🌙 Sueños de Libertad, Capítulo 333: Entre el Dolor, los Secretos y la Decisión Final
Hola amigos, hoy les traigo los impactantes adelantos del capítulo 333 de Sueños de Libertad, donde las emociones están al límite y los vínculos familiares se tambalean. La historia se adentra en una tormenta de conflictos personales, decisiones desgarradoras y verdades que amenazan con destruir lo poco que queda en pie.
El episodio comienza en la casa de la familia Reina. Andrés y Begoña se cruzan, ambos con los ánimos ya tensos. Andrés comenta, intentando sonar casual, que María por fin ha salido de su habitación y ha pasado un rato en la piscina. Begoña, fría, responde que ya la ha visto en la galería. La conversación da un giro incómodo cuando ella le pregunta si por fin ha ido a la colonia. Andrés, claramente agobiado, responde que no, y que menos mal, ya que ha tenido que lidiar con otro problema urgente: su padre ha hablado con María y eso ha desatado en ella una fuerte crisis emocional.
Ante esto, Begoña quiere saber qué le dijo exactamente su padre. Andrés le revela que le ha sugerido a María ingresar en un sanatorio por un tiempo, para que reciba la rehabilitación adecuada. Begoña, aunque sabe que no será bien recibida su opinión, admite que está de acuerdo con esa idea. Cree firmemente que es lo mejor tanto para María como para su recuperación. Además, destaca que esos centros no solo trabajan en la parte física, sino que también cuentan con especialistas y apoyo espiritual.
Pero Andrés explota. Dice tajantemente que María no irá a ningún centro. Está completamente en contra de hacer algo en contra de su voluntad. Begoña insiste, buscando razonar con él, pero Andrés se mantiene inflexible. Para él, su deber es respetar el deseo de María, aunque eso signifique cargar con todo él solo. Begoña, ya frustrada, lo acusa de actuar por culpa, de dejarse arrastrar por una especie de martirio personal que solo terminará por destruirlo.
Andrés se siente traicionado por sus palabras. Le reprocha su falta de sensibilidad y comprensión. Begoña, sin levantar la voz, le responde que tiene toda la compasión del mundo por María, pero que también sigue usando la lógica, y lo que ve no tiene sentido. En ese momento, los gritos de María irrumpen desde otra habitación llamando desesperadamente a Andrés. Begoña, serena pero firme, se despide con una frase cortante: no quiere volver a escuchar nada más al respecto. Le deja claro que, si él decide seguir ese camino, lo hará solo, porque ella no será cómplice de su hundimiento.
Mientras tanto, en la fábrica, Gabriel llega al despacho de Damián. Aunque cree estar interrumpiendo, Damián lo recibe con cortesía. Gabriel solo venía a informar que esa noche dormirá en Madrid porque ha quedado con un antiguo compañero de universidad para ayudarle con un contrato. Damián, relajado, bromea diciendo que después del trabajo debería salir a disfrutar la noche madrileña. Gabriel sonríe y le dice que es parte del plan. Mañana estará de vuelta, y espera tener tiempo para pasar con la familia antes de regresar a Canarias.
Al salir, Gabriel escucha a Irene y Tasio hablando de las responsabilidades que dejará Andrés. Tasio se hará cargo de las funciones por ahora. Irene le entrega una carpeta con las rutas y horarios de entregas del día siguiente, incluyendo una recogida especial de materias primas para un nuevo perfume de Cobeaga. Gabriel, curioso, observa atentamente la documentación. Poco después, entra al despacho de Irene. Allí Tasio lo presenta formalmente. Mientras conversan, Gabriel sigue escaneando con atención los papeles de las rutas antes de retirarse discretamente.
De vuelta en la casa Reina, Begoña se cruza con María nuevamente en la galería. Trata de mostrarse empática, le dice que se alegra de que esté fuera de la habitación. Pero María, siempre a la defensiva, responde con sarcasmo: “querrás decir que me bajaron.” Begoña intenta mantener el tono conciliador y le habla sobre la importancia de reintegrarse poco a poco a la vida familiar. Pero María, con una mezcla de rabia y dolor, le dice que considera esa casa un castigo, una jaula llena de lobos, y que su única familia es Andrés y su hija.

Begoña no se deja llevar por el tono agresivo. Le recuerda que, si de verdad quiere tanto a Andrés, debería pensar en él y no cargarlo con su propia miseria. María, dolida, empieza a gritar de nuevo pidiendo a Andrés, mientras acusa a Begoña de atacarla aprovechando su estado. Begoña lo niega. Pero María, fuera de sí, le lanza una acusación brutal: la culpa de estar en silla de ruedas es suya. Begoña ya no calla. Le dice que no, que la única responsable de su vida es ella misma, que tomó decisiones sabiendo que Andrés no la amaba realmente. María grita que eso no es verdad, que Begoña se interpuso entre ellos. Y termina con una amenaza velada: será su esposa hasta que la muerte los separe.
Begoña, desafiante, le responde que aceptará esa situación por respeto, pero que no se sentirá culpable de nada de lo que le ocurra. María, llena de rabia, le exige que se vaya. Begoña le responde con una última verdad: ella sí ha renunciado a Andrés, lo ha hecho por amor, por respeto y porque sabe que él no quiere estar con María. Lo que lo ata a ella no es amor, sino culpa. En ese momento entra Andrés preguntando por qué discuten. María, cambiando el tono, le ruega que la lleve a su cuarto. Solo con él se siente segura.
Mientras tanto, en casa de los Merino, se desarrolla otro conflicto. Gema está molesta con Luz porque no la acompañó a una importante cita médica con el cardiólogo. Joaquín, sorprendido, le pregunta si hubo alguna emergencia, pero Gema ni siquiera recibió aviso. Le molesta que Luz no haya estado a su lado cuando más la necesitaba. Joaquín, siempre atento, le dice que si lo hubiese sabido, él habría ido con gusto.
Gema aprovecha para contarle que antes del chequeo habló con Irene. Intentó sacarle información sobre lo que ocurrió la noche que Joaquín se descompuso. Pero Irene, advertida por Pedro de las sospechas de Joaquín, se mostró muy cauta. Aun así, Gema fue directa: le preguntó si creía que alguien pudo haberle puesto algo en la bebida a Joaquín. La respuesta fue predecible: Irene negó saber nada. Gema cree que fue sincera. Pero Joaquín desconfía: “¿Qué va a hacer? ¿Delatar a su hermano?” Gema insiste en que Irene le cae bien y cree que realmente lo aprecia. Joaquín, dudando, empieza a considerar otra posibilidad: tal vez esa noche simplemente bebió demasiado, y no recuerda nada. Sin embargo, concluye que hablará con Luis al respecto. Confía en Andrés, pero necesita otro punto de vista.