La Promesa Capítulo completo miércoles 20 de agosto; La duquesa de Carril vuelve a La Promesa
El silencio solemne del palacio se quiebra con la llegada de una inesperada figura. Nadie la había visto cruzar el umbral desde hacía años, y su presencia despierta un huracán de rumores, temores y esperanzas. La duquesa de Carril, Amalia, vuelve a La Promesa, y con ella regresan fantasmas del pasado que muchos creían enterrados. Su porte elegante, su mirada fría y calculadora, irrumpen como un vendaval que reordena las piezas del tablero en un juego que apenas comienza.
La aparición de Amalia no es casual ni inocente. Su regreso está marcado por un secreto que guarda celosamente y por una intención velada que amenaza con alterar la frágil paz que se había instalado en la hacienda. Vera, al verla entrar, queda paralizada. La joven, que esperaba con ansiedad noticias de su hermano Federico, jamás imaginó que sería su madre quien aparecería en persona. La emoción se mezcla con el miedo: el vínculo con su madre nunca fue sencillo, y la distancia no había hecho más que profundizar la desconfianza entre ambas. ¿Qué pretende ahora la duquesa? ¿Por qué regresa justo en este momento?
En los salones principales, el marqués Alonso percibe enseguida que esta visita traerá más problemas que soluciones. La duquesa no es mujer de gestos desinteresados. Su sola presencia le recuerda antiguas disputas, pactos rotos y deudas emocionales nunca saldadas. Amalia, fiel a su estilo, se presenta con una cortesía impecable, pero cada palabra que pronuncia parece cargada de doble filo. El marqués la recibe con formalidad, consciente de que cada movimiento deberá ser calculado para no ceder terreno en una batalla que todavía no se libra abiertamente, pero que ya ha comenzado en las sombras.
Mientras tanto, en los pasillos, la tensión crece por otros motivos. Curro y Ángela intentan disfrutar de su relación, pero el peso de la acusación que Lorenzo lanzó antes de ser arrestado sigue persiguiéndolos. Ángela, temblorosa, confiesa a Curro que su madre le aseguró que Lorenzo la había delatado como la traidora que lo entregó a las autoridades. Curro trata de tranquilizarla, pero la duda lo carcome: ¿y si realmente Ángela guarda un secreto que podría arruinarlo todo? Su amor, tan intenso como frágil, se ve amenazado por la sombra de la sospecha, y ambos saben que cualquier error podría separarlos para siempre.
El marqués, cada vez más inquieto, no logra comprender por qué la prensa ha guardado silencio absoluto sobre el caso del capitán Garrapata. Ni un solo titular, ninguna crónica, nada. Esa ausencia lo atormenta, y sus intentos de obtener información en el Ministerio de Guerra no hacen más que aumentar su preocupación. El coronel Fuentes, que siempre había sido fuente de respuestas, ahora solo le ofrece evasivas. Todo indica que alguien, desde muy arriba, está moviendo los hilos para enterrar el asunto. Alonso, sin embargo, no está dispuesto a dejarlo pasar: si su familia está en peligro, luchará hasta el final por descubrir la verdad.
Mientras las intrigas se cuecen en las altas esferas, en la cocina los secretos no son menores. Toño, intrigado, confronta a Enora sobre lo que se comenta en el servicio. La joven afirma sin rubor que ya confesó a Simona y Candela que él y ella son novios. Toño queda atónito, sin saber si debe creer en la sinceridad de Enora o si se trata de una burla disfrazada de ternura. Entre la ilusión y la duda, el joven se debate entre dejarse llevar por lo que siente o mantenerse cauteloso para no convertirse en víctima de un juego cruel.
Por su parte, Manuel lucha en otro frente. La oposición de doña Leocadia a vender su parte de la empresa lo desestabiliza. Cada conversación con ella termina en un callejón sin salida, y lo único que logra es que su relación con Alonso se deteriore. Manuel empieza a ver a su propio padre como un obstáculo, mientras la marquesa, firme y calculadora, se aferra a su poder. El joven, frustrado, sabe que el futuro de su proyecto depende de vencer esa resistencia, pero también intuye que enfrentarse a Leocadia podría desatar consecuencias imprevisibles.
En medio de tantas tensiones, la situación matrimonial de Ricardo y Ana tampoco mejora. Tras largas conversaciones en secreto con Pía, Ricardo admite que la nulidad de su matrimonio con Ana es prácticamente imposible de conseguir. Sus palabras caen como un jarro de agua fría sobre Pía, que había depositado en él sus ilusiones. El mayordomo Ballesteros, siempre atento, escucha fragmentos de esas conversaciones, lo que aumenta el riesgo de que un secreto doloroso salga a la luz en el peor momento.
La llegada de la duquesa de Carril, sin embargo, eclipsa todo lo demás. Su sombra se extiende por cada rincón del palacio. Con cada gesto, con cada palabra, demuestra que no ha regresado por nostalgia ni por afecto, sino para reclamar lo que considera suyo. Vera, desgarrada entre el amor por su madre y la desconfianza hacia sus intenciones, se convierte en el centro de una tensión emocional que podría fracturarla por completo. Los criados murmuran, los nobles callan, y Alonso observa con creciente preocupación cómo la presencia de Amalia amenaza con desestabilizar los delicados equilibrios que tanto le ha costado mantener.
En la penumbra de los pasillos, Alonso convoca a Curro y Ángela para interrogarlos. Su mirada firme y su tono implacable los ponen contra las cuerdas. Quiere saberlo todo: cómo se enteraron de la detención de Lorenzo, qué papel jugaron, qué saben que no han dicho. Ángela, nerviosa, apenas puede sostener su versión. Curro, dividido entre protegerla y decir la verdad, siente que el suelo bajo sus pies comienza a resquebrajarse. Y mientras tanto, en silencio, la duquesa de Carril observa, como un ave rapaz esperando el momento exacto para lanzarse sobre su presa.
Así, el capítulo del miércoles 20 de agosto se perfila como uno de los más intensos de La Promesa. Un regreso inesperado, un amor amenazado por la desconfianza, un marqués atrapado entre secretos y mentiras, y una familia al borde de la ruptura. Nada será igual después de la llegada de Amalia, porque en La Promesa, cada secreto tarde o temprano termina saliendo a la luz, y cuando lo hace, arrasa con todo a su paso.