Mi amor, te quiero más que nunca
La escena se abre en un ambiente cargado de intimidad y emociones profundas entre Marta y Fina. Ambos personajes están completamente centrados el uno en el otro, y sus palabras reflejan la intensidad del amor que comparten. Fina inicia con un sincero y apasionado “Mi amor, te quiero más que nunca. Eres mi vida entera. Yo nunca, nunca había sido tan feliz como ahora”. Sus palabras no solo expresan un sentimiento de alegría, sino que evidencian cómo su felicidad está completamente vinculada a la presencia de Marta en su vida. Marta responde con igual intensidad, confesando cuánto la ama y reforzando la idea de que su vínculo es absoluto: “Te quiero, te quiero tanto”.
En medio de esta confesión, Fina percibe un cambio en la expresión de Marta y pregunta con preocupación: “¿Qué pasa? ¿Te noto triste?” Marta, por su parte, admite su deseo de estar siempre cerca de Fina, “quiero estar contigo deita a ti, como si fuéramos una sola persona, como la primera vez”, evocando la intensidad de sus primeros momentos juntos, cuando el amor era puro y absoluto. Se rememora esa sensación de plenitud y completitud, y ambos personajes se aferran a ella como recordatorio de lo que han construido juntos.
Fina insiste en la certeza de que nada ni nadie podrá separarlas jamás: “Créeme, porque yo estoy segura de que no hay nada ni nadie en este mundo que pueda ya separarnos”. Sus palabras no solo son un juramento de amor, sino también una promesa de protección mutua. La escena se intensifica cuando afirma: “Yo lo que quiero es que la compartas conmigo. Yo jamás permitiría que te pasara nada malo”, consolidando la sensación de seguridad y pertenencia que su relación ofrece.

El momento de intimidad se materializa en un beso que comienza suave y termina convirtiéndose en una expresión profunda de amor y posesión mutua. No es solo un beso de pasión; es un símbolo de compromiso, un recordatorio de que ambos pertenecen al otro y que su vínculo es inquebrantable. En ese instante, los miedos y amenazas externas se desvanecen, y cualquier sombra de peligro pierde fuerza. La conexión entre Marta y Fina se muestra sólida, resiliente y destinada a perdurar, haciendo que la noche se sienta infinita.
Ambas sienten una paz momentánea: “Lo hemos comprobado todo… Siento que hemos pasado el momento más terrible de nuestras vidas y afortunadamente podemos seguir adelante porque estamos vivas y juntas”. La unión entre ellas se convierte en un refugio, un espacio seguro donde el mundo exterior deja de tener importancia. Sin embargo, esa sensación de seguridad está matizada por la conciencia de que el entorno sigue siendo peligroso: “Playo va a mantener la mentira ante mi padre de que vamos a Madrid a dormir. Así que si te apetece podemos pasar la noche aquí a salvo”. Aun así, Fina advierte que su refugio ya no es completamente seguro: “A salvo ya no estamos, Marta. Este ya no es nuestro refugio, es la casa de nuestras pesadillas”.
A pesar de los temores, Marta se niega a dejar que las circunstancias externas destruyan su conexión: “Cuando estoy contigo, lo de alrededor desaparece. Y me voy a centrar en eso, en nuestro amor, en disfrutarlo. No voy a dejar que ningún malnacido arruine nuestro refugio”. La determinación y la pasión se reflejan en sus gestos, en su tono de voz y en la forma en que se abrazan, como si quisieran borrar todas las amenazas externas con la fuerza de su afecto.
El diálogo entre ellas se mezcla con recuerdos tiernos y gestos de complicidad: “¿Quieres que hagamos suizos como la última vez? ¿Te acuerdas?” Fina recuerda con emoción y nostalgia, y su vínculo se fortalece al rememorar cada instante compartido: “Si cada momento que yo he vivido a tu lado lo tengo grabado en mi piel, en mi corazón. No los voy a olvidar jamás. Jamás”. El amor entre ellas no solo es intenso, sino también profundamente arraigado en la memoria y en la experiencia compartida.
A medida que la escena avanza, se insinúa un futuro lleno de momentos felices, ya que Fina promete que seguirán creando recuerdos: “Pues habrá tantos, tantos, tantos y tantos otros momentos juntas porque no pienso separarme de tu lado”. La reiteración de “te quiero tanto, tanto, tanto, tanto, tanto” subraya la profundidad y la fuerza de sus sentimientos, transmitiendo al espectador la magnitud de su amor y la intensidad de su compromiso mutuo.

Mientras tanto, en otro lugar, Cristina se encuentra en el laboratorio con su madre, doña Ana. Cristina revela la preocupación que siente por el comportamiento del conserje del edificio, quien desapareció sin previo aviso. La conversación inicial es tranquila, con Ana intentando calmar a su hija: “No le des más vueltas, que ya contratarán a otra persona”. Pero Cristina siente que la situación es mucho más compleja y confiesa que hay algo más que no ha compartido: Pepe, el conserje, resulta ser su padre biológico. La revelación deja a Ana atónita y preocupada, pero rápidamente asegura a su hija que nada cambiará la relación que tienen con ambos padres: “Siempre serán tus padres”.
Cristina, aunque aliviada por las palabras de Ana, empieza a reflexionar sobre la vida de Pepe y su relación con ella. Se pregunta si ha sido un buen hombre y si estuvo cerca de ella por decisión propia. Ana comparte la hipótesis de Irene: el hermano de Pepe, quien era director de la fábrica, podría haber intervenido en el pasado para impedir la relación de su hijo, argumentando diferencias sociales y familiares. Esto añade una capa de tensión y misterio al relato, sugiriendo que no todo lo ocurrido en el pasado fue casualidad y que las intervenciones familiares han moldeado gran parte de la vida de Cristina.
La combinación de estas dos tramas—el amor intenso y seguro entre Marta y Fina, y la revelación familiar y emocional de Cristina—crea un episodio cargado de emociones, estrategias silenciosas y tensiones internas. Mientras un vínculo se consolida a través de la pasión y la ternura, el otro se enfrenta a secretos, incertidumbres y la necesidad de redefinir relaciones personales. El espectador se siente atrapado entre el refugio del amor absoluto y la intriga de los secretos familiares, anticipando cómo estos elementos influirán en los próximos episodios.