📌 Spoiler: La ceremonia que desata tormentas en la mansión Korhan
La familia Korhan se traslada hasta la casa de İlyas, el abuelo de Diyar, para participar en la tradicional ceremonia de pedir la mano. En medio de un ambiente cargado de solemnidad, es Ferit quien guía el encuentro con una seguridad sorprendente, sin titubeos y con la firmeza de quien sabe lo que quiere. İlyas, después de observar con atención, accede a entregar la mano de su nieta, pero lanza una exigencia inesperada: el matrimonio deberá realizarse lo más pronto posible. Sus palabras generan incomodidad entre los presentes, pues la premura no estaba en los planes de nadie. Sin embargo, Ferit, con una mirada de determinación, acepta la condición. Así queda sellado: la boda se celebrará en apenas unos días.
Mientras tanto, lejos de ese ambiente festivo, la mansión Korhan se convierte en escenario de una tensión acumulada durante años. Abidin, cargando un pasado de heridas y silencios, se acomoda en el sillón de Halis Korhan, como si quisiera apropiarse de un lugar que siempre le fue negado. En ese asiento, que guarda recuerdos y símbolos de poder, se dispone a enfrentarse a la familia que lo marginó. Kazım, con intenciones de evitar un conflicto, intenta persuadirlo para que abandone la casa, pero Abidin está decidido: no se marchará hasta decir todo lo que tiene guardado. Suna, asustada por la posible magnitud del enfrentamiento, decide llamar a Seyran en busca de ayuda.
Al escucharla, Seyran se moviliza rápidamente junto a Sinan. Ambos saben que si lo que ocurre se filtra a la prensa, el prestigio de los Korhan podría venirse abajo. Mientras tanto, en la ceremonia de compromiso, los rostros sonrientes de los Korhan ocultan que, en su mansión, se avecina una tormenta.
De vuelta en la casa, el clima se enrarece. İfakat, al ver a Abidin sentado en el sillón de Halis, estalla en furia. Orhan, igualmente molesto, no puede creer el atrevimiento. Abidin, sin intimidarse, responde con firmeza: ese sillón también le corresponde por derecho de sangre. Acto seguido, lanza una acusación demoledora: asegura que Halis fue el responsable de la muerte de sus padres, pues los frenos del coche habrían sido saboteados. El silencio de Hattuç, a quien pide confirmación, se convierte en un peso insoportable que intensifica la tensión.
Ferit, incapaz de contenerse, se enfrenta directamente con Abidin. La disputa entre ambos adquiere el tono de una rivalidad fraterna, como si hubieran crecido bajo el mismo techo. Justo en ese instante, llegan Seyran y Sinan. La escena es clara: dos mundos colisionando. Seyran, con un tono sereno, advierte a Abidin que su ira lo dejará aislado, mientras Sinan intenta calmar los ánimos. Finalmente, con lágrimas en los ojos, Abidin abandona la mansión acompañado por ellos.
En paralelo, Nurten revela a Betül un secreto estremecedor: ha matado a su jefe. Betül, en shock, siente que no puede cargar sola con esa verdad y se la confía a Orhan, quien entiende que los pecados del pasado vuelven a perseguirlos.
Por otra parte, Esme, inquieta por un retraso en su menstruación, se arma de valor y busca a Gülgün. Por primera vez, se sincera sin reservas. Gülgün, lejos de juzgarla, decide acompañarla a una consulta ginecológica. La noticia las sorprende: Esme no atraviesa la menopausia, sino que está embarazada. Esta revelación cambia de golpe su mundo y la enfrenta al dilema de cómo contárselo a Kazım.
Tras la partida de Abidin, Ferit queda en silencio, atormentado por las acusaciones recibidas. Entonces, Hattuç reúne a los Korhan para contar parte de la verdad sobre el pasado de Halis y la familia de Abidin. Aun así, defiende la idea de que Halis ocultó la historia para proteger a los suyos. Mientras tanto, Abidin, acompañado por Seyran y Sinan, se sumerge en recuerdos dolorosos que lo empujan a buscar venganza.
Los días avanzan y la tensión no cede. Ferit visita a Esme, donde nuevamente se cruza con Abidin. Lo que alguna vez fue una amistad fraterna, ahora es un duelo de reproches y resentimientos. Los enfrentamientos verbales pronto se convierten en pelea física, y solo la intervención de Seyran, Sinan y Suna evita que la situación termine en tragedia. Ferit, incapaz de soportar más, abandona la casa.
Por otro lado, Orhan, tras indagar sobre el incidente de Nurten, confirma que la situación no fue un simple accidente. Su decisión de involucrarse más en este problema despierta tensiones con Betül, quien comienza a percibir que su lugar en la familia tambalea.
En la mansión, las dudas de Suna crecen al ver la cercanía de Seyran con Abidin, lo que erosiona su confianza en ella. Mientras tanto, Diyar se concentra en los preparativos de la boda, aunque la ausencia emocional de Ferit la llena de inseguridades.
Seyran, en medio de su relación con Sinan, siente un vacío que no puede llenar. Aunque intenta convencerse de que deben estar juntos, sus palabras y acciones revelan lo contrario. En un giro decisivo, abandona la casa sin avisar, dejando a Sinan sumido en la frustración y la ira. Esa misma noche, tanto Ferit como Seyran sienten una nostalgia que los consume en silencio.
Ferit, dividido entre sus deberes y sus sentimientos, decide llevar incluso la prueba del vestido de novia a casa de Diyar, pero su interior le grita que esa boda no representa lo que realmente desea. Más tarde, al visitar a Esme, se encuentra con Seyran dormida. Al verla, revive todo lo que había intentado enterrar. Seyran, tras despertar, confiesa que nunca pudo entregarse por completo a Sinan, pues aún lleva a Ferit dentro de sí. Sus palabras lo conmueven, aunque él guarda silencio; el lenguaje de sus miradas revela lo que ninguno se atreve a pronunciar.
Ferit, en un último intento de reconciliación con Abidin, le ofrece una parte de la herencia Korhan y el derecho al apellido. Pero Abidin lo rechaza con frialdad, reafirmando que solo busca venganza. Ferit entiende entonces que su relación está rota para siempre.
En la mansión, el día de la boda se acerca. Diyar se ilusiona, pero Ferit apenas logra mantener la sonrisa. Mientras tanto, Orhan toma una decisión drástica: entrega a Nurten a la policía bajo la acusación de asesinato.
En un giro trágico, Sinan organiza una última cena con Seyran. Lo que parece un adiós cordial pronto se convierte en un infierno: le revela que ha envenenado la comida y que morirán juntos. Seyran, incrédula al principio, comienza a sentir los efectos en su cuerpo: la respiración se le dificulta, las fuerzas la abandonan. Entre miedo y arrepentimiento, se da cuenta de que el tiempo se les acaba.
Cuando la noticia llega a Ferit y Abidin, ambos corren desesperados hacia la casa de campo, pero lo único que encuentran es una mesa a medio terminar y la puerta abierta. La carrera contra el tiempo ha comenzado, y el destino de Seyran pende de un hilo.