MARTA Y FINA-Sueños de Libertad 368 (Irene defiende su derecho a decidir, aunque Pedro no lo acepte)

Título: Pedro se enfrenta a Irene: los lazos familiares tambalean entre celos, miedos y verdad

En un ambiente impregnado por una tensión casi irrespirable, Pedro e Irene protagonizan una conversación que comienza con una simple cortesía y termina sacando a relucir antiguas heridas. La sala, silenciosa como un confesionario, se convierte en el escenario de una disputa emocional que llevaba tiempo cocinándose. Pedro inicia el encuentro preguntando con cierta calidez por la salud de su hermana, intentando quizás suavizar el terreno. Pero ambos saben que ese no es el verdadero motivo del encuentro.

Irene, con una serenidad forzada, aborda el tema que Pedro deseaba evitar: las críticas dentro de la familia real sobre su iniciativa de brindar beneficios a los perfumistas. Consciente del rechazo general, menciona que incluso Damián, alguien cercano a ella, se ha opuesto desde el inicio. Antes de que ella pueda profundizar en el asunto, Pedro corta la conversación con una frase cortante, desestimando cualquier explicación.

Sin dejarse llevar por la actitud de su hermano, Irene continúa, señalando que la propuesta ya ha sido rechazada por Cristina y que Luis tampoco está dispuesto a modificar nada. Le plantea con lógica que aceptar esa realidad sería lo más sensato, para evitar conflictos legales. Pero Pedro parece sordo a los razonamientos. Su rechazo no tiene que ver con normas ni procedimientos; es algo mucho más profundo y personal.

Con mirada inquisitiva, Pedro lanza una pregunta disfrazada de reproche: ¿cómo puede Irene hablar de generosidad si se ha acercado tanto a Damián? La acusación pesa más de lo que aparenta, y el silencio de Irene lo confirma. Sin embargo, esta vez no está dispuesta a retroceder. Con firmeza, le exige que deje de insinuar que su relación con Damián tiene un propósito oculto. Asegura que ya ha superado esa etapa de dudas y que, si Pedro la respeta, deberá aceptar su libertad para relacionarse con quien desee.

Capitulo 368

Pero Pedro no cede. Cada palabra suya parece avivar más el fuego. Le reprocha que desde que Damián está presente, todo entre ellos se ha vuelto hostil. Irene, agotada de repetir siempre lo mismo, lanza una verdad que llevaba tiempo guardando: el problema no es Damián, es Pedro. Lo acusa de ser un hermano controlador, incapaz de aceptar que ella tome decisiones sin su aprobación. Pedro no lo niega. Es más, se deja llevar por la emoción y suelta una frase cargada de resentimiento: Damián trajo a Cristina solo para hacerles daño.

Irene, incrédula ante semejante teoría, le responde con serenidad que esa forma de pensar es precisamente la que los separa. No es Damián quien los divide, sino la desconfianza de Pedro, sus sospechas sin fundamentos. A medida que la conversación se intensifica, Pedro revela lo que verdaderamente lo angustia: teme que Damián aún esté enamorado de Digna y que sus recientes acercamientos no sean casuales.

Para Irene, ese es el límite. Le pide que deje de decir tonterías. Pero entonces ocurre algo inesperado. Pedro se rompe. Deja atrás el tono acusador y muestra su lado más vulnerable. Le confiesa que todo ese comportamiento hostil no proviene del odio, sino del miedo. El recuerdo del dolor que sufrió Irene tras la muerte de su esposo, José, aún lo persigue. No puede soportar la idea de verla destruida una vez más.

Las palabras de Pedro calan hondo. Irene lo escucha conmovida, aunque no baja la guardia. Le explica que, aunque agradece su preocupación, ya no es una niña. Tiene derecho a equivocarse, a enamorarse, a arriesgarse. Le pide que confíe en su criterio, aunque no lo comparta. Y con voz decidida le promete que no permitirá que su corazón vuelva a romperse sin aprender de la experiencia.

Pedro, con la voz cargada de emoción, le confiesa su mayor temor: que si algo le ocurre de nuevo, él tal vez no tenga la fuerza para acompañarla como antes. Irene se acerca, coloca con ternura una mano sobre su brazo y, conteniendo las lágrimas, le asegura que eso no pasará.

El silencio que sigue no es de ruptura, sino de entendimiento. No llegaron a un acuerdo total, pero dieron un paso hacia algo más valioso: la comprensión mutua. Aunque sus visiones del mundo sean distintas, los une algo irrompible: el amor de hermanos, templado por el dolor y la historia compartida. Una conversación desgarradora, sí, pero también un rayo de esperanza en medio del caos emocional que ambos enfrentan.

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