Título: Cristina renuncia a su parte y deja a Luis sin palabras en un tenso enfrentamiento por el 5% | Sueños de libertad
El ambiente en la empresa se vuelve cada vez más denso, y lo que parecía una conversación de rutina entre socios y trabajadores, termina derivando en un intenso cara a cara que deja a todos sin aliento. Todo comienza cuando Luis se encuentra con Cristina, dispuesto a abordar el espinoso tema del 5% de los beneficios propuestos por don Pedro. Sin embargo, la escena da un giro drástico cuando aparece Pelayo, quien, sin haber sido invitado, decide intervenir en la conversación, con la intención clara de influir en la postura de Luis.
Pelayo, firme como pocas veces se le ha visto, lanza una advertencia que va más allá del simple desacuerdo con la propuesta. Él considera que la medida, aunque en apariencia generosa, conlleva un riesgo profundo para el futuro de la empresa. Según él, premiar a unos pocos con un porcentaje de los beneficios desestabilizará la unidad que tanto ha costado construir. Argumenta que este tipo de incentivos fomentan el egoísmo y, a largo plazo, dividirán a los perfumistas, provocando conflictos internos que podrían socavar el esfuerzo colectivo que ha mantenido a flote a la compañía.
Luis, visiblemente molesto, cuestiona de inmediato las intenciones de Pelayo. Le lanza una pregunta directa: “¿Has venido por tu cuenta o eres la voz de Marta y el resto de la familia?”. Pelayo, sin titubear, aclara que habla desde su experiencia y no en nombre de nadie. Su preocupación es genuina, y considera que su deber es advertir a quienes todavía tienen poder de decisión dentro de la empresa.
Pero cuando parecía que la tensión no podía subir más, Cristina toma la palabra y su intervención cae como un rayo. Con voz segura, aunque serena, declara: “Renuncio a mi porcentaje”. Su afirmación desconcierta a Luis, que no logra ocultar su sorpresa. Cristina explica que, aunque agradece el gesto de don Pedro, no desea ser la causa de enfrentamientos o divisiones entre los compañeros. Su deseo es que las cosas continúen como hasta ahora, en armonía, sin distinciones que puedan herir sensibilidades.
La decisión de Cristina, que muchos podrían considerar un acto de renuncia, se transforma en una muestra contundente de carácter y de integridad. Pelayo no tarda en aplaudir su gesto, calificándolo de sensato. Aprovecha para reforzar su postura: la empresa necesita invertir en innovación, infraestructura, formación, no en medidas que puedan romper la cohesión del equipo. Propone que la motivación de los empleados provenga del logro de metas comunes y no de compensaciones diferenciadas.
Luis, atónito, intenta entender las razones de Cristina. Le pregunta directamente: “¿Por qué lo hiciste?”. La respuesta de ella es clara, pero cargada de emoción: “Porque es mi decisión, y con trabajar a tu lado me doy por bien pagada”. Esta frase resuena en la sala como una declaración de fidelidad, pero también como una advertencia de que hay valores que no se compran ni se negocian. Cristina, además, coincide con Pelayo en que la medida de don Pedro podría provocar disputas internas y destruir todo por lo que han trabajado.
El momento final de la escena deja a Luis sumido en una mezcla de reflexión y confusión. A pesar de su carácter dominante, no puede negar que las palabras de Pelayo y el gesto de Cristina han sembrado una semilla de duda en su interior. Incapaz de tomar una decisión inmediata, solo atina a decir que lo pensará y que será él, y solo él, quien determine lo mejor para la empresa.

Este episodio marca un punto de inflexión para varios personajes. La valentía de Cristina la convierte en una figura clave dentro del entramado de poder. Lejos de aprovecharse de la oportunidad de obtener beneficios, ella se desmarca de cualquier tipo de favoritismo, recordando a todos que su verdadera motivación está en construir, no en dividir. Por su parte, Pelayo se reafirma como una voz de sabiduría, alguien que entiende que una empresa no se sostiene solo con cifras, sino con personas.
Luis, en cambio, comienza a experimentar un desplazamiento emocional y estratégico. Por primera vez en mucho tiempo, se encuentra rodeado por decisiones que no controla y por personas que actúan desde principios que no se alinean con su visión empresarial. Su autoridad es cuestionada, no con gritos ni rebeliones, sino con actos de coherencia y dignidad que pesan más que cualquier argumento técnico.
Además, esta conversación tiene implicaciones que van más allá de la empresa. Nos habla del tipo de relaciones que se están gestando en “Sueños de libertad”: relaciones basadas en el respeto, la confianza y la lealtad. Cristina y Pelayo, sin necesidad de estar aliados, representan una resistencia silenciosa al modelo impositivo y jerárquico que Luis encarna.
En resumen, lo que podría haber sido una simple charla sobre un porcentaje de ganancias se transforma en un duelo de principios, donde queda claro que no todo puede ser cuantificado en dinero. Cristina sale fortalecida, Pelayo reafirma su rol de guía moral y Luis se ve obligado a replantearse muchas cosas. Lo que suceda a partir de ahora dependerá de las decisiones que tome, pero la advertencia ha sido lanzada: no se puede construir sobre la discordia.
Este episodio sin duda quedará en la memoria de los seguidores de Sueños de libertad como uno de los más intensos y reveladores. Un capítulo donde las emociones, las convicciones y los silencios dijeron más que cualquier contrato.