SPOILER – “LA TENSIÓN ENTRE PEDRO Y JOSÉ EXPLOTA CON UNA AMENAZA INMINENTE”
El ambiente se tornó pesado cuando Pedro se acercó a José con una sonrisa fría, cargada de soberbia, que parecía llenar el espacio con una presencia imponente. Su voz, pausada pero con un tono amenazante que no dejaba lugar a dudas, rompió el silencio con una pregunta que resonó en la habitación: ¿cuánto tiempo había pasado desde la última vez que se habían visto? José, cabizbajo y sin atreverse a mirarlo a los ojos, respondió con humildad y cierto temor que habían sido 28 años.
Pedro, con una ligera sonrisa de triunfo dibujada en el rostro, no ocultó su satisfacción al confesar que siempre había sabido que José no acudiría a su encuentro si él mismo lo hubiese llamado directamente. Por eso, explicó fríamente, había utilizado a Cristina como cebo, manipulando la situación para atraerlo sin que José sospechara nada. Esa revelación dejó un peso tangible en el aire, aumentando la tensión palpable entre ellos.
Con la voz cargada de ira contenida, Pedro reprochó a José el tiempo que había pasado trabajando como portero en la finca de Lord Ricarte, justo al lado de la familia. Le recordó que, durante todos esos años, José había estado demasiado cerca, pero sin ningún derecho ni permiso para hacerlo. Esta acusación profundizó el malestar de José, quien visiblemente asustado, juró que nunca había revelado nada del pasado ni secretos sobre su relación con Cristina.
Pero Pedro, sin mostrar ni un ápice de compasión y con un tono de desprecio, le recordó que había renunciado a su hija hace mucho tiempo. Ahora que Cristina era una mujer adulta, no existía ninguna razón para que José siguiera presente en su vida. La palabra “renunciar” cayó como un golpe duro sobre José, quien, a pesar de la emoción que le temblaba la voz, respondió con firmeza y determinación que no estaba dispuesto a marcharse.
José dejó claro que no volvería a desaparecer de la vida de Cristina y que esta vez lucharía para estar presente, sin importar las amenazas ni la hostilidad de Pedro. Esa negativa encendió aún más la furia de Pedro, quien alzó la voz con una orden firme y amenazante. Le exigió que abandonara Toledo de inmediato, que recogiera sus cosas y se fuera tanto de la finca como de la vida de su sobrina para siempre.
Con un tono aún más oscuro y lleno de advertencias, Pedro le dejó claro que, si se negaba a cumplir con esa orden, tendría que obligarlo por otros medios, sin dudar en utilizar cualquier recurso necesario para asegurarse de que José se fuera. La amenaza quedó suspendida en el aire, creando una atmósfera de tensión insoportable y anunciando un conflicto que apenas comenzaba.