapen juntos. Él, dolido y arrinconado por las intrigas del capitán, no encuentra consuelo ni apoyo, ni siquiera de su propio padre. Ella, enamorada hasta los huesos, sabe que la única salida puede ser esa: huir, desaparecer, dejarlo todo atrás. Es una idea temeraria, pero nacida del amor verdadero y de la necesidad urgente de libertad.
Mientras tanto, Leocadia no es ajena al disparate que propone Lorenzo. La mujer, que sabe muy bien lo que se juega la reputación de su hija, empieza a notar que el remedio puede salirle más caro que la enfermedad. Así que, en un giro inesperado, decide ir directamente a la casa del marqués de Andújar a hablar con don Facundo. Sí, ese mismo al que Ángela dejó marcado con un puñetazo. El objetivo: parar el escándalo de una vez por todas.
Y atención, porque parece que lo consigue. Don Facundo, aunque herido en su orgullo, no quiere más polémica. El tema le está costando caro y no le conviene seguir alimentando fuegos que queman a todos. Así que, al menos por ese lado, puede que el escándalo se apague… pero la verdadera bomba está en otra parte.
Porque si algo está claro es que ni la propuesta de boda del capitán ni la fuga de Ángela y Curro se concretarán tan fácilmente. Pero no se puede negar que ambas ideas han prendido fuego a la narrativa. El capitán, cada vez más caricaturesco, se imagina un bodorrio de redención y nobleza, cuando en realidad todos lo ven como lo que es: un baboso profesional. Su mirada lasciva hacia Ángela no engaña a nadie, y si algo busca, no es redención ni amor, sino someter a una joven brillante a su voluntad.
Y aquí entra la mejor parte: imaginarse a Ángela vestida de novia, escapando a caballo a toda velocidad del altar, mientras el capitán corre detrás desesperado. ¡Una escena digna de cine! Al puro estilo Novia a la fuga, solo que con más pólvora, más drama y, por supuesto, con más gracia.

Curro, por su parte, está dispuesto a romper todas las cadenas por Ángela. Aunque le tiemblen las piernas y le pese el pasado, su amor es auténtico. El gran dilema es si ambos podrán enfrentarse a la tormenta que se les viene encima si optan por la fuga. Porque el enemigo, el capitán Garrapata, no descansará hasta destruirlos. Y eso lo sabemos todos.
En este punto de la historia, el capitán se muestra como lo que siempre ha sido: un hombre atrapado entre su deseo de poder y su miedo al escándalo. Su propuesta de matrimonio no es más que una estrategia para recuperar el control y silenciar bocas, pero no cuenta con que Ángela no es una víctima sumisa, sino una mujer valiente que no está dispuesta a renunciar a su dignidad ni a su libertad.
Así que, mientras Lorenzo sueña con una boda que nunca ocurrirá, nosotros soñamos con una fuga épica. Leocadia, por su parte, intenta apagar fuegos diplomáticamente, pero quizás ya sea tarde. El daño está hecho. Y si hay algo que no se puede detener es el corazón de una mujer enamorada que decide vivir su vida a su manera.
En resumen, La Promesa nos deja claro que los días de manipulación, chantajes y matrimonios por conveniencia están contados. Ángela tiene la última palabra y, por lo que vemos, no se dejará atrapar por las garras del capitán. Y si Curro está dispuesto a acompañarla en la locura de huir por amor, puede que veamos una de las historias más memorables de esta telenovela.
Lo que venga, será una bomba. Pero de una cosa puedes estar seguro: la boda de Lorenzo y Ángela no se celebrará jamás… aunque por el espectáculo que sería, casi que nos gustaría verla —¡solo para reírnos a carcajadas!
Nos vemos en el próximo capítulo, que promete más emociones, más drama y, con suerte, más caballos huyendo a todo galope.