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Este sábado por la tarde te traigo un avance especial de La Promesa, y lo que se viene es fuerte. Hoy vamos a hablar de una fiesta que dará mucho que hablar… pero sobre todo, nos centraremos en Adriano, el esposo de Catalina, porque esta semana él será el protagonista involuntario de una situación que pasará de honor a humillación en cuestión de minutos.

Como recordarás del último capítulo, varios miembros de la familia Luján, incluso parte del servicio, estuvieron conversando con Catalina y Adriano para convencerlos de aceptar el título nobiliario que les fue ofrecido. Y tras muchas dudas, finalmente aceptarán. Pero lo que parecía ser un paso hacia el reconocimiento social, pronto se convertirá en un camino lleno de tensión, presiones y momentos incómodos.

El ambiente se caldeará especialmente durante la celebración que están organizando en honor al nuevo título. Aunque a simple vista se trata de una fiesta elegante, en realidad será un campo minado para Adriano, quien no está cómodo con tanta exposición pública. Él es una persona honesta, sencilla y poco acostumbrada a las pretensiones de la nobleza, y eso quedará en evidencia.

Durante la semana, veremos cómo Catalina hace todo lo posible para apoyar a su marido. Sabe que está nervioso por el evento y quiere ayudarlo a superar la presión de tener que actuar como un verdadero noble ante los ojos de todos. Afortunadamente, no estará solo: Curro también será clave en su preparación. Con su conocimiento de los protocolos y modales de la aristocracia, se ofrecerá a enseñarle lo básico para que Adriano no cometa errores durante la recepción.

Además, el mayordomo Ricardo también tomará parte en los preparativos. El jueves será clave: él se encargará de pulir los últimos detalles, asegurándose de que Adriano se vea y actúe con la compostura adecuada. Sin embargo, no todo será apoyo. Justo antes de la fiesta, Lisandro se acercará a Adriano y soltará un comentario despectivo, con doble intención. Le hará dudar aún más de su lugar en ese mundo, y terminará dejándolo emocionalmente vulnerable.

Mientras tanto, en los pasillos del palacio, no todos están contentos con la nueva posición que obtendrán Catalina y su esposo. Por un lado está Leocadia, quien siempre ha deseado un título nobiliario y que verá esta situación con un claro sentimiento de envidia. Y por otro, San Jacobo, quien tampoco disimula su molestia por la distinción que ha recibido Adriano. Incluso su prometida, la señorita Martín, lo confrontará, sorprendida de que no celebre el beneficio que esta unión representa para los más pequeños de la familia: Rafaela y Andrés.

Volviendo a Adriano, llegará el día de la fiesta y, como era de esperarse, estará completamente fuera de su zona de confort. Tratará de seguir las reglas, mantendrá la compostura, pero los nervios le jugarán una mala pasada. Durante la celebración, cometerá un par de torpezas que lo pondrán en evidencia ante todos los invitados. Intentará disimular, pero será evidente para todos que no pertenece a ese mundo de apariencias. Y ahí es donde la humillación se hará presente.

A pesar de su buena voluntad, de la preparación y del apoyo, Adriano no logrará adaptarse del todo. Él es demasiado auténtico, demasiado sincero, y la nobleza que lo rodea es más de fachada que de corazón. Eso se notará especialmente en contraste con ciertos invitados que llegarán a la fiesta. Hablamos de amigos del capitán Lorenzo de la Mata, personajes arrogantes y altivos, que no tardarán en mostrar su verdadera cara.

Uno de ellos, en particular, protagonizará una escena muy desagradable: acosará a Ángela en plena fiesta. Pero ahí estará Curro, quien no dudará en intervenir para defenderla. Este acto de valentía y honoridad será un momento clave. Aunque Leocadia no presenciará el incidente, si llegara a verlo, quizás empezaría a replantearse su visión sobre Curro y entendería que no es el enemigo que cree.

Mientras tanto, en otro frente, también conoceremos que Lisandro ha estado presionando en las sombras. Hace unos días tuvo una conversación amenazante con Alonso, el marqués. Le advirtió que, si Adriano o Catalina arruinan la celebración, moverá sus hilos para que el título sea revocado y que incluso el marquesado corra peligro. Esta amenaza no es menor, y Alonso lo sabe. De ahí la enorme presión que también recae sobre sus hombros.

Adriano, sin saberlo todo, intuye que la situación es mucho más delicada de lo que parece. Siente que la tensión no solo recae sobre él, sino también sobre su familia política. A pesar de esto, está decidido a hacer lo correcto. Pero como ya lo conocemos, su sinceridad puede jugarle una mala pasada. Y existe un verdadero temor de que, durante la fiesta, termine diciendo algo imprudente frente a Lisandro. Una sola palabra fuera de lugar podría detonar un conflicto mayor.

Aunque no todo está perdido, la fiesta será un punto de inflexión. Lo que ocurra allí marcará el rumbo de los próximos capítulos. ¿Será capaz Adriano de mantenerse firme? ¿Catalina logrará protegerlo de las trampas sociales de la nobleza? ¿Y cómo reaccionarán los invitados al ver su incomodidad tan evidente?

Lo único seguro es que esta semana en La Promesa estará cargada de tensión, emociones y posibles escándalos. Todo puede cambiar en un solo día, y el futuro de varios personajes dependerá de cómo se maneje esa noche tan esperada.

Así que ya sabes, mantente atento, porque mañana a las 10 en punto te traeré los avances semanales completos donde podrás enterarte de más detalles, giros inesperados y todo lo que se viene en tu serie favorita.

Soy tu amigo Gustav, y me despido con un gran beso. ¡Gracias por acompañarme una vez más!