¿Cómo es posible, Alonso? || La tensión aumenta con la llegada del retrato misterioso en La Promesa
En uno de los momentos más tensos y llenos de misterio en La Promesa, la aparición de un retrato inesperado ha generado un impacto profundo en los protagonistas, desencadenando dudas, temores y confrontaciones que ponen en jaque la estabilidad del hogar. Este cuadro, que no solo es una obra artística de alto valor, sino también un símbolo cargado de emociones y secretos, ha vuelto a encender viejas heridas y resquebrajar las relaciones familiares.
La escena comienza con una conversación entre Alonso y su padre, donde Alonso confiesa que había estado buscando a alguien. Sin embargo, la atmósfera se siente cargada, como si algo inesperado estuviera a punto de suceder. El padre, por su parte, sugiere que el contacto con “el de la catedral” se mantiene, insinuando que los vínculos con ciertas personas o secretos aún no se han roto.
La sorpresa se hace palpable cuando aparece la pintura. La reacción de Alonso es como si hubiera visto un fantasma; un estremecimiento recorre el ambiente, porque lo que refleja ese cuadro no es cualquier imagen común. El retrato muestra a una mujer que, por sus rasgos y presencia, despierta sentimientos encontrados y profundas inquietudes.
Manuel, otra figura central en este episodio, se enfrenta a la pintura con un fuerte rechazo. Para él, esa imagen representa algo que no puede ni quiere aceptar, y la confusión se multiplica cuando asegura con rotundidad que esa no es su madre. El choque es tan fuerte que pide que el retrato sea retirado inmediatamente de su vista, como si eliminar la pintura pudiera borrar también las dudas y el malestar que genera.
El debate se intensifica cuando se revela la identidad del remitente que envió el cuadro: don Fausto Álvarez, uno de los retratistas más prestigiosos de la casa real. Su fama y renombre añaden una capa de complejidad a la situación, pues no se trata solo de un cuadro cualquiera, sino de una obra con gran valor artístico y simbólico. Además, en la nota que acompaña el retrato se sugiere que el encargo fue hecho tiempo atrás, posiblemente por alguien cercano a la familia, tal vez la propia madre de Manuel antes de que los hechos que alteraron la historia sucedieran.
Esto genera aún más confusión y preguntas: ¿quién es realmente la mujer del retrato? ¿Por qué Manuel está tan seguro de que no es su madre? ¿Qué secretos guarda esta imagen que ha sido guardada y enviada justo en este momento? El cuadro se convierte en un enigma que nadie sabe cómo resolver, pero todos sienten el peso de su presencia.
Mientras algunos valoran la técnica y el detalle con admiración, señalando que la pintura parece casi viva, otros, como Manuel, sienten una profunda incomodidad y un deseo urgente de deshacerse de ella. Esta división de opiniones refleja las tensiones internas de la familia y la lucha por aceptar o rechazar el pasado.
El padre de Manuel intenta calmar los ánimos, recordando que deben mantener la calma y no dejar que un simple retrato provoque caos. Sin embargo, Manuel está firme en su postura: esa imagen no debe estar allí, no puede seguir en su casa, y menos aún en medio de un ambiente ya tan frágil y lleno de incertidumbres. Su voz firme y decidida marca la importancia de esta decisión, aunque sea una batalla difícil de ganar frente al valor que otros otorgan al cuadro.
La situación alcanza un punto crítico cuando se decide que el cuadro no será movido ni tocado hasta que Manuel pueda tomar una decisión definitiva. Este gesto, aparentemente pequeño, simboliza la lucha interna y externa por controlar lo que representa ese retrato: ¿un recuerdo doloroso, un símbolo de traición, o tal vez una llave hacia la verdad oculta?
La música que acompaña este momento añade dramatismo, intensificando la sensación de que algo grande está por revelarse, y que la calma antes de la tormenta es solo una fachada que pronto caerá. Los personajes están atrapados entre el pasado y el presente, entre la realidad visible y los secretos que acechan en las sombras de su historia familiar.
Este episodio pone de manifiesto la fragilidad de los lazos familiares cuando la verdad se vuelve un terreno peligroso y la apariencia puede engañar. El retrato, más que una obra de arte, es un espejo de las tensiones, las dudas y los miedos que cada personaje lleva dentro. La llegada de este cuadro no solo reabre heridas, sino que plantea nuevos retos para todos, especialmente para Manuel, quien debe enfrentarse a su propio pasado y decidir qué papel jugará en el futuro de su familia.
En definitiva, La Promesa nos muestra una vez más cómo los objetos aparentemente inanimados pueden convertirse en protagonistas de historias intensas, donde cada trazo y cada sombra en una pintura tiene el poder de cambiar destinos y desafiar verdades. La incertidumbre sobre la identidad de la mujer del retrato y el misterio de su origen prometen mantener a todos en vilo, mientras los personajes luchan por encontrar respuestas y mantener la estabilidad en medio del caos.