El origen del odio: la batalla que definirá el destino de Curro y Lorenzo

En el corazón de La Promesa, se avecina un enfrentamiento que no es fruto de un simple desacuerdo reciente, sino de una enemistad que ha fermentado durante años, alimentada por el miedo, la humillación y la traición. La tensión estalla cuando Curro, decidido a buscar respuestas y justicia, se presenta con unos documentos que pueden poner fin a la impunidad del capitán Lorenzo de la Mata. El joven sabe que el ejército español está al tanto de sus hallazgos y, sobre todo, de la verdadera naturaleza del hombre al que se enfrenta.

El coronel Fuentes, figura de autoridad implacable, le confirma que el capitán tendrá que rendir cuentas por sus actos. Reconoce su valentía y le asegura que el ejército está en deuda con él. Pero esta aparente victoria viene acompañada de una amenaza directa: Lorenzo, con el orgullo herido, le jura a Curro que acabará con él aunque sea lo último que haga. No son palabras vacías; son la declaración de una guerra personal que no se cerrará con un arresto.

Para entender la magnitud de este conflicto, hay que retroceder en el tiempo. La enemistad entre ambos tiene sus raíces en la infancia de Curro, cuando Lorenzo de la Mata se convirtió en su padre adoptivo. Lejos de protegerlo, le ofreció una niñez marcada por los golpes y el desprecio. El matrimonio de Lorenzo con Eugenia Izquierdo —madre adoptiva de Curro y hermana de la marquesa Cruz— no nació del amor, sino de un cálculo frío de conveniencia. Él buscaba posición social; ella, frágil y vulnerable, terminó encerrada en una jaula dorada impuesta por su propio padre, Juan Izquierdo.

Lorenzo convirtió esa jaula en una prisión emocional. Humilló a Eugenia, destruyendo poco a poco su espíritu, mientras Curro presenciaba en silencio ese maltrato que marcó para siempre su vida. La herida se profundizó cuando, años después, Eugenia regresó del sanatorio intentando reconstruir su vida. Curro soñaba con que pudiera hallar paz, pero los fantasmas del pasado no tardaron en volver.

La alianza de Lorenzo con Leocadia de Figueroa reabrió viejas heridas. Entre ambos ejercieron una presión psicológica que llevó a Eugenia al límite. El resultado fue devastador: en un acto desesperado, se arrojó desde el torreón del palacio. Para Curro, ese momento selló la certeza de que Lorenzo no solo le había arrebatado su infancia, sino que también había destruido a la única madre que conocía.

Ahora, en el presente, el cerco sobre Lorenzo se estrecha. El coronel Fuentes ha llegado al palacio y todo apunta a que el capitán, apodado irónicamente “Garrapata” por su capacidad de aferrarse al poder, será arrestado en cuestión de horas. La tensión es palpable; cada movimiento dentro de la mansión anuncia que el final de su libertad está cerca. Sin embargo, Lorenzo aún encuentra fuerzas para amenazar a Curro, dejando claro que incluso entre rejas puede ser peligroso.

La gran incógnita es si este será realmente su final. En La Promesa, los enemigos rara vez desaparecen del todo; muchas veces solo esperan el momento oportuno para volver. Y Lorenzo es un hombre con contactos, con la astucia suficiente para mover hilos incluso desde una celda. No sería la primera vez que un antagonista logra regresar: el caso de Gregorio Castillo, el mayordomo que intentó asesinar a Pía, es prueba de ello.

El arresto de Lorenzo no se llevará a cabo ante un tribunal civil, sino militar, lo que cambia radicalmente el panorama. En 1916, la justicia militar era dura y expedita: juicios breves, sin largas apelaciones, donde el testimonio de oficiales podía sellar el destino de un acusado. Si se le considera culpable de delitos contra el ejército o el Estado español, las penas podían ir desde años de prisión hasta la pena capital. El ejército no dudaba en usar estos casos como ejemplo para disciplinar a sus filas.

Pero aunque Lorenzo desaparezca del palacio, su sombra seguirá presente. Curro ha recibido una amenaza que podría cumplirse en cualquier momento si el capitán logra recuperar la libertad. Los guionistas han dejado este punto abierto, posiblemente para mantener la tensión y reservar un regreso futuro cargado de venganza.

Los próximos días estarán marcados por un incremento de la tensión. Para el jueves, la presión contra Lorenzo alcanzará su punto máximo y el arresto se consumará. Pero la victoria de Curro es amarga. Ha perdido demasiado: su infancia, la paz que le arrebataron y a su madre adoptiva. Incluso la seguridad de su hermana Jana Expósito podría verse comprometida si Lorenzo consigue actuar desde la sombra.

En La Promesa, el pasado siempre vuelve. Las cuentas pendientes no se olvidan, y cuando las heridas son tan profundas, un arresto no significa el final, sino el inicio de un nuevo capítulo. Mientras muchos celebran la caída del capitán Garrapata, Curro sabe que esta es solo una batalla ganada en una guerra que aún no ha terminado. Porque en ese juramento de venganza, pronunciado con furia y convicción, se esconde la certeza de que el peligro está lejos de desaparecer.

Y así, la historia continúa, dejando a todos los habitantes del palacio bajo la amenaza latente de un hombre que, incluso derrotado, nunca se da por vencido.