¡Prepárate para un torbellino de pasiones, secretos y decisiones que marcarán el destino de nuestros queridos protagonistas!
Imagina a una joven empujada de golpe a un mundo de riqueza y apariencias que no la acepta. Iana, humilde pero valiente, se enfrenta a una realidad que no le pertenece. Aunque ha conseguido ascender al piso noble, ese universo lleno de normas rígidas y miradas inquisidoras empieza a asfixiarla. Ella, que siempre ha sido sincera y de buen corazón, ahora se siente como una extraña bajo una fachada que no puede sostener. Ya ha rechazado dos veces compartir la mesa con los marqueses, un acto que para la poderosa y orgullosa Cruz no es más que una provocación, una humillación personal.
La marquesa, que todo lo controla en La Promesa, no está dispuesta a permitir ese tipo de comportamiento. Menos aún cuando ha preparado una recepción fastuosa para honrar a la futura esposa de su hijo. Cada rincón de la hacienda parece cargarse de tensión, y aunque todo se oculta tras una apariencia elegante, el ambiente se vuelve irrespirable. Cruz nunca olvida ni perdona, y su necesidad de venganza se mantiene latente, como brasas que pueden avivarse en cualquier momento.
Manuel, atrapado entre el amor que siente por Iana y el miedo a las represalias de su madre, busca una forma de protegerla sin desafiar abiertamente a Cruz. Desesperado, piensa que quizás si Iana usa los vestidos de Leonor, su difunta hermana, logrará integrarse mejor en la alta sociedad. Pero esta propuesta bienintencionada solo desata la furia de la marquesa, quien decide encargarse personalmente del vestuario de la joven. Un gesto que, más que afecto, destila imposición y control absoluto.
Mientras tanto, Curro se consume en su propio dilema interno. La presión de su familia y el sentimiento de culpa lo empujan cada vez más hacia una decisión que no desea: casarse con Giulia. Don Juan insiste en que es lo correcto, que sería un acto de justicia para reparar el honor de la joven y de paso rendir homenaje a la memoria de Paco, quien lo crió. Pero Curro duda. En su interior, una parte de él le grita que no renuncie a sus verdaderos sentimientos. ¿Podrá resistirse a la obligación o terminará sacrificándose en nombre del deber? ¿Y tú qué harías en su lugar? ¿Elegirías el amor o cederías ante la presión?
A esta maraña de conflictos se suma Lorenzo, quien aprovecha cualquier oportunidad para empujar a Curro hacia el altar con Giulia. Cada palabra suya es un empujón más hacia una unión no deseada, hacia un destino que podría marcar a Curro para siempre.
En otro rincón de la hacienda, los duques de los Infantes y los marqueses se enfrentan en un duelo silencioso, lleno de sonrisas falsas, palabras cargadas de segundas intenciones y tensiones apenas contenidas. Para frenar los rumores que la vinculan sentimentalmente con María Antonia, Cruz decide acudir sola a una gran fiesta organizada por los duques, una maniobra para reafirmar públicamente su matrimonio con Alonso. Sin embargo, él se niega rotundamente a acompañarla, harto de las máscaras sociales y de la hipocresía que rodea esos eventos.
En las cocinas, el clima tampoco es más tranquilo. Petra, cada vez más ambiciosa y desconfiada, sospecha que Marcelo está casado con Teresa. Usando esa supuesta verdad como arma, empieza a chantajearlo. Además, el crucifijo perdido aparece en el momento justo para convertirse en una nueva herramienta de manipulación. Petra no dudará en utilizarlo para ganar poder dentro de la casa.
Por otro lado, Catalina y Pelaio continúan con los preparativos para su boda. Su amor parece firme y sincero, casi un milagro en medio del caos que reina en La Promesa. La ceremonia se celebrará en la capilla de la hacienda, y Samuel será quien oficie el enlace. Ambos enamorados, decididos a sellar su unión, hacen incluso una donación al sacerdote para asegurar la fecha. Sin embargo, Samuel carga con un secreto: fue él quien robó el crucifijo. Al confesárselo a María y devolver el objeto a don Ricardo, espera limpiar su conciencia. Pero María no le cree, lo acusa abiertamente y, sin saberlo, reaviva un fuego que parecía extinguido.

Mientras tanto, Teresa toma una decisión tan dolorosa como firme: se quedará en La Promesa. Sabe que eso significa renunciar a su felicidad personal, pero siente que es su deber. Un sacrificio silencioso que solo los más leales son capaces de hacer. Martina, observadora aguda, pone ahora su atención en el conde Juan, buscando entender las complejas relaciones que existen entre amos y criados.
En medio de estas tensiones, Cruz organiza una segunda cena de bienvenida para Iana, decidida a forzar su integración cueste lo que cueste. Pero Iana, aún más abrumada que antes, se levanta una vez más de la mesa y se va, incapaz de soportar las expectativas que recaen sobre ella. Se siente atrapada, como si cualquier cosa que hiciera fuera incorrecta. Como si su sola presencia fuese un error.
Manuel, testigo silencioso del sufrimiento de Iana, intenta convencer a Alonso de acompañar a Cruz a la fiesta organizada por los duques de Urbizu. Cree que ese gesto de unidad familiar podría reducir la tensión, calmar a su madre y ganar tiempo. Pero Alonso, firme en su negativa, no está dispuesto a entrar en ese juego.
Curro, por su parte, parece cada vez más dispuesto a aceptar el matrimonio con Giulia, aunque no sea lo que desea. Alonso, que lo conoce como nadie, intenta hacerlo entrar en razón. Sabe que detrás de esa aparente decisión hay una presión insoportable, no un verdadero deseo.
Y mientras los días avanzan, la boda de Catalina y Pelaio se acerca. Es una pequeña llama de esperanza en medio de tantas tormentas. Pero nada es seguro en La Promesa. El pasado siempre encuentra la forma de regresar, los secretos siguen acechando en las sombras, y cada decisión puede cambiarlo todo.
¿Logrará Iana adaptarse o será doblegada por las exigencias de Cruz? ¿Curro elegirá su libertad o se perderá cumpliendo lo que otros esperan de él? En esta casa, el amor, el poder y el deber se entrelazan como hilos invisibles en un tapiz que nadie puede deshacer fácilmente.
Quédate con nosotros para descubrir lo que vendrá. Porque en La Promesa, cada gesto cuenta, cada palabra pesa, y cada corazón guarda un secreto que puede cambiarlo todo.