⚠️ Spoiler: “Sueños de Libertad 342 – La confesión, las heridas y los imposibles acuerdos”
El capítulo 342 de Sueños de Libertad inicia en un ambiente cargado de culpa y tensión. Digna y don Pedro comparten un momento íntimo en el comedor de los Carpena. Ella, visiblemente afectada, le pide perdón por haberle robado el sueño con su angustia. Don Pedro intenta consolarla, reafirmando que su acción contra Jesús fue en defensa propia y que si no hubiera actuado, probablemente ella no estaría viva. A pesar de sus palabras reconfortantes, Digna no logra liberarse del peso de la culpa. La llegada de Irene rompe la tensión, y aunque intenta restarle importancia a lo ocurrido, la inquietud se mantiene latente.
Irene indaga por la cena familiar de la noche anterior, y Don Pedro revela que Joaquín lo acusó públicamente de conspirar contra él y de estar involucrado en la muerte de Jesús. La reacción de Digna fue fulminante: le dio una bofetada a su hijo antes de confesarle la verdad. Irene, consciente del valor de Digna, le advierte a don Pedro que la cuide y que no la traicione.

Más tarde, Joaquín visita a don Pedro en su despacho, dispuesto a disculparse por sus acusaciones. Admite que se dejó influenciar por Damián y Andrés. Don Pedro, aunque comprensivo, no esconde su decepción. Le revela que Gorriz sí intentó sabotearlo, pagado por Jesús, y que incluso intentó chantajearlo con información sensible: había visto a Digna con Jesús la noche de su muerte. Para protegerla, Pedro le pagó para que desapareciera. Joaquín, sobrecogido, promete guardar el secreto. Pedro insiste en que, oficialmente, la muerte de Jesús fue un suicidio y que así debe permanecer.
En otra escena cargada de tensión emocional, Marta y Pelayo abordan un tema delicado: la posibilidad de tener un hijo. Marta, firme y clara, le deja saber que no desea convertirse en madre ni abandonar su rol en la empresa. Para ella, no es el momento ni tiene la intención de repetir el sacrificio que hizo con su anterior marido. Pelayo, sin embargo, se muestra vulnerable y sincero. Le confiesa que, por primera vez, la idea de formar una familia le emociona y que no se trata de una estrategia política, sino de un deseo genuino de transmitir cariño y construir algo juntos.
Pero hay obstáculos importantes: Marta no está dispuesta a mantener relaciones sexuales con él. Pelayo lo acepta y le propone otra vía: un tratamiento médico en Londres mediante inseminación artificial, un procedimiento clínico y sin vínculo físico. Marta, entre incrédula y cínica, reacciona con sarcasmo. La conversación va tomando un tono más tenso hasta que ella pone fin al diálogo, afirmando que no tiene sentido seguir hablando de algo que no desea.
A pesar del rechazo, Pelayo le suplica una cosa: que al menos lo piense. Marta no responde con palabras, pero su silencio lo dice todo… o tal vez no.
Este episodio profundiza en las heridas emocionales de los personajes, los dilemas morales y los límites entre el amor, la culpa y el deseo de redención. Sueños de Libertad sigue subiendo el tono, ahondando en confesiones que remueven el alma y propuestas imposibles de ignorar.