Hola amigos, bienvenidos a un nuevo avance exclusivo de Sueños de Libertad (SPOILER)
En este impactante capítulo, Joaquín comienza a conectar los puntos sobre los eventos que lo han marcado en los últimos meses. Las dudas que plantean Damián y Andrés sobre el papel de Don Pedro en la muerte de Jesús y su salida de la empresa cobran fuerza. ¿Encontrará finalmente la verdad?
El episodio arranca en casa de los Merino. Joaquín llega y encuentra a Gema y Teo almorzando, pero el ambiente es tenso. Gema está visiblemente molesta y Teo lo mira decepcionado. Joaquín ha olvidado recogerlo del colegio. El niño, ofendido, le dice que esperó más de media hora. Joaquín se disculpa sinceramente y le pregunta si vino solo. Teo responde que fue Gema quien lo recogió.
Ella, indignada, le cuenta que recibió una llamada del director del colegio porque Teo estaba esperando en la entrada sin que nadie viniera por él. Joaquín intenta calmar las aguas prometiendo que no volverá a pasar. Pero Teo, aún dolido, se retira a su cuarto.
Gema, molesta, le reprocha que ya se lo había recordado varias veces. Joaquín, algo a la defensiva, le dice que ya pidió disculpas y que no exagere, que Teo ya tiene una edad y que tampoco es para traumatizarse. Además, se justifica diciendo que estaba hablando con Andrés sobre lo que está ocurriendo con Don Pedro. Gema, frustrada, le recuerda que prometió dejar ese tema atrás.
Pero Joaquín no puede ignorar las sospechas. Su madre está conviviendo con Don Pedro y necesita saber si lo que se dice de él es cierto. Le cuenta a Gema que Andrés apoya la teoría de su padre: tienen evidencia de que Gorriz recibió un soborno y luego transfirió una gran suma a su hermana. Aunque no pueden probar que ese dinero venga directamente de Don Pedro, todo indica que fue parte de un plan para forzarlo a entregar la dirección de la empresa.
Gema, alterada, le dice que esa idea es retorcida. Joaquín insiste: todo parece encajar. Recuerda cómo, justo antes de su reunión con Arellano, algo raro le pasó después de beber. Ella, desconcertada, pregunta si sugiere que lo drogaron. Él afirma que fue Irene quien le dio la copa.
Gema no puede creer lo que escucha. Le parece una locura pensar que Irene esté involucrada, ya que es una mujer noble. Insiste en que todo esto es parte de una manipulación, que su tío Damián odia a Don Pedro y ha sembrado desconfianza. Le suplica a Joaquín que cierre ese capítulo antes de perder la razón.
Pero Joaquín no puede evitar seguir investigando. Dice que siente que hay algo más profundo detrás de todo y que necesita llegar al fondo. Gema, harta de la situación, se va del lugar, dejando a Joaquín atrapado entre sus dudas, el pasado y la tensión creciente en su hogar. ¿Podrá esto quebrar definitivamente su relación?

Mientras tanto, en otro rincón de la historia, la relación entre Andrés y Begoña llega a un punto límite. Andrés está en una de las salas de la casa cuando aparece Begoña. Ella, preocupada, le pregunta cómo ha visto a María. Andrés responde que tenía molestias en la espalda y que la ayudó a cambiar de posición. Begoña, con mirada seria, le hace ver que se está convirtiendo en un esclavo de la situación.
Él, agotado, le pide que no empiece con lo mismo. Pero ella insiste: lleva días sin dormir, sin comer bien y ni siquiera se presenta en la fábrica. Pasa todo el día junto a María, trabajando sin descanso. Andrés intenta justificarlo, pero Begoña le responde que él no tiene por qué sacrificar su vida de esa manera.
Andrés se siente herido por lo que considera un comentario egoísta, pero Begoña no cede. Le recuerda que María tiene a Tere, a Manuela, incluso a ella, que se ha ofrecido a cuidarla, y que también han sugerido contratar a alguien para que la asista todo el tiempo. Aun así, María insiste en tenerlo a él a su lado.
Begoña lo acusa de estar siendo manipulado por la culpa. Andrés, con la mirada baja, responde que María ha quedado inválida, que está postrada, y que no tiene más opción que cuidarla. Confiesa que muchas veces desearía que se hubiera mudado a Madrid como pensaban, o incluso que nunca se hubieran casado, pero que ahora ya es tarde, que esta es la realidad que le toca vivir.
Begoña le recuerda que sí tiene otras opciones, pero él no lo ve así. Para él, todo se resume en una deuda moral: el padre de María murió por su culpa, y ahora debe cargar con las consecuencias. Begoña, al borde de las lágrimas, le dice que así solo está destruyéndose a sí mismo y alejándose de todos, incluso de ella.
Andrés, firme pero triste, le dice que entiende si ella no quiere seguir a su lado, que no puede pedirle que lo espere ni que se sacrifique por él. Por eso, lo mejor es que Begoña siga su camino y lo deje con la carga que, según él, es su responsabilidad.