Santiago vuelve a la vida de Fina en ‘Sueños de libertad’, avance del capítulo 373 (18 de agosto)
El próximo lunes 18 de agosto, Sueños de libertad nos lleva a un episodio que marcará un antes y un después en la vida de varios personajes. Bajo la apariencia de una jornada veraniega tranquila en Toledo, la calma se verá desbordada por secretos, pasiones prohibidas, enfermedades letales y el regreso más temido de todos: Santiago, que ha escapado de prisión y está dispuesto a irrumpir en el mundo de Marta y Fina. Lo que parecía un día cualquiera se convierte en un cruce de caminos donde el pasado regresa con fuerza y el futuro se tiñe de sombras inquietantes.
En las instalaciones de Perfumerías De la Reina, la doctora Luz Borrell se encuentra al límite. Cada jornada es más insoportable: sus pacientes, los trabajadores de la sección de saponificación, empeoran a pasos agigantados. Lo que en un principio parecían simples resfriados se ha convertido en una tos seca, sofocante y progresiva que amenaza sus vidas. Luz ya no se traga la versión oficial de “alergias estacionales”; su instinto médico le advierte de que los químicos de las cubas de jabón son los verdaderos culpables. Ha enviado muestras al hospital de Toledo, pero la burocracia se arrastra, lenta e insensible, mientras ella observa cómo hombres y mujeres a los que conoce desde hace años se marchitan. Entre ellos están Mateo, padre de familia que ya no puede subir unas escaleras, o Carmen, que soñaba con la boda de su hija y ahora lucha por cada bocanada de aire. La impotencia la consume, pero sigue buscando una respuesta en informes que ya ha leído decenas de veces.
En medio de esa tensión, Begoña Montes aparece en el dispensario. Tras la pérdida de Jesús, el encarcelamiento de Andrés y la anulación de su matrimonio, vive atrapada en un mar de dudas y emociones encontradas. Ahora, Gabriel de la Reina se ha cruzado en su camino, insistente y paciente a la vez. Begoña teme dar un paso hacia adelante, cree que aún es pronto, pero siente que quizás merece una oportunidad de ser feliz. Luz la escucha y la anima: Gabriel es un hombre decente, sincero en sus sentimientos. Le aconseja que, al menos, se permita explorar la posibilidad de una nueva relación. Las palabras de su amiga son el empujón que necesitaba. Decidida, Begoña busca a Gabriel más tarde en la empresa y acepta su propuesta de empezar una historia juntos. La alegría del abogado es indescriptible y ambos sellan la decisión con una cita esa misma noche.

Mientras tanto, en otro rincón, Cristina se enfrenta a una nueva decepción. Había acariciado la esperanza de conocer y recuperar el vínculo con su padre biológico, José. Pero de un día para otro, su casa aparece vacía, sin rastro de él. Para la joven es como revivir un abandono doble, un golpe devastador que la deja sin aire. Luis Merino, en un gesto poco habitual de ternura, intenta consolarla: no debe culparse, las razones de la huida pertenecen a José, no a ella. Aunque sus palabras son torpes, Cristina agradece no estar sola en medio de tanto dolor. Lo que desconoce es que la desaparición de su padre esconde raíces profundas en las intrigas de la familia De la Reina.
En la mansión, Andrés se hunde cada vez más. La noticia de que Begoña empieza una nueva vida con Gabriel lo golpea con fuerza. Entre el whisky y la autocompasión, se enfrenta a su padre, Damián, que intenta sacarlo del pozo en el que está. Pero Andrés solo ve derrota, humillación y pérdida. Para él, la vida se ha convertido en una farsa en la que está atado a una mujer a la que no ama, mientras observa cómo su único amor verdadero se marcha con otro… nada menos que su primo. Damián, impotente, lo anima a luchar, a encontrar un propósito, pero sus palabras se pierden en el vacío.
En paralelo, Irene empieza a atar cabos. La repentina huida de José le resulta demasiado familiar. Recuerda que décadas atrás, su gran amor desapareció de igual forma. Con el corazón latiendo de rabia, exige a Damián la verdad. Él, abatido por la culpa, finalmente confiesa: fue Pedro, su propio hermano, quien en el pasado obligó a José a marcharse con amenazas y chantajes. Lo hizo por orgullo, por desprecio, por mantener el apellido limpio. José no la abandonó, fue forzado. Ahora ha ocurrido lo mismo: Pedro ha vuelto a actuar, empujando otra vez a José lejos de ella y de Cristina. La revelación rompe a Irene, pero también la llena de furia. Se enfrenta a Pedro, que no muestra arrepentimiento alguno y, con arrogancia, le dice que le salvó de una vida mediocre. Irene, rota y decepcionada, decide marcharse de la casa familiar. Cada objeto que guarda en su maleta es un recordatorio de que su vida estuvo cimentada en mentiras.
Lejos de allí, en la casa de los Merino, otra tensión estalla cuando Teo desaparece unas horas. Sus padres entran en pánico, pero finalmente regresa con rasguños y el orgullo intacto: se ha enfrentado al matón que lo acosaba y ha salido victorioso. Aunque Joaquín y Gema intentan reprenderlo por la violencia, no pueden evitar sentirse orgullosos de que su hijo, por primera vez, haya defendido su dignidad. Es una pequeña victoria infantil que contrasta con las tragedias de los adultos.

Mientras tanto, Marta, Fina y Pelayo participan en una sesión de fotos para una revista. La imagen proyectada es la de un matrimonio joven y feliz, pero tras la cámara se esconde la verdad: Marta y Fina mantienen un amor secreto, auténtico y valiente, que solo ellas y Pelayo conocen. Tras la sesión, comparten un brindis que por un instante se siente real y ligero. Creen estar a salvo en su pequeño mundo de confidencias, sin saber que la sombra más peligrosa acecha ya muy cerca.
Porque en la casa del monte, el refugio de las amantes, una figura irrumpe. Santiago, demacrado, obsesionado y con la mirada perdida, ha escapado de prisión. Armado con una barra de hierro, rompe la cerradura y se instala allí, esperando el regreso de Fina. No tiene un plan claro, pero lo mueve una idea fija: si no puede tenerla, nadie lo hará. El aire de la casa, antes lleno de amor, se vuelve sofocante y oscuro. El peligro ya está dentro.
La jornada culmina con un giro inesperado en el matrimonio de Andrés y María. Tras ver a Begoña regresar de su cita con Gabriel, Andrés se emborracha y discute violentamente con su esposa. En medio de la pelea, María, fuera de sí, mueve una pierna con rabia… una pierna que hasta ahora debía estar paralizada. Andrés lo ve, incrédulo. Ella entra en pánico: su secreto ha quedado al descubierto. Durante semanas había fingido su invalidez mientras recuperaba movilidad en silencio, planeando usarlo en el momento oportuno. Pero la furia lo ha revelado antes de tiempo. La mentira de María se tambalea justo cuando todo lo demás en la familia se desmorona.
Así termina un día cargado de revelaciones y amenazas. Con la enfermedad mortal confirmada por el hospital, con Irene rompiendo lazos con Pedro, con Begoña abriendo la puerta a un nuevo amor, y con Santiago regresando del infierno de la cárcel para reclamar lo que cree suyo, el capítulo 373 se perfila como uno de los más tensos y oscuros de Sueños de libertad. Lo que parecía una tranquila jornada de verano se transforma en una noche interminable donde cada secreto amenaza con estallar.