“Por Nosotros”: Una sesión de fotos, un brindis y una promesa de futuro
En el más reciente episodio, “Sueños de Libertad” nos regala un respiro de la tensión habitual para adentrarnos en un momento íntimo y cargado de simbolismo entre Marta, Fina y Pelayo. Los tres personajes, que han atravesado no pocas complicaciones, se encuentran en casa disfrutando de una atmósfera distendida mientras Fina se encarga de inmortalizar el instante con su cámara fotográfica. La sala se llena de risas, comentarios ligeros y esa sensación de complicidad que solo se construye con tiempo y experiencias compartidas.
Después de un buen rato capturando imágenes, Fina decide que ya es suficiente por el día. Con una sonrisa satisfecha, les anuncia que pueden relajarse y dejar la sesión por concluida. Pelayo, curioso, admite que no sabe cómo saldrán las fotos, pero no puede evitar elogiar la manera en que Fina trabajó tras la cámara, asegurando que parecía toda una profesional. Marta, con su habitual franqueza, lo corrige suavemente: no es que lo pareciera, es que lo es. Sus palabras, más que un halago, se sienten como una reafirmación del talento de Fina. Incluso bromea diciendo que el ambiente se asemejaba al de un verdadero estudio fotográfico.
Fina, que no oculta su ilusión, confiesa que espera que la revista para la que trabajan piense lo mismo. Marta no duda ni un segundo y le asegura que así será. En medio de esta conversación, Marta le pregunta si ella misma se encargará de revelar las fotografías. La respuesta de Fina es afirmativa; comenta que puede hacerlo y que, además, tiene el día siguiente libre para dedicarse a ello.
Sin embargo, Pelayo interviene para cambiar los planes. Le dice que no es necesario que ella asuma esa tarea, ya que su idea es enviar directamente el carrete a la revista, donde se encargarán de revelar el material. Fina insiste suavemente, explicando que preferiría ser ella quien elija las imágenes, para asegurarse de que se refleje exactamente lo que quieren transmitir. Pero Pelayo, con tono tranquilizador, le explica que no debe preocuparse: la revista les enviará una selección junto con el texto, y entonces podrán revisarlo y decidir juntos. Convencida por la lógica de su argumento, Fina finalmente acepta.
Es entonces cuando Pelayo, con un brillo cómplice en la mirada, toma el teléfono para llamar a Teresa. Explica que pensó que, después de la sesión de fotos, tendrían un buen motivo para celebrar, así que preparó una pequeña sorpresa. No pasa mucho tiempo antes de que Teresa aparezca, elegante y con una sonrisa, portando una botella de champán de alta gama. La coloca sobre la mesa con cuidado, como si fuera una joya, y tanto Marta como Fina y el propio Pelayo le agradecen el gesto.
Marta, sin perder tiempo, se encarga de servir el champán en las copas. El burbujeo del líquido dorado parece acompañar el clima festivo que se respira en la habitación. Fina, visiblemente emocionada, toma una de las copas y se la entrega personalmente a Pelayo, como un gesto de aprecio y reconocimiento. Antes de que empiecen a beber, pregunta si puede ser ella quien pronuncie el brindis. Marta, con una sonrisa, le responde que por supuesto, que las palabras de Fina siempre son bienvenidas.
Fina se toma un instante, respira hondo y, con voz firme pero cargada de emoción, empieza su brindis. Habla de lo que han construido juntos, destacando que no ha sido un camino fácil. Reconoce las dificultades que han enfrentado y la singularidad de su relación, pero también subraya que han sabido sobreponerse y convertir las diferencias en fortalezas. Sus palabras dibujan un retrato sincero de un vínculo que se ha forjado a base de lealtad, respeto mutuo y una convicción inquebrantable de permanecer unidos.
Luego, mirando a Marta y a Pelayo con calidez, Fina brinda por un futuro lleno de armonía, como el que están viviendo en ese momento. Subraya que lo que más desea es que esa sensación de equipo que tienen ahora no desaparezca jamás. “Somos un equipo”, recalca, “y quiero que sigamos siéndolo siempre”. Sus ojos brillan con una mezcla de esperanza y determinación, como si en ese instante sellara un pacto silencioso con ambos.
Pero Fina no se detiene ahí. Gira su atención directamente hacia Pelayo y le dedica unas palabras especiales. Le agradece su generosidad y comprensión, recordando que no todos los hombres tendrían la amplitud de miras ni la disposición para aceptar y apoyar una relación tan poco convencional como la suya. Con voz cargada de sentimiento, reconoce que su actitud ha sido fundamental para que ellos tres hayan llegado hasta aquí sin romperse. Levanta su copa con decisión y concluye: “Por nosotros”.
El eco de sus palabras se expande por la habitación como un abrazo invisible. Marta y Pelayo, casi al unísono, repiten: “Por nosotros”. El tintinear de las copas al chocar se convierte en un símbolo perfecto del momento: un pacto tácito de seguir caminando juntos, sin importar lo que venga.
Este episodio, aunque aparentemente ligero y libre de las intrigas más intensas que suelen dominar la trama de Sueños de Libertad, es mucho más que una simple escena de convivencia. Es un recordatorio del lado humano de los personajes, de la importancia de celebrar las pequeñas victorias y de reforzar los lazos cuando las circunstancias lo permiten. La sesión de fotos, la conversación sobre cómo manejar el trabajo, la llegada del champán y el brindis final funcionan como un oasis narrativo, un momento para que los espectadores también respiren y recuerden por qué se han encariñado con estos personajes.
A nivel simbólico, la insistencia inicial de Fina en revelar las fotos ella misma puede leerse como su deseo de controlar y cuidar la imagen que proyectan al exterior, no solo en el ámbito profesional sino también en el personal. La propuesta de Pelayo, en cambio, representa la confianza en un proceso compartido y en dejar que otros también participen en la construcción de esa imagen. Su capacidad para llegar a un acuerdo refleja la madurez y la solidez de la relación entre los tres.
El brindis, por su parte, no es solo un gesto de celebración, sino una declaración de intenciones. Fina, al agradecer públicamente a Pelayo, rompe cualquier sombra de inseguridad y deja claro que su vínculo con Marta y con él no está definido por los convencionalismos, sino por el compromiso mutuo.
La escena se cierra con sonrisas, copas vacías y la sensación de que, al menos por un momento, el mundo exterior queda lejos. No hay acusaciones, no hay sospechas, no hay secretos oscuros. Solo hay tres personas que, después de todo lo vivido, se miran a los ojos y saben que, pase lo que pase, seguirán apostando por “nosotros”.