🌀 “Hola amigos, hoy les traigo el avance del capítulo 337 de Sueños de Libertad”
En el próximo episodio de Sueños de Libertad, el capítulo 337 arranca con una conversación reveladora entre Pelayo y Alonso. Este último comparte con entusiasmo sus planes para una nueva colección de perfumes, inspirada en la riqueza sensorial y cultural de Turquía. Habla de sus paisajes, los colores vibrantes, las especias exóticas y la luz del Bósforo al atardecer. Turquía, dice, le fascina por su apertura, en comparación con la Europa moderna, e incluso la describe como un lugar donde aún se respira la libertad de tiempos pasados, donde las personas pueden ser quienes realmente son, sin temor a juicios o prejuicios.
Alonso se acerca a Pelayo con un tono confidencial y le lanza una invitación sutil pero cargada de intención: ¿le gustaría ir con él a Turquía? Pelayo, cauteloso, rechaza la oferta mencionando que su esposa no estaría dispuesta a alejarse tanto de Toledo ni de la fábrica. Alonso, insistente pero ambiguo, insinúa que un hombre de su estatus podría permitirse una escapada como esa, incluso en buena compañía. Pelayo, percibiendo claramente las intenciones de su interlocutor, le pregunta directamente si está insinuando algo. Alonso, con indiferencia calculada, responde que no ha llegado aún a insinuar nada… pero deja claro que ve en Pelayo a alguien con gustos refinados, alguien que podría disfrutar de un viaje sin compromisos.
La situación se vuelve incómoda cuando Alonso propone continuar la conversación en su hotel, bajo pretexto de estar más tranquilos. Pelayo, firme, le pide que no se equivoque con él. En ese instante, Don Pedro, que ha estado escuchando parte de la conversación, interviene saludando cordialmente. Alonso, hábil en el arte de las apariencias, informa que los Arcos lo han invitado a comer y comenta lo agradable que ha sido charlar sobre la libertad de viajar. Don Pedro, con cortesía, pregunta por el progreso del trabajo con el perfumista. Alonso, sin disimular su molestia, admite que no está del todo conforme. Atribuye los roces a las diferencias creativas, pero dice que está dispuesto a seguir adelante con paciencia.
Cuando Alonso se retira, Pelayo también se despide y le sugiere que reconsidere su opinión sobre don Luis. Sin embargo, Alonso deja claro que sus intereses están puestos en otro lugar. Don Pedro observa atentamente a Pelayo y, recordando una misteriosa visita previa de Darío, comienza a sospechar que Pelayo podría estar ocultando algo.
Por otro lado, Raúl intenta ver a María aprovechando que Manuela ha salido. Sin embargo, en el pasillo se cruza con Begoña, quien sospecha de sus intenciones. Raúl improvisa una excusa: dice que venía a preguntarle si necesitaba transporte al dispensario, mencionando que debía arreglar el coche. Begoña, escéptica, le responde que siempre va en su propio coche y que no hace falta. Le informa que antes de ir al dispensario se detendrá en el mirador, y luego lo observa atentamente mientras se aleja.
Al entrar en la habitación, Raúl encuentra a María, quien, distante, le pregunta qué quiere. Raúl se sincera: ha venido a verla porque le preocupa su estado después del intento de quitarse la vida. María, con frialdad, responde que ya se siente mejor. Raúl, conmovido, le recuerda que siempre estará para ella. María confiesa sentirse completamente sola, y aunque a ojos del mundo su marido y su familia parecen preocuparse, la realidad es distinta: siente que la consideran una molestia.
Rememora cómo al principio todo fue amabilidad, sonrisas y atención, especialmente de Andrés, que parecía adorarla. Pero con el tiempo, todo cambió. Solo encontró consuelo en Gema, la esposa de don Joaquín, con quien formó una profunda amistad. Sin embargo, últimamente Gema ha estado ausente y eso la ha hecho sentirse aún más abandonada. Raúl intenta consolarla, recordándole que también cuenta con él, con Manuela y con Julia, quien sinceramente la aprecia. Finalmente, se acerca, le toma la mano y le da un beso con ternura.
Mientras tanto, en la fábrica, Damián informa a don Pedro que el problema del atropello ya está resuelto. Han llegado a un acuerdo con el peatón, y solo deberán pagarle el 15% de lo que exigía inicialmente. Don Pedro, escéptico, duda que Damián haya negociado algo personalmente. Entonces se entera de que quien logró ese acuerdo fue Gabriel, el sobrino de Damián.
A don Pedro no le agrada la idea de que alguien ajeno a la empresa conozca detalles internos. A pesar de que Damián intenta tranquilizarlo asegurando que Gabriel es de confianza, don Pedro exige hablar con él directamente antes de firmar nada. Damián intenta evitar ese encuentro, pero Pedro insiste en que sea él mismo quien baje a buscar a Gabriel.
Momentos después, don Pedro lo encuentra en la cantina hablando con Gaspar. Gabriel se presenta educadamente. Pedro, con tono serio, le dice que no firmará ningún documento sin entender bien los términos. Gabriel explica que persuadió al peatón, el señor Salcedo, de que un juicio contra Perfumerías de la Reina no le beneficiaba. El acuerdo fue iniciativa del propio afectado, quien solo quería algo a cambio del accidente. Pedro, algo más tranquilo, acepta firmar, pero se muestra intrigado por la identidad de Gabriel.
Le pregunta qué le debe por sus servicios, y Gabriel responde que lo hizo como un favor personal a su tío. Pedro, suspicaz, señala que conoce a Damián desde hace años y nunca le habló de otro familiar más allá de sus hijos. Sospecha que hay una historia oculta. Gabriel evita entrar en detalles, pero deja claro que él y su tío están intentando recuperar el tiempo perdido tras una ruptura familiar muy profunda.