⚠️ SPOILER | Hola amigos, hoy les traigo el avance del capítulo 340 de Sueños de Libertad
El capítulo 340 de Sueños de Libertad promete tensión, enfrentamientos directos y nuevas revelaciones. La jornada comienza en el despacho de Don Pedro, donde Gabriel se presenta decidido a confrontar al empresario. Sin rodeos, le plantea su inquietud: sabe que Don Pedro está en contra de su incorporación a la empresa y que pretende someter la decisión a votación. Don Pedro, firme, lo interrumpe intuyendo que Gabriel intenta cambiar su postura.
Gabriel, con seguridad, le recuerda que su intervención fue clave para evitar una demanda que habría puesto en jaque a la empresa. Don Pedro no niega su capacidad, pero le recuerda que ya cuentan con un bufete de abogados de confianza. Gabriel, sin titubear, sugiere que el rechazo no es profesional, sino personal, insinuando que se debe a su apellido: de la Reina.
La conversación va subiendo de tono. Don Pedro reconoce que Damián ya le ha puesto en contexto, y aunque Gabriel promete total imparcialidad en su labor, Don Pedro desconfía: “Los hombres de negocios sabemos que la imparcialidad no existe”, afirma con frialdad. Gabriel, entonces, juega su carta final: asegura que ya tiene los votos necesarios para ser aceptado, y que, aun así, ha acudido por respeto, porque no le gustaría comenzar a trabajar con el presidente en su contra. Le ofrece lealtad y compromiso si le da la oportunidad.
Aunque Don Pedro se mantiene en su negativa, acepta que si la votación le es favorable, tendrá la ocasión de demostrar su valía. Gabriel, comprendiendo que no hay más que decir, abandona el despacho. Justo entonces, Irene entra en la oficina. Don Pedro le revela que Gabriel vino a confirmar si contará con su apoyo en la votación, pero antes de que puedan seguir hablando, el teléfono suena.
La llamada es de María, que insiste en que Don Pedro debe ir a verla para hablarle de algo importante relacionado con Gabriel. Don Pedro, con una reunión en Madrid inminente, se excusa. María, nerviosa, le pide que se las ingenie para ir, pero él delega la tarea en Irene, asegurando que ella es mejor recibida en esa casa. Además, le pide que sondee a Tasio para saber a quién apoyará con su voto. Irene, agotada de tanta manipulación, acepta a regañadientes.
Más tarde, Irene se presenta en casa de los de la Reina con un pretexto oficial: informar a los accionistas de los balances, ya que María no puede acudir a las reuniones. Manuela, con cierta duda, la lleva al salón. Allí, Irene saluda a María, quien la recibe con frialdad. María esperaba a Don Pedro, pero Irene le explica que surgió una reunión inesperada y que él creyó mejor no ir.
La conversación se torna más personal y María, directa, confiesa su decisión: apoyará la incorporación de Gabriel. Aunque reconoce su lealtad previa a Don Pedro, esta vez considera que no puede tener a la familia en su contra, especialmente en su estado actual, tras haber estado al borde de ser internada. Irene le pregunta si su decisión se basa en el miedo, y María responde que se trata de supervivencia. Para ella, esta votación es menor; una rabieta por el apellido de Gabriel. Cree que ceder en esto mantendrá la paz y que es mejor guardar fuerzas para luchas más importantes.
Irene asiente, respetando su postura, y promete trasladar su decisión a su hermano. Mientras tanto, en la cantina, Tasio y Joaquín mantienen una conversación clave. Tasio ha hablado con un viejo conocido de Gorriz, quien asegura que este fue sobornado para iniciar un boicot contra Joaquín. Aunque no sabe quién fue el autor del pago, todo apunta a alguien con motivaciones muy claras. Tasio sugiere que no fue Don Pedro, sino otra persona más interesada en manipular la situación. Joaquín empieza a atar cabos.
Por otro lado, en casa de los de la Reina, María se encuentra emocionalmente desbordada. Julia la encuentra frente a la ventana, angustiada, y le ofrece jugar a las cartas para distraerla. María acepta con entusiasmo: la niña es su único refugio de paz en ese ambiente tenso. Sin embargo, Begoña interrumpe el momento, pidiendo a Julia que se lave las manos para comer. Antes de irse, Julia insiste en que María le cuente a su madre sobre los dolores en los brazos, ya que la nota mal.
María, molesta, intenta ocultar su estado, pero finalmente, y algo alterada, le grita a Julia que está bien. Inmediatamente se arrepiente y se disculpa, reconociendo su cansancio emocional. Julia se marcha afectada, y Begoña aprovecha para indagar sobre los síntomas que está padeciendo. María, resignada, admite que tiene los brazos entumecidos, con calambres y pérdida de fuerza. Se muestra angustiada por la idea de volverse totalmente dependiente.
Begoña, con paciencia, le sugiere iniciar ejercicios de rehabilitación y terapia, y se ofrece a ayudarla. Pero María reacciona con furia, interpretando la sugerencia como una forma de decirle que es una inútil. Rechaza el ofrecimiento con gritos, y Begoña, dolida pero firme, le dice que si no quiere su ayuda, tendrán que contratar a alguien. María no puede seguir en ese estado.
La conversación termina en un tono tenso, con María negándose a aceptar su nueva realidad y Begoña intentando tenderle una mano. La resistencia de María refleja no solo su dolor físico, sino el peso emocional de su situación, su orgullo herido y el miedo a depender de los demás.
Este capítulo deja en claro que las alianzas están cambiando, los secretos comienzan a salir a la luz y los personajes se ven obligados a tomar decisiones difíciles para sobrevivir en un entorno lleno de intrigas, tensiones familiares y rivalidades que solo se intensifican con cada día que pasa.