Título: “Estoy muy orgullosa de ella. Tiene un talento innegable”
En este nuevo episodio cargado de emociones contenidas, admiración y movimientos ocultos, asistimos a un desarrollo clave en la vida profesional y personal de Fina, mientras en paralelo se revela que alguien muy cercano está dispuesto a ayudarla en silencio.
La historia comienza con una escena aparentemente trivial, pero llena de tensión sutil. Pelayo se encuentra solo en el salón, con el ceño fruncido y los gestos medidos. Entre sus manos sostiene un pequeño papel con un número telefónico, que empieza a marcar en el teléfono fijo de la casa. Todo indica que está a punto de hacer una llamada importante y secreta. Sin embargo, su intento se ve interrumpido de forma abrupta cuando Marta aparece de forma inesperada. Pelayo cuelga de inmediato, intentando fingir que no ocurría nada fuera de lo común.
Marta, algo desconcertada, le pregunta qué hace allí, creyendo que tenía una comida programada en Madrid. Pelayo, con naturalidad, responde que la reunión fue cancelada y que, en el fondo, le vino bien un descanso. Admite sentirse agotado de tanto viaje y compromiso. Marta, comprensiva, coincide en que ambos trabajan demasiado, a lo que Pelayo le lanza una broma amable, asegurando que ella tampoco se queda atrás en lo laboral.
La conversación da un giro hacia un tono más serio cuando Marta le agradece haber mediado en el conflicto entre Luis y Cristina, que ponía en riesgo la estabilidad de la empresa. Pelayo, con humildad, explica que solo les hizo ver las consecuencias a largo plazo de una eventual división de las líneas de negocio como perfumes y cosméticos. Marta, visiblemente aliviada, reconoce que gracias a él ahora tiene una preocupación menos en su cabeza.
Entonces, el diálogo gira hacia un asunto delicado que ronda el ambiente desde hace días: el sabotaje industrial. Marta menciona la reciente detención de Remedios Hoyos, una empleada bajo sospecha de haber filtrado fórmulas a la competencia. Está convencida de que Brosart, la empresa rival, está detrás de todo. Pelayo, con tono realista, admite que el espionaje empresarial es una amenaza constante y recuerda que no sería la primera vez que enfrentan una situación así. Sin embargo, Marta enfatiza que esta vez es diferente, más sutil y peligrosa que antes.
Pero el clima se suaviza cuando Marta comienza a hablar de la exposición fotográfica de Fina. Le cuenta a Pelayo que Carmen y Claudia organizaron un evento maravilloso para mostrar el talento de la joven. Pelayo ya ha visto la exposición y la elogia sin reservas. Marta sonríe con ternura, confesando que está profundamente orgullosa de Fina y convencida de que posee un talento irrefutable.

Es en ese momento cuando Pelayo, por primera vez, deja caer una confesión cargada de melancolía: dice que le encantaría tener a alguien en su vida que se sintiera tan orgulloso de él como Marta lo está de Fina. Es una frase que, aunque dicha con ligereza, refleja su deseo de recibir reconocimiento y afecto. Marta, con delicadeza, le responde que si bien lo que siente por él no es lo mismo que por Fina, eso no implica que no lo valore profundamente. De hecho, le asegura que lo aprecia mucho y que lo ve con gran futuro, incluso insinuando que podría llegar a ser gobernador por su capacidad de maniobrar en cualquier situación difícil.
Tras este momento de sinceridad, Marta se retira para cambiarse de ropa antes de la comida familiar, dejando a Pelayo solo una vez más. Es entonces cuando, con una mirada decidida, vuelve a tomar el teléfono. Esta vez logra completar la llamada. Del otro lado responde alguien llamado Eugeni. Pelayo le habla de Fina, de su capacidad asombrosa para capturar belleza con la cámara y de cómo su reciente exposición podría dejar sin palabras incluso a los más escépticos.
Le dice que, aunque Fina aún no ha publicado nada en medios profesionales, él está convencido de que tiene un potencial inmenso. Por eso lo llama: para pedirle que le dé una oportunidad en el mundo de la publicidad. Pelayo subraya que si Eugeni se demora y otro la descubre antes, se va a arrepentir de no haberla contratado. La conversación concluye con una advertencia amable pero firme, y con la clara intención de Pelayo de abrirle a Fina una puerta decisiva sin decírselo a ella, demostrando así un afecto genuino que va más allá de las palabras o las confesiones directas.
Este capítulo refleja no solo el crecimiento artístico de Fina, que empieza a despertar admiración entre sus seres queridos y potenciales mentores, sino también la complejidad emocional de quienes la rodean. Marta muestra su orgullo maternal y sincero, Pelayo revela una faceta más vulnerable y noble, y el mundo que parecía tan predecible comienza a abrir nuevas oportunidades inesperadas.
Lo que queda claro es que Fina, sin saberlo, está siendo respaldada por quienes realmente creen en ella, incluso desde las sombras. Mientras tanto, la amenaza del espionaje corporativo sigue latente, y aunque algunos cabos comienzan a atarse, aún hay secretos por descubrir.