AVANCE DE SUEÑOS DE LIBERTAD, VIERNES 11 DE JULIO, ANTENA 3, CAPITULO 350, ANDRÉS ESTA CELOSO

Spoiler: “Capítulo 350 – Entre reproches, lealtades y decisiones que lo cambian todo”

El capítulo 350 de Sueños de Libertad nos recibe con una conversación cargada de tensión entre don Pedro y Gabriel. En medio de su paseo matutino, don Pedro se encuentra con Gabriel y, sin rodeos, le comunica que ha decidido asignarle un nuevo cargo: además de ser el abogado de la empresa, ahora también será el secretario de la junta. Justifica su decisión recordando que en la última reunión quedó claro que necesitan asesoría legal para tomar decisiones estratégicas. Gabriel, aunque algo sorprendido, acepta la propuesta con disposición.

Pero el verdadero motivo del encuentro es otro. Gabriel quiere hablarle sobre la acusación particular contra Diosdado, el hombre que intentó robar medicamentos de la fábrica para su hija enferma. Propone no seguir adelante con el proceso, argumentando que podría perjudicar la imagen de la empresa. Don Pedro, desconcertado, le pregunta si acaso no defenderse es mejor para la reputación de Perfumerías de la Reina. Gabriel le plantea que, por el contrario, involucrarse en el juicio podría generar mala prensa: la historia de un padre desesperado podría volverse mediática y pintar a la empresa como insensible.

Don Pedro no se deja convencer fácilmente. Afirma que si el juicio se lleva de manera rápida y discreta, nadie lo sabrá, y la empresa proyectará firmeza. Aun así, Gabriel le pide que reflexione. Pero el director, visiblemente molesto, lanza una acusación velada: ¿no estará siendo influenciado por Begoña, quien incluso fue a visitar al acusado a la cárcel? Gabriel niega cualquier favoritismo personal y afirma que su único interés es proteger la imagen institucional. Don Pedro, sin suavizar su tono, le advierte que no quiere verlo metido en peleas y le exige que valore la confianza que le han dado en estos tiempos difíciles.

Más tarde, Gabriel intenta encontrar algo de paz en el despacho de su tío Damián. Allí lo encuentra Begoña, quien entra casualmente y le pregunta si necesita el espacio. Gabriel le responde que solo buscaba un poco de tranquilidad. Ella bromea diciendo que, en esa casa, eso es casi imposible. La conversación se vuelve más íntima cuando Begoña le pregunta por su encuentro con don Pedro. Gabriel, decepcionado, admite que esperaba más de él, pero que se ha llevado una gran desilusión. Begoña, con realismo, le dice que eso le pasa por esperar algo de personas que no lo merecen.

Gabriel le confiesa entonces que trató de convencer a don Pedro de retirar la acusación contra Diosdado. Begoña se muestra genuinamente sorprendida, ya que nunca se lo pidió para no comprometerlo. Gabriel aclara que lo hizo por iniciativa propia. Aunque no tiene hijos, dice que entiende lo que un padre desesperado podría llegar a hacer por su hija, incluso romper la ley. Ambos coinciden en que actuarían igual en esas circunstancias. En ese momento, Andrés escucha toda la conversación desde el otro lado de la puerta, sin ser visto.

Gabriel le revela a Begoña que no ha contado nada a nadie y que cuando llegue el juicio, facilitará el trabajo del abogado defensor, absteniéndose de poner trabas. Su objetivo es reducir la pena lo máximo posible, aunque lamenta no poder hacer más. Begoña, emocionada, le agradece profundamente. Admite que Gabriel la ha sorprendido y que ahora le cae mucho mejor. Gabriel, entre risas, comenta que pensaba que ya le caía bien, y ambos se ríen, bajando la tensión.

Unos minutos después, Begoña está conversando en la cocina con Manuela cuando aparece Andrés. Manuela se retira y Begoña intenta irse también, pero Andrés la detiene. Le pregunta si lo está evitando. Begoña, sin querer dar muchas explicaciones, le responde que está ocupada y que acaba de volver al trabajo. Andrés le recuerda que, a pesar de todo, sigue ahí para lo que necesite. Pero Begoña le lanza una verdad incómoda: ya le pidió ayuda cuando se trataba del caso de Diosdado y él no hizo nada. Fue con Luz con quien logró ayudar a la hija del acusado, llevándole los medicamentos necesarios.

Andrés se muestra dolido por el reproche y le pide que entienda su situación: está bajo mucha presión, entre la fábrica, el cuidado de María y sus responsabilidades. Le duele haberla decepcionado, pero asegura que está haciendo lo que puede. Sin embargo, Begoña no se conmueve. Le dice que efectivamente la decepcionó, y no solo por sus acciones, sino por la frialdad con la que ha estado actuando. Le reclama haber tirado la toalla y no ser el hombre que alguna vez conoció.

Avance semanal de 'Sueños de libertad': las sospechas de Andrés, un  chantaje envenenado y un compromiso roto

Andrés, sintiéndose juzgado, le reclama que no le ha dado otra oportunidad. Pero Begoña le recuerda que sí se la dio, como todos. Solo que él no reaccionó, y ahora ya no piensa insistir más. Le dice que por suerte ya encontró a alguien que sí decidió ayudar con la situación de Diosdado. Andrés, con sarcasmo y celos, adivina: “Gabriel, ¿verdad?” Begoña lo confirma, destacando que ha tenido buenas ideas como abogado.

Andrés, herido, insinúa que Gabriel lo hace solo para quedar bien con ella, no por solidaridad. Pero Begoña lo desarma con una respuesta firme: Gabriel ha tenido el coraje que él no tuvo, incluso enfrentándose a don Pedro, sabiendo que podría costarle su puesto. No cree que haya segundas intenciones, sino humanidad y valor. Andrés, acorralado por sus propios sentimientos, responde con ironía: “Se ha ganado a don Pedro y a la mujer de la casa.”

Begoña, ya harta, le grita: “¿Qué te pasa con Gabriel?” Andrés intenta desprestigiarlo contando que se peleó con el prometido de Cristina, insinuando mala conducta. Pero Begoña lo corrige con contundencia: lo que pasó fue solo un beso entre Gabriel y Cristina, y él fue quien fue al dispensario a curarse, sin esconder nada. Añade que Gabriel ha tenido la honestidad de reconocer sus errores y tratar de enmendarlos, algo que ni ella ni Andrés han logrado hacer.

Tras esas palabras, Begoña se marcha furiosa, dejando a Andrés sumido en su frustración. Solo, se queda murmurando con tristeza: “¿Quién soy yo para dar lecciones?”

El capítulo deja claro que los vínculos entre los personajes están cambiando radicalmente. Gabriel se gana la confianza y el respeto de Begoña, mientras Andrés se hunde entre el orgullo herido y los remordimientos. Don Pedro, en su estilo inflexible, sigue ejerciendo su poder sin espacio para la compasión. Las decisiones que se tomen ahora marcarán un antes y un después en la historia de Sueños de Libertad.

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