⚠️ SPOILER – Por favor, Marta. Marta, ¿qué hacemos?
La tensión en la granja alcanza su punto más álgido en esta escena, que quedará marcada en la memoria de todos los espectadores de Sueños de Libertad. Pelayo irrumpe apresurado, con el rostro pálido y la respiración entrecortada, llamando a gritos a Marta y Fina. Cada palabra que pronuncia refleja el miedo que lo consume y la urgencia de una situación que él percibe como catastrófica. “¿Qué hacemos?”, pregunta con voz temblorosa, sus ojos buscando una respuesta en Marta, desesperado y confuso, intentando encontrar sentido a lo que parece un caos absoluto.
Marta, con la serenidad que la caracteriza pero con el corazón latiendo acelerado, le ordena que la deje manejar la situación. Su intento de mantener la calma es más que una fachada: es la estrategia de quien sabe que cualquier reacción impulsiva podría empeorar todo. Fina, por su parte, observa con ansiedad creciente, consciente de que cada segundo puede ser decisivo y que la llegada de Pelayo puede alterar el delicado equilibrio que habían logrado mantener hasta ese momento.
Pelayo exige respuestas inmediatas. Necesita saber dónde han estado, por qué no contestaron al teléfono y qué ha ocurrido en la casa. Explica que llegó del hogar familiar, vio el desastre en el salón y pensó que algo terrible había sucedido. La preocupación en su voz es tangible: cada palabra refleja su miedo de encontrar a Marta herida o peor. Sus ojos recorren la escena con rapidez hasta que nota algo en el suelo. Allí, inerte, yace el cuerpo de Santiago. El impacto es inmediato; su rostro refleja una mezcla de horror y desconcierto. Murmura sorprendido que la guardia civil lo había estado buscando toda la tarde, sin imaginar que lo encontraría así.
Marta interviene de inmediato, intentando explicar la situación sin revelar todos los detalles que podrían ponerlas en peligro. Explica que Santiago había ido a la casa con la intención de hacerle daño grave, y que ella solo actuó en defensa propia. Su voz es firme, cada palabra medida, intentando que Pelayo entienda que lo importante es que ambas estén vivas y a salvo. Pelayo, aun visiblemente alarmado, trata de tranquilizarlas, recordándoles que lo esencial es que estén bien, que lo demás puede resolverse con calma.
Sin embargo, Marta insiste en aclarar que Fina llegó después, cuando todo había terminado. Detalla que Santiago la esperaba, preparado para atacar, y que en el forcejeo ella terminó matándolo sin intención, en defensa propia. La tensión en la escena se palpa en cada mirada: Marta quiere proteger a Fina, evitar que asuma una culpa que no le corresponde, mientras Fina lucha contra su impulso de ser completamente honesta.
Pero Fina no puede callar por mucho tiempo. Su conciencia la obliga a relatar la verdad. Con voz temblorosa y ojos llenos de lágrimas, explica que ella llegó a la casa al mediodía y encontró a Santiago allí. Él la había atado y amordazado, esperando a Marta para obligarla a presenciar un acto de violencia. Cada palabra que pronuncia está cargada de miedo, rabia y dolor. Relata cómo logró soltarse, golpear a Santiago con una botella y, en el momento de la confusión, tomar un cuchillo que él había dejado caer. Describe con detalle el forcejeo, cómo el cuchillo se clavó en Santiago antes de que pudiera reaccionar, y cómo, en ese instante, la vida y la muerte se cruzaron en un instante de pura desesperación.
Fina insiste en que deberían llamar a la guardia civil y entregarse, consciente de que han ocurrido hechos graves y de que la justicia debe intervenir. Pero Pelayo, con un tono serio y cargado de responsabilidad, se niega. Le advierte que un escándalo de ese tipo podría arruinar la vida de Marta y de todos los involucrados. Aunque fuera un acto de defensa propia, mataron a un hombre, y cualquier investigación podría descubrir detalles de su pasado que las pondrían en peligro. Pelayo intenta hacerle entender la magnitud de la situación: las consecuencias legales, la exposición mediática, el riesgo para sus familias y para ellas mismas.
Fina, sin embargo, permanece firme. Declara que no le importan las consecuencias, que lo que importa es la verdad y su responsabilidad ante lo sucedido. Pero Pelayo insiste, consciente de que cualquier decisión apresurada podría ser catastrófica. Sospecha que las protagonistas habían planeado incluso enterrar a Santiago antes de decidir qué hacer, pero decide ofrecer su ayuda de inmediato, dispuesto a asumir riesgos para protegerlas. Marta, con determinación, rechaza la oferta: no quiere comprometer a Pelayo, no quiere que él se vea implicado en un acto que podría tener repercusiones irreversibles.
Pelayo no se rinde. Argumenta que Santiago también lo había amenazado, que él ya está involucrado, y que su ayuda podría ser la única manera de manejar la situación sin que nadie más resulte perjudicado. Les ordena que regresen a la casa y descansen, prometiéndoles que se encargará de todo lo demás. Esta decisión muestra la complejidad de su personaje: dispuesto a convertirse en cómplice, pero con la intención de proteger a quienes ama.
Marta y Fina aceptan, aunque con el corazón en un puño, alejándose lentamente de la escena mientras Pelayo queda solo con el cuerpo de Santiago. Es un momento cargado de tensión, de emociones contenidas, donde el control de la situación parece moverse de una persona a otra. Marta intenta proteger a Fina, asumir la responsabilidad de sus acciones y, al mismo tiempo, cuidar de que la justicia no las arruine. Fina, por su parte, lucha entre su deseo de confesar y su necesidad de confiar en Marta y Pelayo. Pelayo, finalmente, se convierte en el sostén de ambas, dispuesto a cubrirlas aunque eso lo ponga en riesgo, demostrando lealtad y valentía.
Esta escena deja en claro que la defensa propia, la lealtad y la confianza mutua son los ejes centrales de la narrativa. La tensión, el miedo y la urgencia convierten la granja en un escenario donde la vida y la muerte, la culpa y la protección, se entrelazan de manera casi palpable. Cada gesto, cada palabra, cada mirada transmite la intensidad de la situación y prepara al espectador para las consecuencias dramáticas que vendrán en los próximos capítulos.
En resumen, Pelayo se convierte en la figura que sostiene a Marta y Fina, equilibrando la balanza entre la verdad y la protección, mientras ellas enfrentan la culpa, el miedo y la responsabilidad de un acto que cambiará sus vidas para siempre. La escena es un ejemplo perfecto de cómo el suspense y la emoción pueden combinarse para crear momentos inolvidables en Sueños de Libertad.